Polarización política
Los ecos de la guerra no son lejanos para América Latina, la cual no se escapade los efectos perniciosos de la polarización política ni del fanatismo ideológico.
La invasión de Rusia a Ucrania es el mayor conflicto bélico en Europa desde la disolución de Yugoslavia en la década de los 90. Los efectos devastadores de la guerra son dramáticos. De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados hasta el 31 de marzo pasado, alrededor de 4 millones de personas procedentes de Ucrania han sido desplazadas a los países vecinos.
Los efectos de este conflicto no se limitan al contexto europeo, por el contrario, las afectaciones son globales, siendo su principal efecto el revivir la polarización política y la desconfianza propia de la Guerra Fría, en donde el fanatismo ideológico, la falta de diálogo, la ausencia de acuerdos y confianza entre contendientes políticos situaron al mundo al borde de la guerra nuclear durante 50 años. Estos fantasmas, aparentemente superados han resurgido en pleno siglo XXI.
Los ecos de la guerra no son lejanos para América Latina, la cual no se escapa de los efectos perniciosos de la polarización política ni del fanatismo ideológico. La región experimenta los efectos de la atmósfera de guerra en Europa que se suma a la frágil situación económica generada por la pandemia.
En el índice Riesgo Político América Latina 2022, publicado recientemente, se menciona que la región enfrentará otro año complejo. Los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos. Por su parte, la falta de diálogo entre poderes, la desigualdad rampante, y el nativismo xenófobo seguirán presentes, haciendo cada vez más compleja la gobernabilidad democrática.
Desde la erosión de la democracia, el ascenso del cambio climático y el incremento de la inseguridad y la violencia, hasta la proliferación de economías ilícitas y ciberamenazas, se advierte la profundización de riesgos existentes. En este entorno, la falta de un diálogo político eficaz sigue siendo una asignatura pendiente en la que es urgente actuar.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha señalado que, ante los escenarios de polarización, éstos deben ser resueltos en las urnas y siempre es deseable que las partes realicen gestos que propicien la calma después de que concluye el proceso electoral. Es prioritario que la ciudadanía no sea expuesta a la violencia en un marco de conflictividad y fragilidad política profundizada por la exacerbación de las disputas.
La polarización política no es un fenómeno nuevo. Siempre se ha encontrado presente en los ciclos electorales; sin embargo, ahora podemos hablar de una suerte de “polarización tóxica” que ha transformado a los adversarios en enemigos irreconciliables, dinamitando la posibilidad de construir acuerdos mínimos para enfrentar los asuntos más urgentes.
BALANCE
Las redes sociales se han inundado de estrategias de campaña que, en muchas ocasiones, lindan con los discursos de odio en medio de un océano de desinformación, desprestigio y noticias falsas. Esta distorsión democrática no se reduce a las elecciones, sino que se proyecta al ejercicio del poder.
Con el “pozo envenenado” de agravios y descalificaciones, tanto el gobierno como la oposición quedan atrapados en un pantano de inacción que termina lastimando a los ciudadanos y minando la credibilidad de la democracia y de sus instituciones.
La generación de condiciones de gobernabilidad. El regreso del diálogo entre el gobierno y la oposición, en un marco de lealtad democrática, y el urgente retorno de la civilidad son condiciones indispensables para retornar a una competencia política con tintes de humanidad que no destruya la institucionalidad que tantos años nos ha costado construir.
* Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
