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• De acuerdo a las reglas de la NCAA, las universidades no deberían pagar a sus jugadores, situación que a partir del 2021 ha dado un giro
Es una delicia el ser testigo de los maravillosos encuentros del futbol americano colegial, máxime que se ha definido la gran final de la NCAA, el organismo rector del deporte universitario en el vecino país del norte, y en esa final están dos de los equipos de mayor jerarquía y tradición en esa liga colegial, los irlandeses peleadores de la universidad de Notre Dame, y, por el otro lado, los ojos de venado de Ohio State.
Curioso que el equipo rojo y plata de Ohio State lleve por sobrenombre un fruto, que es el castaño de indias u ojo de venado, que es común en el área del campus, por su parte los irlandeses peleadores han generado una de las historias de éxito deportivo y académico más importantes hace más de un siglo.
Los dos equipos escenificaron tremendas semifinales para llegar hasta la gran final el próximo lunes 20 de enero buscando incrementar su historia ganadora, Ohio State busca su noveno título colegial, el último lo obtuvieron en el 2014, mientras que Notre Dame ha cosechado once títulos, pero han pasado 36 años de su último campeonato, y francamente no se ve factible ante la potencia de los rivales en la final, que puedan conseguir uno más, de hecho son desfavorecidos en las apuestas por nueve y medio puntos, por lo que, en caso de triunfar, sería toda una sorpresa.
La tremenda industria en la que se ha convertido el futbol americano colegial para las finanzas de las propias universidades es toda una realidad, los derechos de televisión, las entradas a los estadios, los patrocinios y demás fuentes de ingresos son una millonada, por lo que los sueldos que hoy pagan a los entrenadores llegan, en la división más grande, a superar con creces lo que ingresan algunos de sus colegas en la NFL. Se calcula que el contrato del head coach de los irlandeses peleadores, Marcus Freeman, ronda los 9 millones de dólares por temporada, mientras que el de su contraparte en la gran final, Ryan Day, es de 10 millones de dólares anuales.
De acuerdo con las reglas de la NCAA, las universidades no deberían pagar a sus jugadores, situación que a partir del 2021 ha dado un giro, pues ya se les permite ingresar pagos en sus propias negociaciones con patrocinadores para contratos publicitarios, así como de las famosas donaciones de los aficionados para así permitir a los jugadores tener importantes ingresos.
Por lo pronto, los ratings televisivos en los playoffs, incluidas las espectaculares semifinales han sido inmensos, por lo que la industria del futbol americano colegial seguirá siendo un negocio de miles de millones de dólares.
