Red flags

Son avisos que “no vemos” al principio, porque estamos en el encantamiento del amor romántico y nos parecen actitudes ingenuas y normales.

Por Marisol Escárcega

¿Por qué no nos vamos al primer maltrato?, ésa es la pregunta del millón.

Por principio de cuentas, porque a la mayoría de nosotras nos educaron para complacer a los hombres: a nuestro padre, hermanos, y luego, al tener novio, al casarnos o vivir con alguien, a nuestra pareja.

Otra razón es que nos han dicho a las mujeres que el amor todo lo puede, todo lo cura, todo lo soluciona, y por amor, perdonamos mentiras, infidelidades, promesas incumplidas, insultos, golpes y una lista interminable de vejaciones.

Y es que también, nos han dicho que el perdón es parte de la vida en pareja, entonces, vamos por la vida perdonando todo tipo de acciones que, claramente sí nos duelen y, es justo ése el meollo: identificar lo que nos incomoda, duele o no nos hace clic, dirían las abuelas, intuición.

Las red flags (banderas rojas) son señales de alerta para detenernos, una razón para no seguir por donde íbamos, como cuando vemos cintas que rodean un perímetro policial y nos alejamos o cuando vemos banderas en la playa que nos indican el oleaje alto o, simplemente las sirenas de las ambulancias que anuncian una emergencia.

Las red flags son exactamente igual, son avisos que “no vemos” al principio, porque estamos en el encantamiento del amor romántico y nos parecen actitudes ingenuas, inocentes, románticas y, por tanto, normales, hasta naturales y entonces las dejamos pasar.

Generalmente, es nuestro círculo cercano el que se da cuenta de esas banderas rojas y nos lo dicen, pero, casi siempre no los escuchamos o pensamos que exageran y hasta nos enojamos porque nos “hablan mal” de nuestra pareja.

Por ejemplo, un clásico es que hablen mal de la exnovia, a la que casi siempre tachan de tóxica y loca. Todas conocemos a un hombre que ha dicho que su expareja era una loca.

Otra alerta es que traten de influir en la forma en que vistes, cómo hablas, te expresas y hasta lo que comes o, en pedirte que ya no veas a ciertas personas, como amigos o familiares. Cuando te hacen comentarios hirientes, que ellos llaman “bromitas”, y cuando reclamas inmediatamente te responden que “ya no se te puede decir nada, porque, luego, luego te enojas” o “todo lo tomas a pecho”.

También, cuando te hace gaslighting o mansplaning. El primero es cuando te hace dudar de tu cordura y terminas pensando que todo es producto de tu imaginación, que sí te avisó que llegaba tarde, que exageras cuando sientes que no te dijo la verdad. El segundo es cuando dice exactamente lo que acabas de decir, sobre todo, si es frente a otras personas; invalida tus opiniones y explica lo que dices o, sólo te interrumpe para robarte la palabra.

Otra alerta es cuando te manipula para que hagas algo no quieres hacer, en especial si ya le dijiste que no, como tener sexo o tener hijos. Cuando se enoja porque no le contestas la llamada o no respondes el mensaje enseguida. Cuando te cela y argumenta que es porque te ama, éste es otro clásico.

Cuando te chantajea y si no aceptas, te aplica la “ley del hielo” y te habla hasta que te disculpes por algo que NO hiciste, logrando que te sientas culpable y accedas finalmente a lo que te pidió. Cuando te da toda su atención y, luego de la nada, te ignora y no te habla por días. Cuando te lastima, no acepta su responsabilidad y no se disculpa o si lo hace empieza con “Si te ofendí...” que, a todas luces no es una disculpa.

El amor no es dolor ni lágrimas ni culpa. El amor no debe soportar nada ni se debe sacrificar nada en nombre de este sentimiento ni se debe seguir un noviazgo o matrimonio cuando ya no hay respeto.

La verdad es que casi nunca nos vamos al primer maltrato, tener una relación así es vergonzoso y ello hace más difícil pedir ayuda, de ahí la importancia de que apoyemos a los menores de edad, en especial a las mujeres a identificar esas red flags, que no es otra cosa que nuestro sexto sentido. Si te incomoda, si te duele, ahí no es.

marisol.escarcega@gimm.com.mx

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