La noche del viernes 5 de agosto, José de la Luz (qué apellido tan “iluminado”) de 28 años de edad, vio entre las ramas de un guayabo, un objeto volador destellante y lo capturó.
En una entrevista para la televisión dijo textualmente:
—“No, pus es que andaba arrancando guayabas pa’aventárselas a mis amigos y miré para un lado y vi como un ‘centellito’. Se me hizo muy raro, entonces le tiré el agarrón y lo atrapé. Cuando abrí la mano vi un animalito y dije: ¡ay, un hada madrina!”
¿Lo puedes creer? ¡Es impresionante la cantidad de estupideces que puede decir una persona sin educación! José de la Luz es un ignorante, un imbécil, un imberbe.
¿Por qué? ¡Porque las hadas madrinas no son animalitos!
Las hadas son criaturas fantásticas y etéreas. Además hay una gran diferencia entre un hada y un hada madrina.
Un hada es una mujer hermosa que se dedica a proteger la naturaleza y un hada madrina es gordita, tiene el pelo blanco, canta una canción que se llama Bibidi Babidi Bu, se dedica a conceder deseos y con su varita mágica convierte calabazas en carrozas, a cuatro ratones en caballos, a un caballo en el conductor de la carroza y a un perro en un lacayo como ninguno.
A José le urge ponerse a ver La cenicienta más seguido para no andar diciendo estupideces en la televisión. Lo que él atrapó, no fue un hada madrina, fue un hada.
Confundir un hada con un hada madrina es tan estúpido como confundir a Pepe Grillo con El Chapulín Colorado. Da mucho coraje.
Además ¿Quién se pone a arrancar guayabas para aventárselas a sus amigos a los 28 años?
Eso yo lo hacía a los 11.
A los 28 años uno debería estar persiguiendo hadas, buscando duendes y siguiéndole la pista a Pie Grande sin la necesidad de destruir la naturaleza. O ¿a poco crees que yo ando talando árboles en el bosque para que no me tapen la vista de los OVNIS que tengo grabados en mi cámara de video? ¡No! Si me pongo a talar los árboles y a faltarle al respeto a la naturaleza, luego no encuentro ramas para colgar con hilo de pescar las naves espaciales que compro en ebay. Y si no hay ramas para colgar naves espaciales, no hay historias de OVNIS y eso merma y resquebraja las creencias de vida en otros planetas.
La última vez que vi un hada trepada en el guayabo fue cuando mi mujer se disfrazó de Campanita, yo era Peter Pan y sexualmente nos fuimos al País de Nunca Jamás. Ese día los dos tuvimos un orgasmo fantástico.
