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Comunidad

Erik y Sindy, arquitectos del underground que recuperan espacios

Con su visión ‘Nuevas Especies Urbanas’ observan su forma de relacionarse y moverse en la comunidad y la recuperación de espacios; Sindy y Erik, exponentes de la 'Anónima Arquitectura'

Eduardo Domínguez D. | 11-08-2016

CIUDAD DE MÉXICO

Los problemas arquitectónicos y de vivienda social en México ‘radican en tres aspectos: falta de sensibilidad, compromiso y poco profesionalismo’.

Si eres ‘sensible (1)’ con el peatón, puedes ejercer ‘profesionalmente (2)’ tu actividad, porque te estás ‘comprometiendo (3)’ con el resultado. Si no hay eso, si la visión es muy corta y no te abres a la experiencia, tu trabajo será una arquitectura mal pensada, mal planeada:

Sindy Martínez Lortia.

La arquitectura de una ciudad puede develarnos los estadios históricos que dicha región ha experimentado. Si observamos a consciencia nuestra ciudad, veremos que posee una variopinta mezcolanza de obras evidenciando que es un paraje en donde tradiciones culturales y arquitectónicas, así como su acoplamiento al mundo cambiante en el que irremediablemente está inmiscuido, pugnan a cada momento, codo a codo: no olvidamos quiénes somos, y nos reinventamos en lo que creamos y proyectamos.

En el Atrio de San Francisco, ubicado a un costado de la Torre Latinoamericana, Francisco I. Madero #7, hay una jungla de aros de considerables proporciones que me exhorta a escalarla como todo un primate al solo verla. Niños, adolescentes, turistas y adultos trepaban, toman fotografías; sonríen por el hecho de ver una estructura que incita a jugar, independientemente de tu jovialidad o decrépita vejez.

La obra fue realizada por Sindy Martínez Lortia y Erik A. Carranza López. Ambos egresados de la carrera en Arquitectura por la Universidad La Salle y colaboradores del Programa Jóvenes Creadores para el desarrollo de Centros de Diseño Gastronómico en México, entre otras actividades. Ella, además, maestra en Arquitectura por la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional (IPN); también son catedráticos universitarios.

El complejo donde se encuentra la vivienda-oficina de Sindy y Erik, es una obra en la que él participó y, finalmente, adquirió.

Al tocar la puerta, Sindy abre y sólo asoma la cabeza mientras se cubre el cuerpo con la misma, como cuidándose de un posible altercado.

¡Hola! Buenas tardes. Pasa, pasa.

El departamento aprovecha de manera tan lúcida la luz, gracias a unos amplios ventanales dispuestos de suelo a piso, además de que te deleita con una vista que causa envidia de mala leche: preciosa iluminación natural. Por obvias razones, Sindy y Erik no poseen televisor; al menos no se ve uno.

Disculpa el desorden, ¿eh?— dice Erik… Yo lo vi todo es su lugar, a excepción de unas estructuras de metal puestas en la sala, ya que estaban arreglando el estudio. Fue el único relajo que saltó a la vista.

La empresa de Sindy y Erik se llama ‘Anónima arquitectura’. En Twitter los encuentras como @SA_Anonima, y su página de internet es www.anonima.mx, en donde hallarás fotografías e información sobre los entrevistados y sus trabajos realizados a lo largo de los años; se advierte que una única mirada no será suficiente para ver sus obras, “aunque la página no está actualizada”, advirtió Sindy… Menos mal.

Sí, somos egresados de la generación 1994… — Erick dudó y hubo un pequeño silencio acompañado de risas— ¿2000?—. Ambos se miraron como si estuvieran contando un chiste que nadie más tiene la dicha de conocer.

¿La carrera dura seis años?

No, cinco— corrigió Sindy.

Nos aventamos un año más— sus miradas se cruzaban y denotaban complicidad, al estilo de grandes criminales.

Ambos fueron becarios durante tres años consecutivos (2008, 2009 y 2010) para el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fonca). Erik aclara que a Anónima Arquitectura le gusta “trabajar con temas que no están a la moda dentro del gremio de la arquitectura o dentro del tema urbano”.

