Plan Nacional de Energía 2024-2030
En el ámbito de las energías verdes, el Plan Nacional de Energía contempla un fuerte impulso a su crecimiento a través de centrales fotovoltaicas, eólicas, hidráulicas y geotérmicas, haciendo de la sustentabilidad y la eficiencia energética un hecho.
Contar con recursos energéticos es indudablemente una ventaja circunstancial para cualquier país; sin embargo, para que estos recursos sean aprovechados en favor de la nación que los posea, es necesario construir una ventaja estructural, la de la soberanía política en la materia.
En nuestro caso, se reconoció el carácter estratégico de los recursos energéticos y el inalienable derecho de propiedad a la nación mexicana, así como la capacidad de ejercer soberanamente su uso. Esto quedó asentado como parte fundamental de la Constitución de 1917, y en los hechos, fue conseguido en 1938 con la Expropiación Petrolera y en 1960 con la Nacionalización de la Industria Eléctrica.
Conquistas dilapidadas por el neoliberalismo en las postrimerías del siglo XX y reconquistadas día a día por el obradorismo desde el triunfo electoral de 2018. La soberanía energética forma parte del modelo de país que la 4T está perfilando para el desarrollo de México en el siglo XXI. Anticipado por la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum, el Plan Nacional de Energía contempla continuar la política de rescate y fomento a la industria eléctrica mexicana.
Se comenzará con una inversión de 54 mil millones de pesos en 44 proyectos de refuerzo a las líneas de transmisión por ocho mil 500 megavoltamperios y 41 proyectos para las redes de distribución, obras que serán concluidas antes de finalizar 2025. Asimismo, se considera que el Estado mexicano mantendrá la participación mayoritaria en el mercado eléctrico nacional con 54% y para el 46% restante se legislará una reglamentación clara que brinde certeza jurídica a los inversionistas y permita que estos recursos comporten beneficios: creación de empleos dignos, transferencia tecnológica y democratización por abaratamiento del acceso a energías renovables.
Para cumplir con la tarea de garantizar el abastecimiento ante el incremento a la demanda energética, la CFE concluirá la construcción de cinco plantas de ciclo combinado, entre las que destaca la de Tuxpan, Veracruz, que permitirá generar energía eléctrica de manera continua y confiable, proporcionando estabilidad en zonas de alta intermitencia, sumando capacidad neta por mil 56 megavatios (MW) para garantizar el suministro en el centro del país a partir del comienzo de sus operaciones en 2025.
En cuanto a los hidrocarburos, se consolidará el esquema de modernización del proceso de refinación petrolera, parte clave de la cadena industrial, pues comprende las técnicas aplicadas para la conversión de la energía primaria del petróleo crudo en productos derivados como gas LP, diésel, gasolina, turbosina y kerosina, es decir, las fuentes de energía secundaria de uso productivo y comercial.
A la cabeza de esta tarea está la refinería Antonio Dovalí Jaime, en Salina Cruz, Oaxaca, que al cierre de julio de 2024 se encuentra a 86% de avance en su rehabilitación, será ampliada y también se concluirán las plantas coquizadoras en Tula, Hidalgo y Salina Cruz, Oaxaca que permitirán procesar los residuos de la refinación, denominados combustóleo, y reducir el impacto ambiental de la refinación de petróleo en México.
Como la más moderna de las refinerías de Pemex, Dos Bocas cuenta con una planta coquizadora, y ya comenzó a refinar petróleo, a razón de 170 mil barriles refinados por día; a partir del 21 de agosto alcanzará el 100% de su capacidad, 310 mil barriles diarios. Las inversiones en exploración de Pemex han dado resultados, pues de acuerdo con datos de la paraestatal, durante este sexenio se han añadido 54 campos, 23 terrestres y 31 marinos, cuya aportación a la producción nacional supera el medio millón de barriles por día. En febrero y julio de este año, Pemex encontró dos yacimientos en Chiapas y Veracruz, cuyas reservas se estiman en 148 millones de barriles y los dos mil millones de barriles, respectivamente. Cabe destacar que el modelo energético de la 4T concibe la inclusión del centro y sureste en las cadenas industriales y logísticas del sector eléctrico y petrolero, no sólo como zonas para la extracción de materia prima. De la misma manera, este modelo considera que CFE y Pemex cuentan con las capacidades técnicas y humanas para innovar y participar en el desarrollo petroquímico, extracción y aprovechamiento de nuevas fuentes como el litio, así como para incorporar progresivamente el criterio de sustentabilidad ambiental en sus operaciones.
En el ámbito de las energías verdes, el Plan Nacional de Energía contempla un fuerte impulso a su crecimiento a través de centrales fotovoltaicas, eólicas, hidráulicas y geotérmicas, haciendo de la sustentabilidad y la eficiencia energética un hecho. Seremos testigos de la incursión de un sector relativamente nuevo en la industria energética y al que la iniciativa privada considera la apuesta de cara al futuro, el del hidrógeno verde, a partir del cual se impulsará el crecimiento de la electromovilidad para el transporte público y privado en nuestro país. La electromovilidad tiene tal potencial económico que está considerado como un apartado en la renegociación del T-MEC con EU y Canadá. Con la sensibilidad social y experiencia de campo que distingue la aproximación de la doctora Sheinbaum ante las necesidades energéticas de la población de zonas rurales y pequeñas comunidades marginadas del acceso a la energía eléctrica, en las que el uso de estufas de leña deriva en problemas de salud pública por enfermedades de pulmón en mujeres y el deterioro medioambiental por tala y emisiones, el Plan Nacional de Energía plantea combatir dichas amenazas a partir de la promoción y el impulso a energías renovables en estos hogares pobres, donde el abasto energético se convertirá en un avance sustancial para la calidad de vida de las familias mexicanas más necesitadas.
*Secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México.
