'El cáncer es lo mejor que me ha pasado en la vida': Erika García

En esta entrevista, nos cuenta cómo el cáncer le dio un nuevo propósito en la vida. Acompáñanos a conocer su inspiradora historia

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Erika en la entrevista

Erika García, sobreviviente de cáncer demostró que existe vida después de esta enfermedad y tras superar el padecimiento logró llegar a la cima del Mont Blanc, en Francia, de la mano con la organización Cimas de la Esperanza y aseguró que el cáncer ha sido lo mejor que le ha pasado en la vida.

En entrevista con Mónica Noguera en Imagen Noticias con Paco Zea, la joven de tan solo 24 años explicó que se le diagnosticó cuando solo tenía siete años, los médicos le explicaron que se trataba de un osteosarcoma en el fémur izquierdo, el cual se expandió a todo el cuerpo, por lo que ya no había nada que hacer.

“Cuando a mí me detectan cáncer ya era terminal, ya no había nada que hacer. Cuando te dicen que ya no hay nada que hacer, como que ya no tienes expectativas de nada y solamente vives”, comentó Erika.

Desde ese momento comenzó el tratamiento paliativo. Explicó que el proceso fue difícil, no solo para ella, sino que también para su familia, ya que perdió contacto con sus hermanas y su padre, debido a que toda su infancia estuvo internada en el hospital.

Sin embargo, tras 10 años de cuidados paliativos, una luz de esperanza llegó a su vida, a los 17 años recibió la noticia de que el cáncer había desaparecido. En ese momento se dio cuenta que su propósito de vida era llevar un mensaje diferente sobre la enfermedad, así como de acompañamiento y hermandad para quienes lo padecen.

“El cáncer es lo mejor que me ha pasado en la vida, me ha dado la oportunidad de ayudar a más personas, de vivir experiencias increíbles”, subrayó.

Ahora, de la mano con la organización Cimas de la Esperanza ha logrado subir al Mont Blanc, en Francia, en compañía de otras personas que pasaron por la misma situación, “creo que compartir con gente que vivió lo mismo que tú, en condiciones diferentes, te nutre tanto el corazón y te hace entender que realmente tienes una labor importante, no solo con tu vida, sino con los demás”, concluyó.

A través de su relato, Erika nos enseña que incluso los momentos más difíciles pueden transformarse en oportunidades de crecimiento y superación. En esta entrevista, nos cuenta cómo el cáncer le dio un nuevo propósito en la vida. Acompáñanos a conocer su inspiradora historia.

Mónica Noguera: Erika, es un gusto tenerte aquí. Empecemos por el principio. ¿Cuántos años tenías cuando te diagnosticaron cáncer?

Erika García: ¡Gracias por invitarme! Tenía 7 años cuando me diagnosticaron un osteosarcoma en el fémur izquierdo. Al principio, se expandió por todo mi cuerpo y, cuando me lo detectaron, ya era un cáncer terminal. Los médicos no tenían esperanzas de curación, así que comencé un tratamiento paliativo. Fue un momento muy difícil para mi familia. Yo perdí mucho, sobre todo mi infancia. Estuve tantos años en el hospital, alejada de mis hermanas, que la relación con ellas se fracturó. Mi mamá estuvo siempre conmigo, mientras mi papá trabajaba todo el día. Años después, él falleció. Todo eso nos cambió como familia.

Mónica Noguera: Me imagino que fue un proceso durísimo, tanto físico como emocional. ¿Cómo afectó eso a la dinámica familiar?

Erika García: Sí, claro. Mis hermanas crecieron sin mi mamá y sin mí, porque prácticamente vivíamos en el hospital. El proceso fue muy cerrado, solo éramos mi mamá y yo. No había compañía cuando llegaban las noticias fuertes. Ellas vivieron la ausencia de ambos padres. Pero a pesar de todo, encontré algo positivo en medio del caos: me di cuenta de que mi propósito era llevar un mensaje diferente sobre el cáncer, uno basado en el acompañamiento, la hermandad y el disfrute de la vida. Porque uno nunca sabe cuánto tiempo le queda, y lo importante es aprovechar cada momento.

Mónica Noguera: Entonces, a los 17 años, recibiste una noticia increíble. Después de 10 años de cáncer terminal, te dijeron que ya no tenías la enfermedad, ¿cómo fue eso?

Erika García: Fue una sorpresa total. Después de años de tratamiento y de que los doctores no me dieran ninguna esperanza, a los 17 me dicen que ya no tenía cáncer. En ese momento, sentí que todo había valido la pena, que el cáncer, lejos de ser algo malo, me había dado una nueva perspectiva de vida. No solo sobreviví, sino que encontré una razón para seguir adelante y ayudar a otros. El cáncer es lo mejor que me ha pasado, porque me ha permitido vivir experiencias increíbles y conocer gente maravillosa.

Mónica Noguera: ¡Qué increíble perspectiva! Ahora, después de todo eso, ¿qué es lo que te ha llevado a escalar montañas tan emblemáticas como el Monte Blanco en Francia?

Erika García: Escalar montañas se ha vuelto una forma de vida para mí. Después de salir del cáncer, sentí que podía lograr cualquier cosa. Me preparé durante todo un año escalando montañas en México y, finalmente, me fui a Francia a entrenar en glaciares y a escalar el Monte Blanco. Fue una experiencia brutal, no solo por la dificultad física, sino por lo que representa. Te das cuenta de que el esfuerzo es personal; no importa si alguien más llega antes o después, lo que cuenta es tu propio recorrido.

Mónica Noguera: ¡Qué lección tan importante! Y no solo has escalado físicamente, sino que también has encontrado una comunidad en esta experiencia.

Erika García: Exacto. Durante mis entrenamientos y mis viajes, conocí a personas de diferentes países que, al igual que yo, han vivido con cáncer. Aunque hablamos diferentes idiomas, hay algo que nos une más allá de las palabras. El cáncer no entiende de fronteras ni barreras, y compartir nuestras historias fue algo que me llenó el corazón. Me hizo entender que mi misión no termina en mí, sino que es ayudar a otros, a través de mi experiencia, a ver la vida con nuevos ojos.

Mónica Noguera: Erika, tu historia es realmente inspiradora. No solo has superado enormes desafíos, sino que además te has dedicado a ayudar a los demás y a vivir al máximo. ¿Cuál es tu próximo reto?

Erika García: Mi próximo reto es seguir escalando, pero sobre todo seguir conectando con personas. Quiero llevar mi mensaje a más lugares y demostrar que, incluso en los momentos más difíciles, hay esperanza. El cáncer me ha enseñado que no importa cuánto tiempo tengas, lo importante es lo que haces con ese tiempo.

Erika García es un ejemplo viviente de que, incluso en medio de las circunstancias más duras, se puede encontrar un propósito. A sus 24 años, ha recorrido un camino lleno de desafíos, pero también de triunfos personales que la han llevado a las alturas, literalmente. Con su fuerza y su mensaje, Erika sigue escalando montañas, dejando una huella imborrable en el corazón de quienes la escuchan.