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Marcha T

Gabriel Reyes Orona

Gabriel Reyes Orona

México sin maquillaje

 

 

Pregunta el entronado cacique, dónde están los Hidalgo, los Morelos y los Flores Magón. La pregunta admite muchas respuestas, pero resulta incontrovertible que están del mismo lado de siempre, sí, en contra de los abusos de un autócrata. Así es, ninguno de ellos fue aplaudidor mañanero ni tampoco engolaba la voz para defender al detentador de la silla, por el contrario, fueron severos críticos del ejercicio arbitrario y discrecional del poder público.

Claramente habrían cruzado la cara de quien les hubiera invitado a marchar en favor de quien ha hecho del capricho una forma de gobierno. Ninguno de ellos sería un inconfesado acarreado, ni sería obligado a caminar por las calles para agradecer o mantener un estipendio a cargo del erario.

Se deslindarían de esos remedos de virrey, que hoy son los oficialistas gobernadores de Morena. Les habría dado vergüenza ser parte de un despliegue pagado con recursos de muy incierto origen. El cacique jamás ha aclarado por qué separó a Enrique Flores Magón del movimiento conocido como magonismo, a pesar de que es tan padre de él como lo fue Ricardo. Éste último, de saber cómo es usado y abusado por un gobierno con el que jamás habría compartido formas, modos y objetivos, daría vueltas en el sepulcro. Sus lapidarias frases, en contra de un gobierno pandilleril, acomodan y asientan al dedillo en la 4T.

Así es Presidente, las personas con un perfil libertario, independiente y de verdadera izquierda están muy alejadas de usted, por eso no las ve. Da la impresión de que las clases de historia de alcoba, al provenir de una mexicana que, por la vía materna, es apenas de primera generación, se han quedado en la superficie, y no alcanzan a llegar a la raíz de los conceptos y nociones que movieron a los próceres que nos dieron patria y libertad.

Poco o nada conoce de los Flores Magón. De Ricardo, ése que dijo que: “Los sumisos, los mansos, los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que, con su pasividad, su modorra y falta de carácter hacen lento y doloroso el avance de las sociedades”. Ésos, que no los mueve una convicción, sino una instrucción, y que llenan zócalos o lo que deban de llenar.

La mexicanidad está hecha de resistencia ante la soberbia imposición, dando cara al insaciable recaudador, que no mira el cobro justo, sino aquel que ajusta a sus necesidades. Ése que, como López de Santa Anna, hizo de la recaudación, bolsa sin llenadera que sufragara temerarias aventuras.

Mirar el domingo hacia la plaza fue observar cómo los priistas siguen ahí, sólo que ahora agazapados en túnica guinda, alabando no a la morena del Tepeyac, sino a la Morena devoradora de recursos públicos, ésa que, como la feroz anguila, atrapa al incauto; ésa, que reparte y pide agradecimiento por entregar lo que le bolseó a la mala a otros mexicanos, con el petate de la prisión oficiosa.

Muchos ciudadanos se preguntan dónde están los Porfirios Díaz, ésos que hacen del Ejército el ejecutor de la ley; los Calles, que dictaban la ley desde su despacho; los avorazados López, Mateos y Portillo, que defendían la ley pisoteándola, y los Salinas de Gortari, que no ven ni oyen, sino los propios datos. Sí, todos sabemos dónde están, hoy, en Palacio gozan de cabal poder.

Para quienes se pregunten cómo se opera una elección de Estado, hoy habrán aprendido que todo tiene que ver con presencia y control territorial. No se mostró apoyo a un informe carente de datos duros, se vio encuerada la maquinaria electorera a la que el INE le estorba.

 

 

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