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Elecciones en Estados Unidos: OEA observará el proceso

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

La sombra de un rebrote de coronavirus recorre Europa. En el mundo, la pandemia continúa su marcha dejando demoledoras secuelas con más de 43 millones de contagios y cerca de 1,200.000 muertos. Sin embargo, los procesos democráticos continúan de la mano de la participación ciudadana. En Chile, el plebiscito ha abierto las puertas hacia una nueva constitución. En este contexto de continuidad electoral, las elecciones generales en Estados Unidos tendrán lugar el próximo 3 de noviembre. Estos comicios permitirán la elección de presidente, vicepresidente, 35 senadores y 435 representantes de la Cámara baja.

El modelo norteamericano es sui generis. Si bien a través del voto popular, es decir, mediante el sufragio directo de los ciudadanos, se elige a los miembros del Congreso, no funciona de la misma manera para la elección de presidente y vicepresidente. La decisión sobre quien será el próximo mandatario de Estados Unidos recae en el colegio electoral.

Al emitir su voto, cada ciudadano está votando por una lista de electores designados por los partidos políticos de cada estado, quienes, en teoría, están comprometidos a apoyar al candidato de su partido.

Para alcanzar la victoria, el candidato ganador deberá contar con al menos 270 votos de los 538 posibles, que incluyen los 50 estados de la nación y Washington, D.C. El número de votos electorales asignados a cada estado depende de su población y cada uno cuenta con al menos tres.

Para entender mejor esta metodología, Akhil Reed Amar, profesor de derecho y ciencia política de la Universidad de Yale, asemeja el proceso a un juego de tenis, en donde lo que vale es el número de sets ganados, no el número de puntos. El complejo sistema electoral de Estados Unidos permite que el candidato triunfador en un estado se lleve todos los votos de los delegados de ese estado en el colegio electoral. Por lo que ganar en estados indecisos, o bisagra, como popularmente se les conoce, es clave en la carrera hacia la Casa Blanca.

Los estados bisagra no tienen un patrón definido o una tendencia histórica hacia ninguno de los dos partidos en disputa, de ahí el importante papel que juegan dentro del proceso electoral. Según analistas políticos, para esta elección se calcula que habrá alrededor de 15 estados bisagra. Los resultados electorales en estos estados serán definitivos para determinar quién será el próximo presidente.

El proceso electoral ha estado enmarcado por un contexto de alta polarización política, impactado, además, por la crisis generada por el coronavirus. Varias de las actividades que hacen parte de este proceso han debido ser replanteadas o adaptadas ante el escenario que presenta la pandemia.

Las campañas políticas han modificado su operación tradicional, acudiendo a la creatividad de los estrategas políticos con el fin de que los candidatos puedan continuar acercándose a los ciudadanos a pesar de las medidas de distanciamiento social.

En el marco de este importante acontecimiento, la OEA estará nuevamente observando las elecciones generales en Estados Unidos, tal como lo hizo en 2016. En esta oportunidad, el mismo secretario general, Luis Almagro, será quien encabece la Misión de Observación Electoral.

 

balance

La invitación del gobierno de Estados Unidos a la OEA para observar los próximos comicios es testimonio de la credibilidad de la que gozan las Misiones de Observación Electoral en el continente.

La presencia de observadores en los procesos electorales transmite mayor confianza y ecuanimidad a la ciudadanía, incentivando la transparencia y eficiencia en las actividades y procedimientos que se desarrollan en el marco de los comicios.

El próximo 3 de noviembre será un día que marcará el destino de Estados Unidos y la OEA será testigo de este histórico acontecer, gracias al profesionalismo y objetividad que caracteriza su labor de observación electoral desde hace más de cinco décadas, a lo largo y ancho del hemisferio.

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