Bachelandia

Faltan doscientos ochenta y dos días para la inauguración de la Copa del Mundo FIFA 2026, en el mítico Estadio Azteca, y francamente que me siento en la obligación de compartir con ustedes, amables lectores, mis fundados temores de lo que nos depara el próximo 11 de ...

Faltan doscientos ochenta y dos días para la inauguración de la Copa del Mundo FIFA 2026, en el mítico Estadio Azteca, y francamente que me siento en la obligación de compartir con ustedes, amables lectores, mis fundados temores de lo que nos depara el próximo 11 de junio de 2026, pues estamos viviendo la peor época, en mis sesenta y tres años de vivir en la Ciudad de México, que es un sinónimo de descuido, suciedad, baches, inseguridad, personas que viven en casuchas en plenas vías rápidas sin que nadie les lleve a albergues, en otras palabras, veo a mi adorada ciudad en un nivel de deterioro tal, como sus calles.

La indolencia, incapacidad, ineficacia, quizá una elevada corrupción, tienen hundida a la CDMX en los peores días de su historia y, con ese rostro, percudido, presa de la inseguridad, habremos de ser sede, por tercera ocasión, de un Mundial de Futbol, tengo miedo, mucho miedo del papelón que vamos a hacer ante los ojos del mundo.

Francamente que no tengo elementos para afirmar qué es lo que les ha sucedido, supongo que se ha dejado de invertir en el mantenimiento de las calles, los parques y demás elementos de la gran ciudad, el deterioro es notable, la decadencia, total.

Nada menos que el pasado domingo fuimos testigos de una vergüenza que ha trascendido a nivel internacional, pues el competidor en silla de ruedas, el colombiano Gonzalo Valdovinos, fue una víctima más del repugnante estado de las calles y avenidas de la otrora Tenochtitlán. Nunca habían estado en tal nivel de destrozo, son años de no repavimentar y sólo tapar los baches, si bien nos va, el resultado es una tristeza.

Sin el afán de ser agorero del desastre que se avecina, con tristeza veo a las autoridades, si es que así se les puede llamar a ese grupo de ineficaces, a los que les diría desde ahora: si no pueden, renuncien. Pero parece difícil creer que tuvieran un poco de dignidad, si son capaces de decir la noche del domingo que se trató de un hecho aislado, una coladera desnivelada, como queriendo tomarnos el pelo, los ciudadanos de a pie, que somos testigos todos los días de la inacción, la incapacidad y las mentiras de quienes, con declaraciones absurdas, nos quieren hacer creer que se están repavimentando las destruidas calles de esta ciudad.

Vamos a quedar muy mal, a diferencia de los dos mundiales anteriores, en los que nuestro país fue anfitrión, aquel país seguro, bello, cuidado, y que aspiraba ser una potencia mundial, recibió a miles de aficionados de todo el mundo que regresaron hablando maravillas de México, eso es muy probable que no suceda. La comparativa con los otros dos organizadores del Mundial, Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, nos va a exhibir.

Qué tristeza…

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