Logo de Excélsior                                                        
Nacional

98 años: Excélsior, global desde su origen

Hace 125 años nació en Monterrey Rodrigo de Llano, el director que más tiempo ha estado al frente de El Periódico de la Vida Nacional, invitado por Rafael Alducin, fundador del diario

Andrés Becerril | 18-03-2015

CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo.- Excélsior, está arañando el siglo de vida: hoy cumple 98 años.

Desde su primera aparición, el domingo 18 de marzo de 1917, en el diario fundado por Rafael Alducin, participó Rodrigo de Llano, un periodista que entonces vivía en Nueva York y, desde la urbe de hierro, se convirtió en pieza clave en la consolidación definitiva del diario, primero como corresponsal en aquella ciudad y años después como su director.

Desde 2006, este diario es parte de Grupo Imagen Multimedia, que la semana pasada obtuvo la concesión de una nueva cadena de televisión abierta digital y que se espera entre en operaciones en enero del próximo año, cuando inicie la cuenta regresiva para la centuria de El Periódico de la Vida Nacional.

En dos distintas etapas (1924-1929 y 1931-1963), Rodrigo de Llano se convirtió en el director con más años al frente de este periódico. Diecinueve días antes de la muerte de Alducin, ocurrida el 29 de marzo de 1924, De Llano se hizo cargo de la dirección de la sociedad anónima. En la segunda etapa, cuando Excélsior se convirtió en cooperativa, De Llano regresó a la Ciudad de México, procedente de Nueva York para retomar  la dirección del diario y llegó a ser también el presidente del Consejo de Administración de la sociedad.

Rodrigo de Llano fue hijo de José de Llano y Elvira Cantú Treviño; tuvo tres hermanos, José, Enrique y Bertha. Fue quien impuso en Excélsior modernas técnicas de redacción. Sus más cercanos amigos que departían con él fuera de la sede del periódico, en el legendario restaurante Ambassadeur, no le decían como todos, don Rodrigo, sino Skipper, que en español significa patrón.

En febrero de 1917, un mes antes de la aparición de Excélsior, Alducin contactó hasta Nueva York a De Llano. La idea era que formara parte del nuevo proyecto periodístico. De Llano, que estaba a punto de cumplir 27 años —nació el 5 de abril de 1890 en Monterrey, Nuevo León— y que entonces ya tenía once años como periodista, publicó su primera nota periodística en el  Monterrey News, en 1906.

De office boy a periodista

Con la primaria terminada en el Instituto Laurens, en 1905, De Llano empezó a trabajar como office boy en la American Smelting and Refining Co., en Monterrey.

Un día que la empresa recibió la visita de importantes personajes para sus negocios, a De Llano se le ocurrió escribir una crónica sobre el hecho. La cuartilla redactada por el joven De Llano fue llevada por él mismo hasta el buzón del Monterrey News, un periódico propiedad del coronel estadunidense Joseph Andrews Robertson, uno de los pioneros de la industrialización de la Sultana del Norte.

La publicación en 1906 de ese primer texto lubricó las expectativas de De Llano para convertirse algún día en periodista, por lo cual siguió enviando textos a ese diario, que siempre eran publicados.

Después de varias entregas, el director del diario quiso conocer al autor de aquellos textos llevados a hurtadillas y ordenó que en cuanto pusiera otro texto en el buzón lo llevaran ante él.

Originalmente, Monterrey News, que empezó a circular en 1892, se editaba en inglés, pero a partir de 1902 tuvo una edición en español, en la que De Llano participó durante dos años, con una invitación directa de Ángel Montalvo, redactor jefe del periódico de Robertson. De Llano trabajó como gacetillero de múltiples actividades y facetas, como se acostumbraba en los periódicos de la época.

En su paso por el Monterrey News, De Llano tuvo contacto con un señor de apellido Becerra, quien era un detractor absoluto del general Porfirio Díaz y quien al ver un día escribir frenéticamente a De Llano le dijo: “Jovencito, no sé por qué ha preferido dedicarse a esta profesión tan cruel y engañosa, exenta de satisfacciones y preñada de vicisitudes…”, contó alguna vez el mismo De Llano, poco dado a exponer públicamente cosas de su vida personal y profesional.

En enero de 1908, Ignacio Morelos Zaragoza, editor de Monterrey News le escribió a De Llano una carta de recomendación-despedida, en su marcha hacia la Ciudad de México, que en los albores de los 18 años se integró a la redacción de El Imparcial, donde llegó a ser el jefe de información.

En El Imparcial, entonces catedral del periodismo mexicano, De Llano entró a trabajar como ayudante del encargado de la sección de estados, a cargo de José de Jesús Núñez y Domínguez. Rafael Reyes Espíndola, considerado como uno de los precursores del periodismo moderno, y dueño de El Imparcial, le vio espolones para gallo a De Llano y le dio una plaza como reportero.

