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Traidores

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

 

En días recientes el concepto de “traición a la patria” ha irrumpido en el léxico del oficialismo.

El lunes, en una carta firmada por 53 de los 61 senadores de Morena, se acusó a quienes “se oponen al Presidente de México” de ser “¡unos traidores a la nación, a la patria y al pueblo!”

En textos como ése –que, por cierto, incluye los puntos de exclamación transcritos arriba–, así como el que firmaron el domingo los gobernadores morenistas, los compañeros de viaje del Presidente ventilan su creencia de que el mandatario “encarna a la nación” y, por ello, afirman, quien discrepa de Andrés Manuel López Obrador se vuelve antimexicano.

Y el propio Ejecutivo también hizo suya la acusación, cuando, en su conferencia mañanera de ayer, señaló que el hecho de que la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad reciba financiamiento “del gobierno de Estados Unidos” representaba “hasta traición a la patria”.  

Es verdad que el uso de este concepto se ha trivializado y ha sido apropiado por regímenes déspotas y gobernantes autoritarios que no están dispuestos a escuchar opiniones distintas de la suya ni aceptar la realidad de que la democracia consiste en la convivencia de lo diverso.

Por ejemplo, el expresidente estadunidense Donald Trump, quien acusó a la oposición demócrata de “traición” por someterlo a juicio político y al periódico The New York Times por publicar un reportaje sobre ciberataques contra Rusia.

Sin embargo, no debemos olvidar que, en nuestro país, la traición no es sólo una idea, sino una figura legal contemplada por la Constitución y el Código Penal Federal.

De acuerdo con éste último, en su artículo 123, comete el delito de traición –y se hace merecedor a una pena de prisión de cinco a cuarenta años– quien “realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la Nación Mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero; tome parte en actos de hostilidad en contra de la Nación, mediante acciones bélicas a las órdenes de un Estado extranjero o coopere con éste en alguna forma que pueda perjudicar a México; prive ilegalmente de su libertad a una persona en el territorio nacional para entregarla a las autoridades de otro país o trasladarla fuera de México con tal propósito”.

O bien, “forme parte de grupos armados dirigidos o asesorados por extranjeros; organizados dentro o fuera del país, cuando tengan por finalidad atentar contra la independencia de la República, su soberanía, su libertad o su integridad territorial o invadir el territorio nacional; reclute gente para hacer la guerra a México, con la ayuda o bajo la protección de un gobierno extranjero; tenga, en tiempos de paz o de guerra, relación o inteligencia con persona, grupo o gobierno extranjeros o le dé instrucciones, información o consejos, con objeto de guiar a una posible invasión del territorio nacional o de alterar la paz interior; proporcione dolosamente y sin autorización a persona, grupo o gobierno extranjeros, documentos, instrucciones o datos de establecimientos o de posibles actividades militares”.

También comete traición quien “oculte o auxilie a quien cometa actos de espionaje, sabiendo que los realiza; proporcione a un Estado extranjero o a grupos armados dirigidos por extranjeros, los elementos humanos o materiales para invadir el territorio nacional, o facilite su entrada a puestos militares o le entregue o haga entregar unidades de combate o almacenes de boca o guerra o impida que las tropas mexicanas reciban estos auxilios; solicite la intervención o el establecimiento de un protectorado de un Estado extranjero o solicite que aquél haga la guerra a México”.

El artículo agrega otras conductas constitutivas de traición, relacionadas también con asuntos bélicos, como la ayuda a invasores y el terrorismo.

Como se ve, el detalladísimo Código Penal no contempla como traidores a quienes discrepen del Presidente y su forma de gobernar o no quieran respaldar sus iniciativas de ley o realicen trabajos periodísticos que no sean de su agrado.

Ninguno de los anteriores comete delito alguno, mucho menos traición. Simplemente ejerce libertades consagradas por nuestra Constitución. Serénense.

 

 

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