En el primer año dentro del Fonca se especializaron en trabajo de Gastronomía y Arquitectura; 2009, ‘Nuevas Especies Urbanas’, más comúnmente llamadas “tribus”; y, finalmente, en 2010, trabajaron sobre Cooperativa de Recuperación de Espacio Público en Unidades Habitacionales.

Un ejemplo de ‘Nuevas Especies Urbanas’, son los skaters: observan su forma de relacionarse y moverse en la comunidad. A modo de ejemplificación, Sindy agrega:

Encontramos ciertas comunidades que se agrupan para desarrollar una actividad; reconocemos una serie de habilidades sobre las que nos gusta trabajar en el ámbito arquitectónico…  Por ejemplo: necesitamos saber cómo los skaters se mueven en la ciudad, el tiempo que utilizan y sus espacios” para ofréceles trabajos adecuados a sus necesidades”.

Uno de los trabajos que observarás en la página web de los arquitectos, fue aquél llamado ‘g minúscula’:

Sindy explica que ‘g minúscula’ fue un proyecto que no llegó a su fin: consistía en una casa con una pequeña bodega en la fachada, atiborrada de triques, “una vez la abrieron y bueno, pues ahí sacaban cosas de ‘¡Uy, ese triciclo tiene años!’. Y, entonces, en algún momento pensamos en por qué no poner una especie de mirilla en la puerta y poder hacer una pequeña exposición” para todos los muchachos que iban a la tienda, por las tortillas o por el pan.

Mientras que Sindy explicaba el proyecto inconcluso, no por ganas sino por la típica barrera que acorrala a profesionistas y obreros mexicanos—burocracia política—, Erik sube las escaleras y al poco tiempo regresa con lo que yo llamaría ‘folletos piloto’ de ‘g minúscula’, colocándolos sobre la mesa aerodinámica: del tipo de muebles que todas las personas amantes de la estética interior poseen.

Para los simples mortales y en palabras sencillas, Sindy, ¿qué es la arquitectura?

Es una disciplina, y como actividad primaria tiene la tarea de diseñar el hábitat del hombre. Hablar de arquitectura es como hablar del amor, ¿no? Hasta que no lo vives no sabes exactamente qué es. Como dice un compañero: ‘La arquitectura es como un libro que ya lo han hojeado mucho; ahora lo van a leer, lo van a entender’”.

En alguna forma, digamos, espiritual —al escuchar esta palabra Sindy ríe nuevamente—, la arquitectura “es un lenguaje: tú tienes letras y puedes componer poesía o puedes decir majaderías, ¿no? ¿Qué escoges decir? Una vez conocidos los elementos para realizar arquitectura puedes emitir mensajes maravillosos”.

¿Erik? Arquitectura en palabras simples y arquitectura para ti.

En palabras simples es la construcción social de relaciones. Y para mí es una forma de expresión y comunicación con los demás; es la herramienta con la que te das a entender en la sociedad”.

Erik indica que diverge un poco de la arquitectura entendida como arte, “cómo la cuestión poética del espacio”, ‘¿Por qué?’, “porque al momento que lo clasificas como arte lo estás entendiendo como una actividad elitista, que solamente puede llegar a cierto sector, cuando tendría que ser una cuestión abierta”.

Ahora Sindy hace anotaciones con bolígrafo negro en una libreta de tapas azules con hojas gruesas y ásperas no cuadriculadas. Lleva pantalón y zapatillas negras; blusa a cuadros negros y blancos; aretes en forma de rombo que forman el contorno de un rombo, también de un sobrio negro.

Erik viste playera amarilla con una leyenda impresa muy original y que lo dice todo: ‘Hartista’. Pantalón oscuro, cinturón de tela —con un estilo muy despreocupado que contrasta con el de su compañera, un poco más formal—, y tenis deportivos que se camuflan con el pantalón: alguna variedad entre azul marino y negro.

