Sin maquillaje / arlamont@msn.com.mx / 23 de noviembre de 2024

EN LOS TIEMPOS ANTIGUOS

¿Y cómo se acomodaban para dormir en tiempos antiguos, cuando la gente común y corriente no tenía recámaras ni camas individuales?

R. El sueño comunitario era común durante la Edad Media, con familias enteras compartiendo la misma cama. Incluso había un arreglo estándar en algunas familias, aunque no siempre se adhirió: en muchos hogares irlandeses, por ejemplo, era típico que mamá y papá estuvieran en el medio, las hijas en el lado de la cama más cercano a la pared y los hijos en el otro lado. El más joven estaría más cerca del padre al lado del que estaba acurrucado. Los visitantes, sirvientes y amigos también podrían unirse: no había exactamente un excedente de colchones de espuma viscoelástica en ese momento, por lo que dormir bajo el mismo techo tendía a significar dormir en la misma cama.

La práctica se extendió a las posadas y otros alojamientos al borde de la carretera, donde las habitaciones individuales que disfrutamos hoy eran mucho menos comunes y los completos extraños a menudo eran extraños para pasar la noche. Esto ciertamente vino con sus desventajas: nunca se sabe lo higiénico que puede ser un compañero de viaje, por no hablar de si roncan o no, pero el “sueño social” también llevó a muchas conversaciones nocturnas que incluso los nobles que podían permitirse sus propias camas buscaron activamente.

GUERRA CIVIL

Don Alfredo, la RAE define una guerra civil como que “los participantes son generalmente dos o más ejes políticos contrarios que se originan en el mismo Estado”.

De acuerdo con esta definición y contando con que desde el inicio de la guerra de México contra los cárteles de la droga en 2006, con más de 300 mil personas que han sido asesinadas, tanto en confrontaciones directas entre los cárteles y las fuerzas del orden, como daños colaterales que afectan a civiles, y las más de 60 mil desapariciones ¿no es ya tiempo de aceptar que nuestro país está en Guerra Civil, y actuar acorde?

R. Don Uribe, hace un punto convincente. La violencia y el conflicto con los cárteles de la droga en México han resultado en una pérdida significativa de vidas y han tenido profundos impactos en el país. Aunque el deseo de los cárteles por controlar e influir en las estructuras políticas y gubernamentales comparte algunas características con las guerras civiles, la principal distinción radica en la naturaleza del conflicto.

Las guerras civiles suelen involucrar a grupos organizados que luchan por el control político o el cambio ideológico, a menudo con el objetivo de derrocar o alterar significativamente el gobierno. En contraste, la motivación principal de los cárteles es el beneficio económico a través de actividades ilegales, y sus acciones están impulsadas más por el lucro que por una ideología política.

Dicho esto, la escala y la intensidad de la violencia, junto con la influencia de los cárteles en la política y la sociedad, sí difuminan las líneas. La situación en México es compleja y multifacética, y aunque no encaje en la definición tradicional de una guerra civil, ciertamente representa una crisis grave y continua con consecuencias devastadoras para muchos mexicanos.

Le comparto: la guerra contra los cárteles en México ha tenido niveles de violencia variables bajo diferentes administraciones. Según el sitio Statista.com, las cifras aproximadas son:

* Felipe Calderón (2006-2012): 122 mil 319 personas asesinadas.

* Enrique Peña Nieto (2012-2018): 150 mil 451 muertes.

* Andrés Manuel López Obrador (2018-2024): 151 mil 266 muertes.

Total: 424 mil 36 con un promedio diario de 65 muertes.

Para ponerlo en contexto, la invasión de Ucrania tiene un promedio de 170 muertos diarios y la de Gaza, 110 diarios. En estas guerras, los grupos están armados con aviones de combate, tanques, drones y armamento de la más alta sofisticación. Mientras tanto, aquí en México, seguimos en conflicto o guerra sin fin.