Poco tiempo después, Rodrigo de Llano fue invitado para convertirse en jefe de redacción del periódico El País, también en la Ciudad de México. Tal fue el prestigio de buen periodista que empezó a formarse De Llano, que fue llamado de regreso por Espíndola  para ocupar el cargo de jefe de redacción en El Imparcial.

1914: cubrió la invasión de EU

Uno de los grandes episodios que De Llano tuvo como reportero de El Imparcial ocurrió en 1914, durante el desembarco de las tropas estadunidenses en Veracruz, a raíz del cargamento de armas que Victoriano Huerta había hecho traer para combatir a los revolucionarios que buscaban derrocarlo después haber mandado asesinar al presidente Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez y de haberse apoderado de la Presidencia de México, a través de un golpe de Estado.

De Llano fue el único periodista que pudo llegar al puerto de Veracruz, caminando desde Paso del Macho, donde estaban cortadas las comunicaciones. Con una cámara de fotos y su cuaderno de notas, el reportero llegó al muelle en el momento en que la invasión de Estados Unidos estaba comenzando, el 21 de abril de 1914.

Los soldados estadunidenses apresaron a De Llano. Estuvo retenido en un improvisado cuartel gringo y, luego de confirmarse que no era un espía como creían los invasores, sino un periodista, fue dejado en libertad, para poder informar de lo que sucedía en Veracruz.

Estaba por terminar el año de 1914, cuando De Llano, con sus contactos estadunidenses, a partir de sus trabajo en la American Smelting and Refining Co. y en Monterrey News, se marchó a Nueva York, donde fundó el semanario en español El Heraldo.

Fue el poeta José de Jesús Núñez y Domínguez, que había sido jefe de De Llano en El Imparcial —y quien le sugirió a Alducin que su periódico se llamara Excélsior—, quien le sugirió al empresario y editor de Revista de Revistas —madre de Excélsior—, que se pusiera en contacto con De Llano, que ya llevaba varios años en Nueva York.

Alducin le comentó a De Llano sobre los planes de la inminente fundación de un nuevo periódico en la Ciudad de México y le ofreció que fuera el corresponsal de la publicación en Nueva York, ya que el dinero no le alcanzaba para contratar los servicios de agencias informativas, principalmente de la Associated Press (AP), que fue fundada desde 1846.

Roberto Núñez y Domínguez, hermano del vate José de Jesús, cuenta en una nota publicada dos días después de la muerte de Rodrigo de Llano (29 de enero de 1963), que fue tal la suerte del corresponsal de Excélsior en Nueva York, que la primera información cablegráfica que envió, fue la referente a la caída del régimen zarista en Rusia.

El 18 de marzo de hace 98 años, El Periódico de la Vida Nacional apareció con la cabeza principal: “VIENTOS REPUBLICANOS SOPLAN SOBRE EL IMPERIO MOSCOVITA”.

En aquella época la información no viajaba con la misma velocidad que hoy. La abdicación del último zar ruso, Nicolás II, ocurrió el jueves 15 de marzo de 1917. El viernes 16, The New York Times publicó como nota principal el hecho: “REVOLUTION IN RUSIA; CZAR ABDICATES; MICHEL MADE REGENTE, EMPRESS IN HIDING; PRO-GERMAN MINISTERS REPORTED SLAN”

Director, desde 1924

Como corresponsal de Excélsior, De Llano entrevistó al presidente de Estados Unidos, Warren G. Harding  (1921-1923) y a su sucesor, Calvin Coolidge (1925-1929). También dio cuenta del paso por la Urbe de Hierro de personalidades de la época como Vicente Blasco Ibáñez, un escritor republicano, o el filósofo británico Hebert George Wells.

Mientras el trabajo de De Llano desde Nueva York posicionaba a Excélsior como un periódico global, Alducin hacía crecer a su empresa. En 1922 El Periódico de la Vida Nacional empezó a engrandecerse, tuvo un edificio propio, maquinaria nueva, estación de radio —que fue la más potente de la época— y embalado por  la presencia de Rodrigo de Llano, inclusive una página en inglés.

En los primeros días de 1924, Alducin le pidió a De Llano que viniera a la Ciudad de México. Alducin sabía que el entonces director de Excélsior, José E. Campos, no estaba a gusto y que pronto dejaría la responsabilidad.

Fue entonces que Alducin le ofreció a De Llano la dirección del periódico. De Llano la rechazó, alegando que no quería desplazar a nadie, pero Alducin insistió. El 11 de marzo de 1924, según la historia oficial del diario, De Llano tomó la riendas del rotativo de forma provisional y puso en marcha una novedosa forma de hacer periodismo en México, lo que había aprendido del quehacer informativo de Estados Unidos.

