Ucrania y la paz por agotamiento

Por Shlomo BenAmi * TEL AVIV. Aunque invariablemente las guerras terminan, los desacuerdos subyacentes suelen perdurar. Se llega a una paz tenue, interrumpida por espasmos de violencia. La forma en que terminan las guerras puede implicar una diferencia: es menos ...

Por Shlomo Ben-Ami *

TEL AVIV.— Aunque invariablemente las guerras terminan, los desacuerdos subyacentes suelen perdurar. Se llega a una paz tenue, interrumpida por espasmos de violencia. La forma en que terminan las guerras puede implicar una diferencia: es menos probable que el agotamiento evite estallidos futuros, que la derrota absoluta de una de las partes, pero no hay garantías. De todas formas, no significa que no valga la pena buscar ciertos tipos de paz.

No escasean los ejemplos de enemigos —Corea del Norte y del Sur, Etiopía y Eritrea, y Serbia y Kosovo— que actualmente mantienen el equilibrio con una paz frágil. Japón y Rusia aún no han formalizado el fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial debido a su duradera disputa por las islas Curiles. Y a pesar de la tregua que firmaron en 1994, Armenia y Azerbaiyán no lograron un acuerdo de paz permanente en el Alto Karabaj.

Quienes se resisten a la paz imperfecta a menudo terminan en peor situación. Esto es lo que les pasó a los palestinos... y Ucrania parece decidida a correr la misma suerte.

Durante su visita a Estados Unidos el mes pasado, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reiteró que su país sólo aceptará la retirada total rusa del territorio ucraniano, Crimea incluida. Pero es poco probable que logre vencer categóricamente a un invasor mucho mayor.

Esto se debe, en parte, a que Occidente sigue calibrando el aprovisionamiento de armas a Ucrania. Para salvaguardar la unidad de la OTAN y evitar una escalada, el gobierno del presidente Joe Biden evita la entrega de armas de capacidad superior.

Es de suponer que las decisiones sobre el aprovisionamiento de armamento a Ucrania también reflejan la evolución de la política de guerra rusa. En los últimos meses surgieron escisiones en el Kremlin: los partidarios de la línea dura claman por una estrategia más audaz frente a Ucrania. Esto podría empujar al presidente Vladimir Putin a aumentar la escala del conflicto, sobrepasar más límites que Occidente e intensificar la represión interna.

En este nuevo año, Zelenski afirmó que es posible que Rusia “esté apostando al agotamiento” del pueblo ucraniano, su defensa aérea y sector energético. Probablemente esté en lo cierto. De lo que no parece darse cuenta es de que el apoyo estadunidense y de sus aliados de la OTAN sólo podrá sostener a sus fuerzas por cierto tiempo. Están más cerca del agotamiento que sus contrincantes rusos.

Algo más importante es que la guerra tiene lugar en suelo ucraniano: mientras los incesantes ataques con drones y misiles demolieron la infraestructura de Ucrania (causaron pérdidas directas de aproximadamente 130 mil millones de dólares, según las estimaciones a septiembre) e infligieron miserias incalculables a sus civiles (con 40 mil muertos y entre 15 y 30 millones de desplazados), los rusos siguieron con sus vidas prácticamente sin cambios.

Esto ocurrió a pesar de las sanciones de Occidente, cuyo impacto inmediato sobre la población rusa fue limitado. En 2022, la economía rusa sólo se contrajo entre 3 y 4%, y el desempleo casi no cambió. Por el contrario, la economía ucraniana se redujo 32% y el desempleo se disparó a 35 por ciento. Dado que Rusia cuenta con amplia experiencia para burlar las sanciones dirigidas a su sector militar, también se las arregló para salvaguardar su base industrial de defensa y reemplazar el equipamiento militar que perdió.

Es poco probable que un acuerdo logre evitar futuros estallidos de violencia, pero, como sabe EU por experiencia, la era de las victorias gloriosas ya no existe. La paz por agotamiento es mejor que la guerra.

*Exministro de Asuntos Exteriores israelí, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz. Escribió Profetas sin honor: la Cumbre de Camp David y el fin de la solución de dos estados (Oxford University Press, 2022)

Temas: