Entre la inocencia, la ignorancia y la estulticia
Nuestro sistema judicial es lo más cercano a la perfección: expedito, imparcial, sin corrupción, preparado, sin ataduras al Poder Ejecutivo, partidos políticos o personas; no se les va una y ya están logrando impartir la justicia que tanto hemos anhelado en el país
Este artículo lo escribo un 28 de diciembre, Día de los Inocentes en México. Fecha en la que no se debe prestar dinero, se hacen bromas dependiendo del grado de confianza —o descaro— de quién la aplica, y la credulidad de la víctima, quien normalmente peca de inocente, ignorante, confiada o tonta, porque quienes están enterados en qué día viven no caerán en las tretas. ¿Está usted de acuerdo?
Pequemos de inocentes (y de sarcásticos) haciendo un resumen de los éxitos alcanzados por nuestros gobernantes para el pueblo bueno y sabio: ¡Por fin acabó la corrupción! Los políticos viven un estilo de vida de clase media, que es para lo que les alcanzan sus salarios, no viajan al extranjero a costa de los mexicanos y no compran en tiendas de moda con precios estratosféricos. Sus hijos tienen trabajos con salarios que no les permiten saber si podrán pagar la renta al inicio del mes (igual que a muchos mexicanos, no les alcanza para tener una casa propia). Todos aquellos que abusaron del poder, robaron, asesinaron, defraudaron, persiguieron periodistas, rivales, activistas incómodos y enemigos políticos (entre ellos, varios expresidentes, secretarios y gobernadores) ya están en la cárcel, al igual que todos los empresarios que se beneficiaron al relacionarse con ellos.
Nuestro sistema judicial es lo más cercano a la perfección: expedito, imparcial, sin corrupción, preparado, sin ataduras al Poder Ejecutivo, partidos políticos o personas; no se les va una y ya están logrando impartir la justicia que tanto hemos anhelado en el país. Las cárceles están llenas de perpetradores comprobados, sin importar sus contactos, clase social u origen racial; todas las personas que llevaban años sin juicios ni sentencias han salido libres. La aplicación de la ley a todos los niveles ha logrado el sueño anhelado: disuadir a quienes siquiera piensan en cometer un crimen, porque saben que serán atrapados y condenados. Esto no podría suceder sin el impecable proceder de policías y fiscalías, tanto estatales como federales, junto con personal del Ministerio Público preparado, bien remunerado, en instalaciones adecuadas. Todos actuando apegados al marco legal, sumados a un eficiente personal que ya está cerrando las carpetas de investigación retrasadas por años, a tal grado que se está considerando la desaparición de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por falta de casos que atender. Los cárteles y el crimen organizado ya no pudieron con tantos abrazos y depusieron las armas para que no los acusaran con su mamá.
La infraestructura del país (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, puertos, agua potable, generación de energías limpias, etcétera), aunada a la estabilidad política y certeza jurídica, han hecho de nuestro país el lugar con más inversiones locales y extranjeras de la región, y próximamente del mundo, a tal grado que la migración hacia Estados Unidos se ha revertido: ahora los gringos quieren venir a trabajar aquí huyendo de Trump. Los grandes conglomerados se pelean por llegar a nuestro país y nuestro sistema de salud ya lo quisieran en Dinamarca: los mexicanos podemos ir a cualquier farmacia por medicinas a precios razonables, accediendo a los inmejorables servicios sanitarios que ofrece el gobierno.
Ya no caben más vuelos en el AIFA. Con decirle que Mexicana tiene sobrevendidos sus vuelos y la lista de espera para utilizar el Tren Maya es de meses. Dos Bocas ha logrado la muy cantada independencia energética y los ingresos del país permiten sustentar por primera vez a la agricultura local, no sólo para alimentar a todos los mexicanos, sino también para exportar. La educación y las oportunidades de trabajo son tan buenas que no hay necesidad de perder cerebros pues todos desean quedarse en las atractivas empresas mexicanas.
Todo esto podría suceder en realidad en México. Pero tendríamos que dejar de ser tan inocentes, ignorantes o tontos, usted escoja. Porque el día que dejemos de serlo como nación, seremos el país que podemos ser, no el que tenemos ahora.
Le deseo un gran 2026, gracias por su lectura a lo largo del año y mis oraciones por las víctimas del descarrilamiento del Tren Interoceánico.