El 19 de marzo de 1924, cuando Excélsior llegó a su séptimo aniversario, 10 mil aparatos de radio pudieron captar la señal de una nueva estación de radio: Excélsior Parker CYX, entonces la más potente de América Latina, que inauguró sus transmisiones con un concierto de Manuel Lerdo de Tejada.

El 29 de marzo de 1924 murió Rafael Alducin. Dos días antes, el 27, Alducin cayó del caballo que montaba al salir del Bosque de Chapultepec. El caballo se asustó con el sonido del silbato del tren eléctrico que iba hacia el entonces pueblo de San Ángel y Alducin fue a dar a una cerca de alambres de púas.

Excélsior se desestabilizó con la muerte de Alducin. Las riendas de la sociedad anónima las tomó la viuda del fundador del periódico, Consuelo Thomalen. Pero las cosas no salieron bien. El primero de abril de 1929, De Llano dejó la dirección; su lugar fue ocupado por Manuel L. Barragán y De Llano regresó a Nueva York para seguir con su vida allá.

En 1931 retomó el timón

La noche del 13 de junio de 1931 estalló una huelga que paralizó a Excélsior. El domingo 14 no se publicó el diario. Era pésima la situación financiera de la empresa, tanto que los empleados no recibían su salario y eso detonó en el paro que estuvo a punto de acabar con la existencia del diario. Los directivos de entonces, Abel R. Pérez, como director y el gerente Juan Durán y Casahonda, decidieron llamar a Rodrigo de Llano para que se hiciera cargo del diario que ya había dirigido durante cinco años.

Causualmente De Llano estaba en la Ciudad de México y junto con otras personas había sido objeto de un homenaje, que se publicó como información en Excélsior.

Diez días después del inicio de la huelga, la noche del 24 de junio, se reanudaron los trabajos en el periódico y el jueves 25 de junio de 1931 Excélsior volvió a la circulación.

El encabezado principal de la reanudación del periódico dice: “DOS AVIADORES CRUZARON AYER EL ATLÁNTICO Y OTROS DOS VAN SOBRE EL MAR RUMBO A EUROPA”. También en la primera plana del diario se daban a conocer los cambios hechos en la directiva, empezando por el nombramiento de Rodrigo de Llano como director, Abel R. Pérez como presidente del Consejo de Administración y Gilberto Figueroa como contador general de la que aún era una sociedad anónima. Al poco tiempo Figueroa se convirtió en el legendario gerente general que participó en la bonanza de la cooperativa.

A De Llano le tocó firmar las primeras bases constitutivas de la cooperativa Excélsior en febrero de 1932, luego de la imposibilidad de que se mantuviera como empresa privada. No obstante de haber sido un impulsor del cooperativismo, De Llano se mantenía ajeno a la vida de la cooperativa.

A partir de 1934, ya bien sentado en la dirección del diario y con la sabiduría empresarial de Figueroa, De Llano y su gerente se dedicaron a llevar a la cooperativa Excélsior a una bonanza económica que parecía inagotable y a acrecentar su prestigio editorial.

Noticias “calientitas”

Cinco años después de la huelga que estuvo a punto de hacer desaparecer a Excélsior, De Llano creó la edición de Últimas Noticias, un periódico meridiano, que alimentaba de información a la ciudadanía, que apareció por primera vez el 27 de enero de 1936.

Ejemplos de la oportunidad noticiosa de esta edición son las primeras declaraciones que ofreció Trotsky al diario, apenas desembarcado en México a partir de su exilio y la expulsión del país de Plutarco Elías Calles durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas, ocurrida el 10 de abril de 1936.

Tres años después, el 1 de septiembre de 1939, el director de Excélsior dio vida a la segunda edición de Últimas Noticias, que popularmente se conocía como La Extra, una edición vespertina, que sirvió como un informador inmediato de lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial.

Además de Excélsior y las dos ediciones de Últimas Noticias, la cooperativa editaba Jueves de Excélsior, una publicación eminentemente política que se sumó a Revista de Revistas, Ja-já, que era una revista de chistes con ilustraciones; Magazine policiaco, entre otras.

Entre 1940 y 1955, la cooperativa se dedicó a comprar bienes inmuebles. Primero los edificios de Reforma 18, y Bucareli 19 y 21. Luego la recuperación de Bucareli 17, que la viuda de Alducin, había tenido que vender para poder pagar las deudas que tuvo el diario después de la muerte de su fundador.

El periódico también creció en equipo. Compró nuevas y modernas rotativas y máquinas de fotocolor llegaron a los talleres. Ésa implicó una nueva inversión en edificios, compró otro inmueble en la calle de Donato Guerra. La capacidad de producción era suficiente para imprimir hasta 150 mil ejemplares diarios. 

