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Parteaguas de la nación

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Luis Maldonado Venegas

La historia ha recogido a plenitud su nombre y su obra.

Pero hoy, a 213 años de distancia, es menester evocar a este mexicano casi legendario, que desde la Presidencia de la República forjó las columnas sobre las cuales se apoya actualmente, con firmeza, nuestro México.

En la adversidad, en el destierro, en la persecución política, en las luchas intestinas por el poder, en las intervenciones extranjeras y frente a un pelotón de fusilamiento, Benito Pablo Juárez García fue el parteaguas de la nación.

Repasemos la fragua en la que se forjó. Benito Juárez García nace el viernes 21 de marzo de 1806 en Guelatao (“laguna del encanto” en zapoteco), un humilde caserío con un bello paisaje lacustre, aunque serrano, a 60 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Su poca población estaba formada por “indios de la raza primitiva del país” dedicados a la agricultura y al pastoreo.

Benito perdió a sus padres Marcelino Juárez y Brígida García en 1809.

Huérfano a los tres años de edad, y con él sus hermanas María Alberta, María Josefa y Rosa, quedaron los cuatro al cuidado de sus abuelos paternos Pedro Juárez y Justa López, igualmente indios de la “nación zapoteca”.

Los abuelos maternos fueron Pablo García y María García. Fallecidos también sus abuelos, Benito Juárez se dedicó a pastorear ovejas hasta que estaba por cumplir 13 años.

En Guelatao no había escuela, de modo que ávido de saber se fue a Oaxaca, con su hermana Josefa, entonces cocinera de la familia de un acaudalado comerciante llamado Antonio Maza, quien lo empleó en su granja.

La hija adoptiva de este comerciante, Margarita, habría de convertirse en la esposa de Benito Juárez.

En 1819 el joven emigrante de Guelatao, Oaxaca, conoció al sacerdote franciscano Antonio Salanueva (personaje importante en su formación intelectual), quien le enseñó lo suficiente para que Benito Juárez, poco tiempo después, ingresara al Seminario Pontificio de la Santa Cruz, de la ciudad de Oaxaca, donde concluyó sus estudios en agosto de 1823.

Al año siguiente, Benito Juárez inició el aprendizaje de latín, filosofía y teología, que concluyó en 1827 con notas de excelencia.

Dejó el Seminario e ingresó al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca (ICAO), en donde obtuvo en 1834 el primer título de abogado expedido por la Corte de Justicia del estado.

En poco tiempo, Benito Juárez leyó textos en latín, francés e inglés, además de sus conocimientos de derecho canónico y derecho civil.

Luego, el ascenso fue meteórico: de encargado del Aula de Física del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca (26 de mayo de 1830) llegó a la Presidencia de la República con dos interinatos y dos periodos formales: del 15 de enero de 1858 al 10 de abril de 1864, y del 15 de mayo de 1867 al 18 de julio de 1872, fecha de su muerte en Palacio Nacional, a los 66 años de edad.

Su frase más célebre: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

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