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Coronavirus en el embarazo

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente

En medio de la epidemia mundial, por un virus causante de un síndrome respiratorio casi siempre leve, pero a la que no se le ve fin debido a que no tenemos tratamiento; finalmente vemos en México a un jefe de Estado que se comporta como tal.

López Obrador emplea su capital político para invitar a la población a quedarse en casa. No salir para asuntos no prioritarios. Empezamos a ver casos por todo el país, con una distribución acorde a lo que esperaba la autoridad sanitaria, es decir, primero en los grandes centros de concentración poblacional para después dispersarse por todo el territorio nacional.

Tenemos que hacer frente a la infección con nuestros recursos y herramientas; por supuesto, contamos con una menor capacidad hospitalaria de alta especialidad respecto a los países europeos y tenemos una economía mucho más endeble. La mayor parte de los mexicanos sobreviven con lo que ganan cada día, la mayor parte sin prestaciones de seguridad social.

Resulta una sorpresa ver a nuestro vecino del norte con carencias similares; tampoco ellos pueden cerrar el país durante un mes por la debacle económica que podría resultar. Una de las poblaciones que al inicio de la epidemia nos angustiaba, por la experiencia de la influenza, era la de las mujeres gestantes. El embarazo causa, especialmente en las últimas fases del mismo, restricción de la capacidad respiratoria de la mujer, y de ahí nuestro temor.

Los datos a la fecha respecto de las embarazadas son relativamente tranquilizadores, porque no parecen estar en especial riesgo de complicarse o morir en caso de padecer la infección. Es decir, en los análisis publicados en los que se estudia a las mujeres gestantes, se aprecia una vulnerabilidad para complicarse igual al de su mismo grupo de edad no embarazadas.

Tampoco parece haberse comprobado la transmisión vertical del virus, es decir de la madre hacia el feto, ni ser causante de malformaciones. Toda esta información, que por el momento es preliminar, nos sugiere que debemos seguir atendiendo a las mujeres en el embarazo y el parto de forma normal, por supuesto tomando todas las precauciones para evitar contagios hacia otras personas o al personal sanitario que las atendemos. Inclusive, el Royal College of Obstetrics and Gynecology, de la Gran Bretaña, aconseja el contacto piel a piel inmediato al nacimiento, aun cuando la madre esté cursando la infección, así como favorecer la lactancia materna, dado que no se ha podido aislar al virus en la leche materna.

Por supuesto, madre e hijo infectados deben permanecer aislados, con visitas muy limitadas hasta que sea prudente. El CDC de los Estados Unidos todavía no emite ninguna opinión, dejando a la población sin información para tomar decisiones, pero al no existir reportes de efectos graves en las mujeres embarazadas, los consejos británicos parecen razonables.

En México se tomó la muy razonable decisión de considerar a la mujer embarazada dentro del grupo de personas vulnerables, exactamente porque hasta el día de hoy carecemos de suficiente información que establezca, sin lugar a dudas, que no hay riesgo.

Es una actitud de precaución que debemos asumir como sociedad sin cuestionar el asunto. Las embarazadas deben permanecer en su casa, seguir sus consultas prenatales normales y, en caso de padecer algún cuadro gripal, comunicarse con su centro de atención.

 

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