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Tiliches

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

Es una suerte que Marie Kondo no estaba de moda cuando Mick Jones, guitarrista y voz de The Clash, comenzó a coleccionar revistas, fanzines, discos, casetes, vhs, libros y cuanta cosa caía en sus manos. Así pudo, años después, darse cuenta que su colección podría convertirse en un bien público, del que cualquier persona pudiera acceder y revisar. La llamó The Rock and Roll Public Library.

Mick Jones puede ser considerado un coleccionista, pero sólo porque es un rockstar, de otra manera sería (sin ofender) uno de esos acumuladores de los programas de televisión. Los acumuladores son mal vistos en la actualidad. Yo, lo confieso, soy uno de ellos, y cada vez que veo mi mugrero me siento culpable.

¿Cuándo llegará el momento de hacer limpieza, tirar todo y vivir en paz? No por nada se puso de moda Marie Kondo: en estos tiempos todo tiene que ser limpio, correcto. Cuando Mick era joven y guardaba revistas de rock (como todos), Marie Kondo ni había nacido, todavía faltaban unas décadas para que la autora, empresaria y consultora de organización japonesa (así la describe Wikipedia) desarrollara su método para deshacerse amorosamente de las cosas que ya no nos brindan felicidad. ¿Qué habría pasado si Mick Jones se hubiese encontrado con Marie Kondo y le hubiese hecho revisar las ocho bodegas que tiene llenas de cajas repletas de objetos? “Por favor, Mick”, le diría Marie, “despierta esas revistas NME de 1977, toma una por una con cariño y siente si te transmite felicidad”. ¡En una de esas a Mick le da por tirar todo! ¡No, por favor!

Una pequeña parte de la Rock and Roll Public Library está ahora en la Ciudad de México, en una sala del Museo Jumex: fanzines, revistas, discos. La trajo Laureana Toledo (Ixtepec, Oaxaca, 1970), quien se pasó varios meses escarbando en esas cajas llenas de tiliches (como diría mi madre) buscando, ¿o encontrando?, una pista, una pauta que resonara en su ser y su intelecto. Conozco a Laureana personalmente y es una rockera de corazón. Muchos de sus proyectos, exposiciones y piezas llevan la impronta del rock de todas las épocas, pero, sobre todo del punk, post punk y new wave. La imagino divirtiéndose de lo lindo revisando las maravillas que había en esas cajas, hablando con Mick Jones, que trabajaba su música en un estudio al lado de esas bodegas. ¿Qué encontró Laureana en sus visitas a la Rock and Roll Public Library, además del tesoro punk? La visión de que una cultura oficial (como la inglesa) tiene de lo “otro”, esas culturas que le son ajenas, extrañas, distintas. En las paredes de la exposición hay, por ejemplo, una serie de revistas juveniles que cuentan la historia de esas “otras culturas”: la independencia de México, la llegada de los españoles a nuestro continente o las tribus indígenas de Norteamérica. En las estanterías llenas de libros hay biografías de músicos como Fela Kuti; el Tropical Truth: A story of music and revolution in Brazil, de Caetano Veloso.

The Clash fue la banda que politizó el punk, que le dio su carácter de resistencia, de intelectualidad. De un punk crudo guitarroso en cuatro cuartos, pasó a explorar otros ritmos: el ska, el reggae, el funk. Dejó atrás a sus contemporáneos al darse cuenta de la riqueza que había en esos “otros”, riqueza no para enaltecerse, sino para compartir, para crecer juntos.

Hay en esta época personas que quieren hacer más patente las diferencias que las similitudes entre las distintas culturas. Eso ya pasó en la historia de la humanidad, con pésimos resultados, pero está sucediendo de nuevo. Por eso, Laureana Toledo le llamó a su exposición ...pero a veces rima tomado de la frase que se le atribuye a Mark Twain: “la historia no se repite, pero a veces rima”. Por desgracia, hoy, la historia de nuestro mundo, está rimando demasiado.

La sala de ...pero a veces rima está llena de música que sale de unas bocinas en las que el público puede poner los discos de la colección de Mick Jones. Qué agasajo. Por eso, gracias, Marie Kondo, que nunca te acercaste al guitarrista de The Clash para que hiciera su ritual de limpieza. Quién sabe, quizá su vida hubiese mejorado, pero la mía es más feliz viendo todo su tilichero.

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