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En política, la imposición no dura para siempre

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

Las elecciones de 2018 y la más reciente, la del pasado 6 de junio, han destacado por contar con una amplia participación ciudadana; cada vez más personas están ejerciendo su derecho al voto, lo cual es un paso muy importante rumbo a la consolidación de la democracia en México y, sobre todo, es muestra de que la gente está cansada de imposiciones y malos gobiernos, y está dispuesta a actuar en consecuencia.

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De acuerdo con las estimaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), el pasado domingo salimos a votar más de 48 millones de mexicanos, lo que representa aproximadamente el 52% del padrón electoral.

La tendencia del voto dio un giro considerable respecto a las pasadas elecciones federales de 2018, pues hubo fuerzas políticas que perdieron territorios y otras que consiguieron ganar o recuperar otros a los largo y ancho del país. Pero, a decir verdad, quienes realmente mostraron fuerza y ganaron en esta ocasión fueron los ciudadanos, es decir, todas esas personas que, con su voto, alzaron la voz para dejar claro su deseo, su preferencia y, hay que decirlo, también su enojo y su hartazgo ante lo que está mal o no quieren seguir teniendo, trátese de un partido o de otro.

Los aplausos y el reconocimiento son para los votantes, ellas y ellos fueron los grandes ganadores de este proceso electoral, donde, por supuesto, también hubo grandes perdedores, que fueron todos esos políticos, alcaldes y diputados de todos los partidos que, por sus malas gestiones y por no querer escuchar que la gente ya está cansada de lo mismo, perdieron la oportunidad de seguir gobernando y representando a las personas, pero, sobre todo, perdieron la credibilidad.

Y es que donde hay un buen trabajo, hay confianza y lugar para continuar haciéndolo bien, y ahí está Iztapalapa como ejemplo, donde, entre todas las opciones, volvió a ganar Clara Brugada.

En cambio, hubo muchos que aspiraban a la reelección y no lo consiguieron, lo cual deberían considerar como un mensaje de la ciudadanía diciendo que es momento de hacerse a un lado.

Quienes no consiguieron la reelección deben entender que la gente ya no está dispuesta a soportar gobiernos a modo, que ya perdieron y que lo hicieron por no escuchar a la gente en su momento y por no dar buenos resultados; deben aprender que en la política no hay garantías y que la imposición no dura para siempre.

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Hoy, la Ciudad de México, por ejemplo, tiene un reto muy importante que vencer, pues quedó dividida prácticamente por la mitad, por una línea imaginaria que pondrá, por un lado, a los gobiernos de la alianza y, por el otro, a los gobiernos de la Cuarta Transformación.

 

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