En los años de 2009-2013, “creo”, dice Erik, colaboraron con un taller llamado Las Americas Virtual Design Studio, organizado por la Ball State University, en Indiana. La universidad invitaba a Casas de Estudio latinoamericanas a un concurso de temática específica en un tema de emergencia: “de cómo un edifico podía cambiar su función interna para darle solución a un huracán o terremoto; todo esto que empezó a suceder con los fenómenos naturales”.

En tu caso, Sindy, ¿en qué momento de tu vida supiste que la arquitectura era lo tuyo?— antes de responder a cualquier pregunta, Sindy sonreía y reía, supongo al recordar las experiencias que le permitirían responder.

Fue muy joven; yo tenía apenas siete años: viaje con mis padres a Oaxaca; conocimos Monte Albán y Mitla, y a me impresionaron mucho las tumbas de Mitla. Mi recuerdo es de poder acceder a una superficie, digamos, subterránea, con un contexto distinto. Es decir, afuera, con un espacio luminoso y de repente bajar y encontrar un ambiente oscuro, artificial —corrigió—, semi-artificial: me pareció seductor y conmovedor. Subí y bajé, subí y bajé para ver este contraste de ambiente, y supe que quería hacer esos espacios.

¿En tu caso, Erik?

Pues yo creo que la decisión fue al momento de escoger carrera. Mis primeras opciones eran estudiar Diseño Gráfico o Artes Plásticas. En ese momento la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) me quedaba como a tres horas de mi casa, y Diseño Gráfico no era una carrera que la gente viera con mucho futuro… Mis padres me dijeron que eligiera otra cosa: lo más parecido terminó siendo Arquitectura, ¿no? No tenía que ver con algo metodológico, sino con algo creativo. Y, razonándolo, siempre estuve implícito en espacios que resultaban motivantes para entender la arquitectura.

Erik creció en la colonia Jardín Balbuena, rodeada de obras de diversos arquitectos importantes, “mis espacios de juego, interacción, conflicto, huida, fiesta, siempre terminaban siendo espacios diseñados por arquitectos. Y quizás no lo sabía, hasta que entré a la carrera entiendes que vives enfrente de una obra de Días Infante, o que una de tus amigas —¿de quién se habrá acordado?— vive enfrente de una obra de Mario Pani, que en el lugar adonde vas a los conciertas hay obras de Félix Candela… Entiendes como la arquitectura empieza a ‘permear’ en la gente, y que te lleva a tomar estas decisiones, ¿no?”

¿Y eso es lo que busca Anónima? ¿«Permear» en la gente?

Anónima busca trabajar mucho con la gente. No buscamos hacer objetos bonitos, ni la forma complicada, ni el proyecto que sale publicado en todas las revistas: eso creo es consecuencia de lo que hacemos. Muchos de los trabajos realizados tienen que ver con la gente que trabajamos: entendamos a las nuevas tribus urbanas”: a la comunidad en general.

Sindy había escuchado atenta, apuntando más datos en su libreta. Esperó a que Erik finalizará e iba a tomar la palabra cuando una joven bajo del segundo piso y asomando —como ella, al abrir la puerta, tal vez sea característico de los arquitectos— nada más que la cabeza, pidió “que si puedes conectar el modem, por favor”. Caí en la cuenta de que estaban trabajando en el piso superior.

Que conectes el modem— sugirió a Erik, y regresó—: Yo pienso que la gente tiene una necesidad específica, ya sea para realizar una actividad en un espacio y ya hizo una inversión: puede ser una casa, puede ser un negocio, puede ser que requiera el diseño de un mueble. Tienen una necesidad y viene y confía en nosotros; nos platica la idea que tiene…

… y nosotros resultamos una especie de «traductores» o de «intérpretes»; una vez con toda la información, podemos realizar nuestra actividad de diseñar y darle la respuesta que creemos más conveniente”.

¿El estudio Anónima se ha especializado en alguna rama de la arquitectura? — Sindy piensa un momento, pela ojos de huevo, hace mueca y toca la mesa.

