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El resurgimiento demócrata

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

 

Por Azul Etcheverry

 

A casi tres meses de efectuarse las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, la recta final para los candidatos demócratas y republicanos, comienza ante circunstancias que no podrían calificarse sino como excepcionales. El proceso electoral de noviembre será uno de los más consecuenciales de la historia reciente de ese país y sin duda el de mayor interés político.

En dicho proceso no sólo se estará definiendo si el demócrata Joe Biden llega a la Presidencia o si se ratifica la continuidad de Donald Trump en el Ejecutivo, sino también que se definirá la identidad ideológica y social de un sistema polarizado no sólo en lo político, sino en lo social, económico y racial, bajo la coyuntura de una pandemia que ha dejado casi 170 mil personas fallecidas y cerca de 20 millones sin empleo.

Al entrar en este último trimestre es preciso recordar que en política nada está definido aún. Esta aseveración es pertinente si consideramos que hace cuatro años, las encuestas favorecían a la candidata demócrata Hillary Clinton y todos vimos con ojos incrédulos cómo el entonces candidato republicano conseguía la victoria gracias al colegio electoral de ese país, tras una elección sorpresiva y profundamente dolorosa para la facción demócrata en la Casa Blanca y el Congreso.

Hoy la historia se repite, en la mayoría de las encuestas Biden aventaja al empresario en alrededor de un 10%, debido, principalmente, al mal manejo percibido de la pandemia (37% de aprobación), aunada a la polarización racial que ha convulsionado a una sociedad de por sí diezmada en lo sanitario, laboral y económico. No obstante, sería irresponsable descartar a un Presidente que ha mostrado su poder político mediante una base electoral fuerte que lo acompaña desde las elecciones del 2016, a pesar de todos los escándalos que lo acompañan desde entonces. Con ello en mente, la apuesta de Trump radica en una recuperación económica acelerada con enfoque hacia una apertura comercial, a pesar de que esta medida vaya en detrimento de la salud de millones al relajar las medidas sanitarias frente a un virus que está lejos de ser controlado. Esto ha dividido, incluso, a facciones republicanas, las cuales ya comienzan a poner en duda un segundo mandato, al considerar que el voto de las bases conservadoras caucásicas no será suficiente ante el voto de las minorías, independientes e indecisos, los cuales seguramente inclinarán la balanza hacia el ganador.

Por otra parte, la insensibilidad con la que manejó las protestas sucedidas a partir de la muerte de George Floyd y la subsecuente radicalización social entre liberales de izquierda y conservadores de derecha que buscan mantener el statu quo, han facilitado el desarrollo de la plataforma política progresista del candidato Biden, a lo largo de las últimas semanas. En lo que respecta a este último, está por verse si en estos tres meses finales de la carrera electoral sólo tiene como objetivo evitar que Trump sea reelegido o si realmente tiene una estrategia que atienda las razones por las cuales este personaje llegó en un principio. Me parece un acierto importante que el propio Biden se considere como el candidato de la “transición” demócrata con la que el partido busca afianzarse con las bases más jóvenes, quienes se distinguen por una agenda liberal de izquierda.

Además, celebro que hace apenas unas horas, el oriundo de Delaware designara a Kamala Harris, senadora por el estado de California, hija de inmigrantes jamaiquinos e indios como parte de su fórmula para la candidatura a la vicepresidencia de los Estados Unidos. Sin duda, una decisión trascendental no sólo porque enarbola el simbolismo del “sueño americano”, efectivo entre minorías, sino porque funge como un contrapeso interno que busca encontrar un punto medio entre las facciones del partido más contrapuestas. Aún falta mucho en muy poco tiempo, pero indiscutiblemente se avecinan unos meses intensos y decisivos para Estados Unidos y el mundo.

 

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