La gentrificación en la CDMX no fue casual: la UAM señala políticas e incentivos inmobiliarios
La UAM advierte que la gentrificación en la Ciudad de México no fue espontánea, sino resultado de políticas e incentivos al mercado inmobiliario que han provocado desplazamiento y encarecimiento de la vivienda.

La gentrificación en la Ciudad de México no es un fenómeno natural ni espontáneo; surgió de disposiciones e incentivos al mercado inmobiliario, así como de la ausencia de regulaciones que equilibraran el interés privado con el bienestar colectivo, se indicó entre las conclusiones de la Semana de Sociología Urbana, realizada en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El diagnóstico expuesto por especialistas y autoridades coincidió en que el derecho a un espacio digno sólo puede sostenerse si se garantiza el acceso, montos asequibles y condiciones que permitan a las comunidades mantener su vida y su historia en los barrios que han construido durante décadas.
“Sin estas medidas, la también llamada expulsión silenciosa continuará ampliando las desigualdades y redefiniendo quién puede habitar la ciudad y bajo qué condiciones”, difundió la UAM en un comunicado.
Otra de las conclusiones fue que las soluciones requieren una acción coordinada entre autoridades, especialistas y ciudadanía, así como instrumentos legislativos que garanticen un modelo urbano incluyente.

En el encuentro se planteó que la gentrificación se ha consolidado como uno de los procesos urbanos más controversiales, debido a sus efectos en el desplazamiento residencial, la pérdida de identidad barrial y la transformación de zonas populares en espacios orientados a consumidores con mayor poder adquisitivo.
El análisis mostró que el aumento del valor del suelo, el encarecimiento de la vivienda y la llegada de nuevos grupos con ingresos más altos modifican de manera profunda la vida cotidiana de vecindarios tradicionales.
Estas transformaciones elevan las rentas y los costos de los servicios, alteran las redes comunitarias y provocan la salida de personas que no pueden sostener los nuevos costos del entorno.
El incremento en los arrendamientos ha provocado el cierre de negocios tradicionales en colonias como Roma y Juárez.
El encarecimiento obliga a familias con arraigo de varias generaciones a trasladarse a zonas periféricas como Iztapalapa, Tláhuac o municipios conurbados, lo que genera nuevos retos en materia de movilidad, infraestructura y acceso a servicios.
Esta disputa se manifiesta mediante foros, exigencias de una ley de rentas justas y movilizaciones vecinales, como las registradas en San Pedro de los Pinos, Doctores y Juárez.
“Los residentes demandan regulación pública para impedir el acaparamiento del territorio por parte de grandes inversionistas y reclaman mecanismos que reconozcan la función social de la vivienda”, indicó la UAM en su boletín.
Durante su participación en el encuentro, Inti Muñoz, titular de la Secretaría de Vivienda, mencionó la estrategia gubernamental Bando 1, integrada por 14 medidas para contener los efectos más severos de la gentrificación.
Su propósito es frenar el alza descontrolada de rentas, evitar el desplazamiento, proteger a las poblaciones y garantizar que las personas con arraigo histórico conserven su lugar.
La propuesta se vincula con la necesidad de generar regulaciones que limiten prácticas especulativas y fortalezcan el acceso a una vivienda digna y asequible.
El debate académico retomó el concepto La ciudad en disputa, que alude a la lucha vecinal por habitar el territorio frente a dinámicas de exclusión.
“Esta perspectiva advierte que el acceso a la ciudad no puede reducirse a principios abstractos: requiere acciones concretas que aborden la presión inmobiliaria, la turistificación de zonas y la homogeneización de la vida urbana”, señaló la UAM en su comunicado.
Fernando Rosique, del colectivo Titlani, afirmó que la reurbanización no representa una mejora urbana, sino una disputa territorial en la que los recursos inmobiliarios y turísticos desplazan a los sectores vulnerables.
Atribuyó estas dinámicas a un modelo neoliberal que prioriza la propiedad privada y la acumulación de capital por encima de las necesidades sociales.
“Su intervención destacó que este proceso reconfigura espacios que antes estaban ligados a la vida cotidiana de colectivos trabajadores, pero que hoy se destinan a consumidores con mayor capacidad adquisitiva”, indicó.
*brc
EL EDITOR RECOMIENDA