No… O sí —alcanza a decir.

O sí y no— vuelve a reír. Erik apela:

El interés principal de la oficina es el tema de lo público, de lo que sucede pasando la propiedad privada. El entender lo público nos ha cambiado la forma de pensar los proyectos de casa-habitación. Para mucha gente el espacio público empieza de la puerta de acceso de su casa hacia fuera; para nosotros tiene una repercusión en los interiores. El espacio público empieza en el bote de basura: creo que tiene que ver más en cómo repercuten las acciones que realizas en un espacio hacia el exterior. Tiene que ver en cómo consumes y cómo desechas.

Estimado lector: si estás a punto de mudarte, comprar o remodelar tu departamento o casa, Erik asegura que siempre que lo hacemos, sólo pensamos en lo que la gente verá desde afuera, más no pensamos en lo que nosotros veremos desde dentro: el tinaco del vecino, a la vecina esposa del vecino, el tendedero, los calzones de fulano o sultana, etcétera. Hay que ocuparnos —claro está: hasta tus posibilidades— por desarrollar un ambiente reconfortante y bien aprovechado en el ángulo interior y exterior de nuestra morada.

 Con respecto a la jungla de aros que se encuentra a un costado de la Torre Latinoamericana, Sindy compartió que leyó que uno de los usuarios lo describió como una verdadera changonería: adjetivo que resulta un auténtico cumplido al más puro estilo mexicano.

Y a mí me gusta decirles: ‘¡Es una changonería bien chingona!’”.

Es importante mantener un espacio saludable dentro de los hogares. Hay que cuestionarnos y darnos cuenta de por qué acumulamos objetos; “porque no tenemos áreas de guardado, y si las tenemos, por qué no las utilizamos”, ¿qué es lo que nos impide mantener una armonía material? No hay que acumular cosas innecesarias.

Sin importar tu actividad u profesión —ya conoces los tres pasos—: sensibilidad, compromiso y profesionalismo. Es importante equilibrar nuestras pertenecías. Una casa espaciosa, que no está atiborrada de artefactos, se ve y te hace sentir mejor: “se trata de educar al ojo; el ojo es un músculo”, indica Sindy.

Sabemos que la distribución de vivienda social en la Ciudad de México no es la mejor y deja múltiples aspectos que desear, pero si no comenzamos a auto-educarnos, así en el tema de la vivienda como en todas las áreas que componen a una sociedad, terminaremos por vivir estresados en nuestros propios hogares. El no haber ido a la escuela no es —y nunca ha sido— un pretexto para no empoderar nuestra calidad de vida.

Por último, hay que quitarnos “la relación estatus-poder” que los objetos ‘nos confieren’; en esta vida, tanto en la casa, como en las cosas importantes de la vida, que ayudan a sentirte realizado, debemos buscar ‘calidad’, más no ‘cantidad’.

Antes de tomar la fotografía, Erik y Sandy fueron a consultar el espejo y a echarse una ‘manita de gato’, para no salir tan descabellados…, o feos.

Mientras Erik preguntaba al espejo que quién era el más guapo de este Reino, Sandy me invitó a su estudio: sinceramente, esperaba encontrar un mar de mesas desbordadas de reglas, escuadras, planos, lápices y cosas de ese tipo. Lo que encontré fue a cuatro o cinco jóvenes sentados frente a computadoras, diseñando  modelos de casas, quiero suponer, en programas especiales.

El estudio, al igual la sala, posee amplios ventanales, y te conduce a una pequeña terraza con plantas por toda la orilla de la barda y, una vez más, una envidiable vista que enajena y obliga a apreciar la arquitectura desde y hacia el beneficio social.

Cuando haces lo que te gusta, se nota, y se convierte, automáticamente, en un bien para tu comunidad: en este caso, Erik y Sandy dejan su granito de arena para vivir lo mejor posible en la Ciudad de México. Si estás a punto de realizar cambios arquitectónicos y necesitas la opinión de expertos, no olvides contactarlos.

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