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El hombre de hielo

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Hace unas semanas hablamos en este mismo espacio de la película Take shelter de 2011, dirigida por Jeff Nichols. Lamentablemente en nuestro país no alcanzó distribución comercial, y si lo hizo fue en un perfil muy limitado. Puede usted verla en estos días por la televisión cerrada con el título en español de Atormentado. Se trata de un argumento fascinante que gira en torno a un hombre común que vive en una granja con su familia y que un buen día empieza a sentir que “algo” apocalíptico se cierne sobre lo que él más ama. Oscilando entre la locura y la lucidez este hombre está interpretado por Michael Shannon, un actor muy talentoso que causa gran impacto en la recreación de personajes oscuros, sicóticos, conflictivos, con lados casi perversos. 

Las características físicas de Shannon también lo hacen un histrión verdaderamente intrigante: una cuadrada mandíbula, ojos azules hundidos en el estrecho espacio que dejan sus cejas y frente, una buena voz profunda, más de 1.90 de estatura. Con una larga filmografía en papeles de reparto es también esta apariencia, aunada a su gran sensibilidad, la que le ha permitido interpretar de manera convincente personajes como el de Revolutionary Road que le valió una nominación al Oscar, y al General Zod en la reciente versión de Superman hombre de acero.

En El hombre de hielo (The iceman, Estados Unidos 2012) Shannon se luce en un personaje que le viene como anillo al dedo. Esta película, que se estrena el viernes en México, cuenta la historia real de Richard Kuklinski, brazo ejecutor de grupos criminales de mafiosos —particularmente de la familia Gambino—, para los que se calcula que asesinó a más de 100 personas a lo largo de más de 25 años en que no fue descubierto.

Kuklinski, hijo de inmigrantes polacos, tuvo una infancia conflictiva, ya que tanto él como su hermano menor sufrieron cruel maltrato por parte de su padre alcohólico. Cuando se casó inició una doble vida, impecable, ya que la policía no alcanzaba a ubicarlo como el despiadado asesino que era por un lado, y su esposa, hijas y amigos, quedaron sorprendidos al descubrirse su actividad criminal de la cual no tenían la menor idea.

Un personaje de esas características es un verdadero bocado de Cardenal para un actor como Shannon que convence con su rostro inexpresivo, hasta duro. Kuklinski era conocido como Iceman hasta por sus mismos compañeros en la mafia, y no se tocaba el corazón para cumplir con encargos homicidas. Lo único que respetaba: mujeres y niños. Sus métodos eran variados, pistolas grandes y pequeñas, cuchillos, navajas, picahielos, cuerdas, cables, mazos, machetes, cianuro, veneno para ratas. El apodo vino de que en una ocasión congeló el cuerpo de una de sus víctimas en una camioneta de helados donde lo mantuvo por varios meses.

El hombre de hielo es el tercer largometraje de Ariel Vromen que con dos filmes que no vimos en México va adquiriendo madurez que se hace patente en esta cinta. Es un gran acierto la forma en que nos aproxima al protagonista, hombre carente de moral y escrúpulos, de manera que el espectador puede encontrar en él cierta humanidad a través de su enorme respeto, casi veneración, por su propia familia.

Su esposa está interpretada por Winona Ryder que convence como la mujer que, o es muy tonta para no darse cuenta de la clase de monstruo que es su esposo, o que lo presiente pero prefiere fingir que desconoce su lado oscuro. No sabe por qué su situación económica mejora repentinamente y no escarba demasiado a la hora de tocar el tema.

Ray Liotta, encasillado en los personajes de jefes mafiosos sanguinarios, es Roy Demeo, quien recluta inicialmente a Kuklinski.

No estamos ante una película sobre la mafia, sino ante una aceptable exploración de una mente perversa, calculadora, una máquina de matar que actúa con cruda violencia gráfica, y por otro lado llena de ternura a sus hijas y esposa. La película se enriquece con el excelente trabajo de Michael Shannon, que seguramente algún día será reconocido con un Oscar.

8/10.

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