Excélsior introdujo además nuevas promociones para captar suscriptores: organizó sorteos para premiar a sus lectores con el regalo de casas. Para tal efecto compró terrenos en las colonias Narvarte y Del Valle, y construyó casas.

Scherer hizo la crónica de los 50 años de carrera

En 1956, Rodrigo de Llano cumplió 50 años como periodista. Julio Scherer García —quien sería director de este diario entre 1968 y 1976— fue el reportero encargado de cubrir la ceremonia en donde se rindió homenaje al director de Excélsior.

En la crónica de Scherer —fallecido el pasado 7 de enero—, que se publicó el 10 de marzo de 1956 se puede leer: “Tuvieron los presentes una impresión común: estaban ante la estampa del periodista; su actitud irradiaba fortaleza; sus movimientos tenían determinación; su voz era firme, rotunda, ligeramente grave por su estado de ánimo”.

En esa ceremonia que recreó Scherer y que se publicó en la primera plana del diario, escribió lo que dijo De Llano: “El periodismo, para entenderlo en su sentido sicológico, representa el vehículo del conocimiento humano de las incidencias de la vida diaria, el lazo de comprensión colectiva de todo aquello que nos atañe; en suma, la historia escrita al día. Que deberá servir más tarde a los historiadores en los relatos de los hechos retrospectivos que forjan la trayectoria de una nación”.

En el año de su jubileo, De Llano tuvo una enemistad con el poeta Salvador Novo, que se conoció dos años después, en 1958, cuando Novo, que había sido cooperativista en Excélsior, hizo públicas sus diferencias con De Llano. En una obra de teatro llamada A ocho columnas, la cual se ha interpretado como una crítica de Novo a un director de diario, que por sus características podría haber sido Rodrigo de Llano. De Llano vetó durante su dirección cualquier nota sobre el poeta.

Bonanza

Para 1959, con una sociedad cooperativa en absoluta bonanza y convertido Excélsior en la catedral del periodismo mexicano, De Llano y Figueroa empezaron un negocio con terrenos ejidales, obtenidos a través de una licitación pública y conocidos entonces como La Candelaria y que actualmente se llaman Paseos de Taxqueña.

La idea de De Llano y Figueroa era comprar un millón de metros cuadrados y sobre ese terreno construir una nueva sede del diario, así como  casas para los trabajadores. Pero el asunto no prosperó debido a la muerte del gerente Figueroa y a que el entonces regente del Departamento del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu obstaculizó la urbanización de La Candelaria. En 1973, bajo la dirección de Scherer y la anuencia del presidente Luis Echeverría, se destrabó el asunto de Paseos de Taxqueña.

En las ediciones del 6 de agosto de 1960 de varios periódicos se publicó un desplegado firmado por varios intelectuales mexicanos quienes gozaban ya de una buena reputación por su obra. En el desplegado, los firmantes solicitaban al presidente Adolfo López Mateos que se hiciera justicia a un grupo de personas que habían sido reprimidas días antes por el cuerpo de granaderos en la Ciudad de México, al estarse manifestando en favor del líder magisterial Othón Salazar.

En el desplegado aparecían las firmas de los reporteros de  Excélsior Eduardo Deschamps, Miguel López Azuara y Julio Scherer.

Sobre este hecho López Azuara, que ingresó a trabajar a Excélsior en 1955, contó para este trabajo cómo se dieron las cosas. “Yo cubría Relaciones Exteriores y ahí Elenita Vázquez Gómez, que era la secretaria de Prensa de la Cancillería y había sido secretaria del general Lázaro Cárdenas, me persuadió de firmar la carta, y me dijo ‘por qué no la llevas a Excélsior a ver quién la quiere firmar. Solamente invité a Eduardo y a Julio, que firmaron”.

Por ese motivo, De Llano envió a la Comisión de Control Técnico de la cooperativa un aviso para suspender durante quince días a los tres reporteros, bajo el argumento de haber firmado un desplegado junto a otros “reconocidos comunistas”.

La Comisión de Conciliación y Arbitraje de la cooperativa había decidido la expulsión definitiva de Deschamps, López Azuara y Scherer, pero fueron indultados gracias a la intervención de Gustavo Durán de Huerta, entonces integrante de la Comisión y que llegó a ser uno de los grandes y legendarios periodistas de Excélsior.

Cuatro años antes de que El Periódico de la Vida Nacional cumpliera medio siglo de existencia, el 29 de enero de 1963, siendo director de Excélsior murió Rodrigo de Llano; la noticia se publicó como nota principal el 30 de enero de 1963, enmarcada de cientos de condolencias por el fallecimiento de un periodista que supo que el olor a la tinta es imborrable.

Te recomendamos

Comparte en Redes Sociales