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General arriesga seguridad nacional

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

La seguridad nacional de un país se pone en peligro cuando el Estado deja de cumplir sus funciones básicas: defender el Estado de derecho, cobrar impuestos y mantener la hegemonía absoluta de las armas nacionales. La viabilidad nacional se consolida cuando estos preceptos son defendidos por gobierno y sociedad con igual fuerza.

El llamado del general Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional (Sedena), a que todos los mexicanos se unan alrededor del proyecto político de la 4T y a “trabajar por un mismo objetivo” pone en grave peligro la seguridad nacional del país. Violenta el pacto social y político de la Constitución de 1917, al violar el precepto democrático de esa Carta Magna que asegura que cada ciudadano y ciudadana es libre de adoptar el pensamiento que mejor le representa.

El llamado del general Cresencio no es a favor de la democracia y la tolerancia. Es un llamado al totalitarismo y el absolutismo. Niega la libertad de pensamiento de cada mexicano y mexicana y demanda sumisión a un pensamiento único, a un solo camino, donde la democracia y la reflexión pública ya no tendrán cabida. El general convoca, en esencia, a legitimar una rebelión contra los preceptos constitucionales de democracia y representación republicana y, por ende, llama a desconocer el Estado de derecho en el país.

Como representante máximo de las armas nacionales, su llamado también es una amenaza. Dijo el general que las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional ven en la 4T el mismo propósito de las primeras tres transformaciones. Y agregó: “Estamos presentes donde el patrimonio e integridad de la población se encuentra en riesgo por algún desastre, estamos presentes donde podemos contribuir en las acciones que se realizan para evitar la corrupción y el dispendio de recursos, estamos presentes donde se nos requiera para el progreso y el bienestar”.

No menciona el crimen organizado y la fenomenal crisis de violencia que azota el país entero. El principal problema de las Fuerzas Armadas es imponer el Estado de derecho en vastas regiones del país donde éste no existe y ni siquiera hace referencia a la tarea constitucional que tiene: mantener la paz interna. Habla como ingeniero constructor, como repartidor de becas, despensas y también como director de una compañía de trenes y de bancos.

Cuando evade hablar de su encomienda constitucional central, el general no sólo es omiso: pretende engañar. Detrás de su omisión existe un propósito: crear las condiciones para la imposición de un proyecto político más allá de 2024, con o sin votos suficientes, que tendría, si el general cuenta con el apoyo de sus mandos, el “beneplácito” armado de la Sedena.

Este escenario descrito es la pesadilla clásica de cualquier país que entra, por pie propio, al túnel del tiempo de una crisis absoluta de seguridad nacional. Una crisis de seguridad nacional creada por la propia autoridad.

 

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