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85 aniversario de la Expropiación Petrolera

Columnista Invitado Nacional

Columnista Invitado Nacional

*Por Fadlala Akabani

Convocados por el Presidente de México y líder de la 4T, Andrés Manuel López Obrador, nos reunimos en el corazón político del país: el Zócalo de la Ciudad de México, el sábado pasado con motivo de la conmemoración del 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, lograda por el entonces presidente Lázaro Cárdenas.

Hay que saber de dónde venimos para entender quiénes somos y por qué estamos aquí; tras un pase de lista a las fuerzas progresistas de todos los estados que componen a nuestra República, López Obrador nos dejó la primera reflexión: aquel que ostenta un deseo de transformación no lo puede hacer desde el abandono al pueblo, fue ése el error de Francisco I. Madero, y el acierto de Lázaro Cárdenas.

Como gran promotor de la organización obrera y campesina, Cárdenas atendió las grandes necesidades económicas y sociales de los sectores populares, como la transformación de la estructura agraria del país, que pasó de grandes latifundios a la propiedad ejidal y comunal que, en los primeros seis años de gobierno, entregó 18 millones 52 mil hectáreas a más de 1 millón de familias indígenas y campesinas, cumpliendo así con una de las más profundas demandas revolucionarias: “La tierra es de quien la trabaja”. Asimismo, el cardenismo acompañó la lucha obrera por mejores salarios y condiciones laborales, llevando a la realidad la letra del artículo 123 de la Constitución, respetando la plena libertad del derecho a huelga y consolidando la formación de los grandes sindicatos nacionales, así como las ligas de comunidades agrarias. Cárdenas entendía que, aun bajo la creciente amenaza de un conflicto bélico de gran escala, sin el acompañamiento masivo y convencimiento de los sectores populares la gesta por expropiar el petróleo a compañías extranjeras (británicas y estadunidenses, principalmente) sería sencillamente imposible, y no se equivocó, pues fue el pueblo raso, obrero y campesino, quien contribuyó con chivos, guajolotes, incluso humildes alhajas para el pago de las indemnizaciones.

Toda proporción guardada, la coyuntura política actual presenta muchas similitudes con los convulsos tiempos que, victoriosamente sorteó Cárdenas; en este sexenio de transformación, como en el de 1934-1940, se ha luchado por restituir plenamente la soberanía nacional  sobre los recursos energéticos, ya no sólo el petróleo y la industria eléctrica como en el siglo XX, pues la 4T ha profundizado esta lucha de cara al futuro con la nacionalización del litio, clave para el desarrollo tecnológico-industrial y manzana de la discordia entre potencias como Estados Unidos y China. Asimismo, la amenaza de una crisis económica global con el colapso de entidades bancarias y los tambores de guerra que aceleran su marcha y elevan la probabilidad de escalamiento en el actual conflicto bélico al Este de Europa terminarían por trastocar el frágil equilibrio del sistema financiero y la cadena de suministro de materias primas y alimentos a nivel global.

Pese a los parangones entre los tiempos del cardenismo y el obradorismo creo, sin embargo, que bajo el liderazgo de López Obrador se han conquistado mejores condiciones para enfrentar y resistir los posibles estragos de una crisis sistémica global, pues a diferencia del siglo XX, hoy México cuenta con entidades sólidas que han crecido a un nivel exponencial y que serían simplemente impensables bajo el humillante entreguismo neoliberal como el Banco del Bienestar, que es la institución bancaria con más sucursales en el país; 2 mil 600 sucursales, ubicadas no sólo en las grandes zonas metropolitanas, sino también en las localidades más apartadas, espacios modernos y dignos para entregar al pueblo lo que por derecho y justicia le corresponde, una oportunidad de desarrollo y dignidad a través de los programas sociales que al quinto año de gobierno cubren 71% de los hogares mexicanos.

López Obrador ha sido el más férreo impulsor de grandes obras de infraestructura (modernización, adquisición y construcción de refinerías; trenes turísticos y de carga que ubican a nuestro país no sólo en una relativa tranquilidad ante la convulsión política, energética y económica global, sino en la posibilidad de convertirnos en una nación desarrollada, soberana y humanista que cuenta con el respeto y la consideración de las potencias militares globales, China, Rusia y Estados Unidos). México será en 2024 una de las pocas naciones del mundo que contará con plena soberanía energética y no habrá necesidad de importar gas, gasolina, diésel ni carbón.

Si López Obrador ha forjado mejores condiciones para nuestro país es porque se ha subido en hombros de gigantes como Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Lázaro Cárdenas que nos han enseñado que sólo con el acompañamiento del noble y valiente pueblo de México es posible alcanzar los anhelos colectivos de paz, justicia, soberanía y prosperidad.

 

*Secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México.

 

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