Logo de Excélsior                                                        
Nacional

Car-Can, dan alternativa a las mascotas

Una mezcla entre ciencia y artesanía devuelve a los perros la oportunidad de desplazarse. Se trata de la primera patente en México de una silla de ruedas para animales

Selene Alonzo Romero | 05-09-2016

CIUDAD DE MÉXICO.

Entre pruebas e investigaciones, Javier Herrera tardó un año y medio para desarrollar el primer prototipo de silla de ruedas para perros, mismo que más tarde patentó.

La inspiración del proyecto  Car-Can fue un pastor alemán con displacia de cadera que vivía en Oaxaca. En ese momento el veterinario se basó en algunos modelos ya existentes en Europa y Estados Unidos.

En México, Javier sería el pionero en la fabricación de este modelo base que modificaría y diseñaría a su propio estilo.

“Nos podemos sentir muy a gusto porque han pasado por aquí más de tres mil quinientos perros. El año pasado festejamos que pusimos la silla tres mil”, dijo el fundador de esta cooperativa familiar.

Este es un trabajo artesanal, debido a que al principio no era sencillo encontrar los materiales para construir esta herramienta. En un inicio se utilizaban ruedas de carriolas de segunda mano, patines o patinetas.

Tras varios años, Car-Can ha perfeccionado un modelo genérico de sillas de ruedas que modifican dependiendo de las necesidades físicas, características y actividades de la mascota.

El proceso de armado para cada silla puede tardar hasta cuatro días. El primero es para labores de herrería y ensamblaje; el segundo, para pintar, trabajo que desarrolla Fidelia, la esposa de Javier; el tercero, para montar lonetas, y el último, para probarla con el beneficiado y hacer los ajustes necesarios. Este último trabajo lo realizan Adrián y su hermana Jessica, colaboradores de Car-Can.

Para hacer las pruebas, montan al animal y dejan que camine, para ver si el proceso va bien. “Algo tuvimos que haber aprendido después de tres mil quinientos perros, para saber si está a gusto o no”, aseguró el veterinario.

El equipo completo trabaja de lunes a miércoles en la producción de las órtesis y prótesis, mientras que de jueves a domingo el centro abre sus puertas a los pacientes para consulta, rehabilitación y compra.

Luego de la valoración del médico ortopedista, Luis Gustavo Álvarez Blanquet, el proceso para adquirir una silla de ruedas comienza para los dueños de una mascota con  alguna discapacidad.

En el caso de las que ya han sido diagnosticadas por otro médico, deberán presentar su receta para hacer los ajustes.

“Ante la discapacidad de los perros, los médicos anteriormente les decían a los dueños que había que dormirlos, que la opción era la eutanasia. Pero eso es una forma muy rudimentaria de pensar porque también es una vida”, dijo Javier, quien agradece la fortuna de encontrar colaboradores y dueños comprometidos con la buena calidad de vida de los animales.

Pero las sillas de ruedas de dos o cuatro puntos no son las únicas herramientas de apoyo: Car-Can desarrolló prótesis para aquellos animales a los que les falta una extremidad o necesitan una órtesis, como férulas o aureolas para perros invidentes y arneses.

Esta iniciativa apoya a dueños particulares, albergues caninos, voluntarios independientes y organizaciones sociales como Milagros Caninos, que se dedica al rescate y rehabilitación de animales que después da en adopción.

Los precios de estos artefactos, como una silla de ruedas pequeña, están en alrededor de mil pesos, mientras que para las razas grandes oscilan entre los mil trescientos pesos.

Así es como han conseguido pacientes de toda la República Mexicana, incluso han llegado mascotas de Sudamérica, Estados Unidos y España.

“A Cuba entraron dos sillas como ayuda humanitaria. Fue un médico que estaba de intercambio en la UNAM y vino, le gustó la propuesta y dijo que aprovechando el viaje se llevaría una silla”, concluyó el veterinario fundador de Car-Can.

Te recomendamos

Tags

Comparte en Redes Sociales