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La agenda legislativa del Presidente

Ruth Zavaleta Salgado

Ruth Zavaleta Salgado

Zurda

Terminó el proceso electoral y el presidente Andrés Manuel López Obrador ya le da la vuelta a la hoja para iniciar el camino hacia el 2024. Frente al dictamen que fue presentado en esta semana y que determina que la tragedia de la Línea 12 del Metro fue por fallas en la construcción, el Presidente ha planteado su agenda legislativa como queriendo tender una cortina de humo. Quiere cambiar de fondo tres modelos: el energético, el de seguridad y el electoral. Sin mayoría calificada para hacer reformas constitucionales, se ha aventurado a decir que podría hacer acuerdos legislativos con el PRI para alcanzar los dos tercios de votos que necesita porque considera que estas reformas son “necesarias y buenas para el pueblo y para la nación”.

Cobijado por el discurso sobre la soberanía de la nación, trazó un supuesto objetivo central para la industria eléctrica: garantizar que a la Comisión Federal de Electricidad le corresponda el 54% del mercado contra el 46% de las empresas particulares. Respecto a la seguridad pública, el Presidente ya no quiere medias tintas, quiere que la Guardia Nacional pase a ser parte de la Secretaría de la Defensa. Ya veremos cuáles son sus argumentos en la exposición de motivos de esa iniciativa, pero la medida supone la militarización de facto de la institución.

En lo que se refiere al tema electoral, el Presidente insiste en volver a someter al Instituto Electoral a la tutela del Poder Ejecutivo. Como en los viejos tiempos, cuando el PRI era hegemónico y desde la Secretaría de Gobernación se organizaban los procesos y, si era necesario, los fraudes electorales. Con ello, dice el mandatario, quiere reducir los costos de las elecciones y, de paso, el de los partidos políticos. El Presidente ha perdido popularidad en el corazón de la República. Quedó demostrado con el avance de la oposición y con las últimas encuestas. Si bien es cierto que Morena ganó 11 estados de los 15 en la pasada elección, la joya de la corona es la capital. Políticamente, lo que pasó en la Ciudad de México (Morena perdió en 9 de 16 alcaldías) puede ser el preámbulo de lo que sucederá en la elección del 2024. Por eso, para recuperar los puntos porcentuales perdidos, no hay nada mejor que proponer disminuir el número de legisladores bajo el argumento del ahorro. Existen diversos análisis de instituciones nacionales e internacionales que demuestran que los diputados y senadores son los que gozan de menor confianza ciudadana. Esto sucede no sólo en nuestro país, sino en todas las regiones del mundo. En ese contexto, el Presidente se aventuró a proponer la desaparición de 200 diputados plurinominales y la mitad de senadores. No obstante que la iniciativa pudiera ser socialmente muy popular, se ve difícil que sea aprobada en esos términos por los legisladores que conforman el nuevo Poder Legislativo. Incluso, los partidos aliados del Presidente serían los más afectados a mediano plazo, porque en la pasada elección quedó demostrado que los partidos Verde y del Trabajo, con tan sólo 5.4% y 3.2 % de los votos, pudieron obtener 44 y 40 diputados, respectivamente; por el lado contrario, Movimiento Ciudadano y el Partido de la Revolución Democrática, con 7% y 3.6% de los votos, sólo obtuvieron 23 y 13 diputados, respectivamente.

En relación con la modificación del INE, el panorama es más complejo para el Presidente de la República. El caso de la reducción de legisladores divide a los ciudadanos porque pocos se van a mover para defenderlos, pero en el caso del INE, no. El INE es producto de la lucha de miles de ciudadanos por lograr un Estado democrático. Esto es como los partidos de futbol, no importa a qué equipo le vayamos, todos estamos convencidos de que, a la hora de jugar, lo que sí importa es que haya un árbitro que no se venda.

 

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