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Los Desesperados

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

Mañana sábado 24 de noviembre presentaré mi primera novela, Los Desesperados (Seix Barral, 2018), en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Será a las 4:30 p.m., en el salón 1. Ojalá puedan ir. Me acompañará el escritor Juan Pablo Villalobos. Aún no sé qué le pareció la novela, tampoco sé qué conclusión habrá sacado al leer las 222 páginas. Será una sorpresa para mí escuchar lo que piensa, así como para los que estén presentes.

Puede que me pregunte cómo fue que se me ocurrió escribir este libro sobre una banda ficticia, a la que le puse Los Desesperados. A los que no vayan a la FIL, ya sea porque viven en otra ciudad o porque ya tenían otro plan, les puedo contar un poco.

En realidad, yo no tenía intenciones de escribir una novela. Me sentía muy bien escribiendo cuentos en mi blog Textos Mutantes y publicaba ahí un relato cada semana. Uno de esos cuentos se llamó Teibol, que trata sobre una banda de rock que llega a un table dance y una de las teiboleras que estaba bailando se parece a la novia del vocalista. Es idéntica. El vocalista, Roto, sufre un shock y se va poniendo borracho hasta confundir a su novia santa con la que está allá arriba bailando. Los otros integrantes del grupo también se emborrachan y se dan cuenta que siempre les ha gustado la novia de su vocalista, así que pretenden conseguir un baile privado (¿sí saben qué es o se los explico?) con ella. Obviamente, no les voy a contar más. Pero el cuento habla sobre las relaciones dentro de un grupo de rock: lealtades, traiciones, amistad y rock and roll. Mi idea era sólo escribir ese cuento. Pero al subirlo a mi blog y verlo publicado, me quedé pensando, ¿y qué va a pasar con esta banda? ¿Seguirán juntos? ¿Por cuánto tiempo? Así que decidí espiar a cada integrante por separado y dedicarles un cuento a cada uno. Escribí el cuento del baterista, Chalo. El del bajista, Teto. Luego se me ocurrió una historia para un miembro del staff, el Sabbath. Y cada vez que escribía un cuento nuevo, se me ocurría otro, porque aparecían personajes que no me esperaba y me quedaba con la duda de qué iban a hacer después de que el cuento terminara. Como lo he dicho siempre, soy muy chismoso. Además de las personas reales, también mis personajes me causan morbo, curiosidad. Quiero conocer todo sobre ellos, cada ínfimo detalle. La única forma de saberlo era seguir escribiendo.

Cuando se publicó mi libro de cuentos One Hit Wonder (Editorial Almadia, 2015) dejé fuera todos los relatos que tenían que ver con Los Desesperados, mi idea era hacer una colección de cuentos específica para ellos. Entonces escribí un relato que sucedía mucho tiempo después de los sucesos de los primeros cuentos y ahí me enteré que ése era el final. O por lo menos el último cuento de la colección que imaginaba. Descubrí entonces varios huecos que debían ser llenados. Ya estaba pensando en una historia completa, pero aún me negaba a llamarle novela. Fue hasta que la leyeron otras personas que se transformó en lo que es hoy.

No sé los libros de otros autores, pero los míos han visto la luz gracias a la ayuda y consejos de muchas personas. La retroalimentación que te dan amigos lectores es invaluable. Y yo, como trabajo en un grupo musical en donde todos ponen su grano de arena para que las canciones crezcan, estoy acostumbrado a tomar en cuenta cada una de las propuestas que recibo. Puedo cortar aquí, añadir allá; reescribir partes, desechar otras. Lo hago con mis canciones y también con mis textos.

Este libro no cuenta con agradecimientos. Pero no por eso no estoy agradecido con Juan Vázquez Gama, Irasema Fernández, Bernardo Fernández Bef, David Alejandro Martínez, Gabriel Sandoval, Bárbara Graham y Guillermo Schavelzon, por ayudarme a darle forma y terminarlo. Ahora sólo falta lo más importante: que el público lo lea. ¡Los espero en la FIL!

 

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