El minuto que cambió mi destino

El programa se renueva a partir del 4 de mayo por la señal de Imagen Televisión.

Me da mucho gusto poder platicarles que el próximo sábado a las 20:30 horas se transmitirá el último programa de El minuto que cambió mi destino, emisión dedicada a las entrevistas artísticas, que se ha venido pasando semanalmente desde hace casi ocho años en Imagen Televisión y en el que tuve la oportunidad de charlar con casi 400 invitados.

El sábado transmitiremos de forma única una emisión en la que recordaremos las grandes entrevistas que tuve la oportunidad de hacer con amigos y amigas que se nos adelantaron en el camino y también evocaremos las declaraciones que paralizaron no sólo al periodismo de espectáculos, sino al país en general.

Pudiera parecer una mala noticia para mí, pero no, al contrario, a partir del siguiente sábado 4 de mayo empezará una nueva etapa para este programa, incluso le hemos añadido un cintillo, es decir, que ahora se llamará El minuto que cambió mi destino sin censura.

La primera invitada especial es Lucía Méndez y les aseguro que si han creído que las declaraciones de Lucía han sido controvertidas, esperen a ver lo que me dijo de Dulce, y Verónica Castro, por mencionar sólo a dos figuras importantes.

 ¿TODOS ESTÁN LOCOS?

Por ahí reza un refrán que dice:  cuando más de tres te digan que estás borracho, es porque lo estás. Pues con la cantante Ana Bárbara ha venido ocurriendo algo similar, ya que han sido sus hijos, hijastros, su hermano Pancho, el papá  y su mamá quienes hablan muy mal de su pareja, Ángel Muñoz, revelando que se aprovecha de ella y la tiene dominada, que, incluso, hace lo que él quiere, es majadero, abusivo, altanero y humillante con los hijos de la cantante.

Quizá lo que derramó el vaso fue que el pasado viernes doña Lourdes Motta, su mamá, nos envió una carta acusando a este señor de haberla corrido de su casa, de maltratar a sus nietos y humillarlos, con el consentimiento de Ana Bárbara.

Miren, uno no es quién para dar consejos a una mujer de 50 años, pero sí está cambiando a todos en nombre del amor, y ojalá no sea otra equivocación más en ese terreno, porque ésta sí es muy dolorosa, al menos para los que alguna vez fueron sus seres queridos.

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