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Nacional

Discriminación y hasta trata sufren trabajadores domésticos

La senadora Angélica de la Peña y la académica de la Ibero, Adriana Martínez, coinciden hay violaciones de los derechos de esas personas; mujeres laboran más que hombres

Jonathan Castro | 26-04-2017
Principalmente las mujeres indígenas son las que sufren más violaciones a sus derechos.
Principalmente las mujeres indígenas son las que sufren más violaciones a sus derechos. Foto archivo: Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO

Aun cuando el trabajo doméstico genera al año 4.4 billones de pesos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), las personas que lo realizan y no reciben una paga no sólo ven sus derechos humanos violentados, sino que en algunos casos, en especial los de los niños, su situación es parte de una forma de la trata de personas.

La forma más recurrente en que esto sucede es cuando "los patrones" aprovechan la situación de vulnerabilidad de sus empleados domésticos y les exigen una serie de tareas y trabajos desmedidos, situación considerada por la senadora perredista Angélica de la Peña como una forma de la trata de personas y que afecta principalmente a niñas de escasos recursos o indígenas.

Hay trata de personas cuando observamos el trabajo doméstico no remunerado que desarrollan personas que viven en el mismo lugar en el que laboran, que aparentemente comen lo mismo que todos y que tienen techo.

“Destaca más en el caso de niñas y adolescentes que de repente hay quienes traen de pueblos o de comunidades indígenas y les ofrecen lo antes mencionado y sin una paga. Eso es una trampa y es lo que conocemos como el trabajo doméstico infantil como una forma de trata de personas”, afirmó en entrevista con Excélsior.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2012 se estimaba que en el mundo 17.2 millones de niños estaban empleados en el trabajo doméstico pagado y sin paga en la casa de un tercero.

En el caso de México no hay cifras exactas sobre cuál es el número de infantes que se dedican a esta labor, en especial, a la no remunerada; no obstante, la “Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2014” precisa que los menores de entre 12 y 19 años le dedican a la semana un promedio de 23.7 horas: las niñas 15.3 y los niños 8.4 a esta actividad, sin recibir paga alguna.

De manera general, ésa es la misma tendencia, ya que las mujeres invierten cerca de 29.8 horas a la semana al trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar y los hombres sólo 9.7 horas.

De acuerdo con la legisladora De la Peña y la profesora en estudios de género en la Universidad Iberoamericana, Adriana Martínez, estos números muestran que en México hay una clara problemática en torno a los roles de género.

Además, la académica precisó que también hay una falta de información con respecto a estas actividades y que correspondería a las autoridades visibilizarlas.

 

DISCRIMINACIÓN, RACISMO… Y DERECHOS VIOLADOS

Desde hace 17 años Érica Sevilla no sólo tiene un trabajo estable y por el cual recibe una paga, sino que también dedica cerca de seis horas diarias a las labores hogareñas.

A sus 44 años, forma una familia con su esposo, su hija y un perro, y aunque es feliz consideró que debido a la cultura machista que predomina en el país, las mujeres siguen roles de género que las encasillan, por ejemplo, en las labores domésticas.

Ya es una cuestión cultural. México es un país muy tradicionalista y en el cual las mujeres seguimos muchos patrones como el aseo de la casa, que ya vemos como un deber, o una obligación. A veces se tiene la suerte de tener un esposo que nos ayude en el hogar, pero no siempre es así”, aseveró.

Como ella, millones de mujeres se encargan de sus hogares y algunas otras también se ocupan de las casas de alguien más, y son éstas últimas las que principalmente se enfrentan a ambientes racistas, machistas, clasistas y otros tipos de discriminación que violentan sus derechos.

“Hablar de este tema es hablar de uno en el que confluyen una serie de dinámicas sexistas, clasistas, racistas y de ilegalidad, porque el trabajo doméstico, en la mayoría de los casos, es encarnado en cuerpo de mujer; es decir, realizado por éstas”, explicó la académica experta en estudios de género, Adriana Martínez.

Explicó que en muchos casos quienes emplean a trabajadores domésticos no remunerados les ofrecen un lugar dónde vivir y comida como una forma de paga; sin embargo, ello conduce a ambientes de abuso contra los empleados debido al vacío legal que el país tiene en la materia.

Hay un gran vacío legal en México que deja todo sólo en tratos entre el empleador y el empleado y ahí es donde hablamos de una impresionante serie de abusos.

Estas personas viven en ambientes sumamente infrahumanos, me atrevo a decir, ya que se les trata con un desprecio impresionante y luego se tiene la vajilla para el servicio y la de la familia; lo mismo pasa con los cubiertos; viven en la azotea. Todo ello refleja las estructuras racistas, clasistas y sexistas del país”, destacó la Maestra en estudios de la Mujer por la Universidad Estatal de San Diego.

Al respecto, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en el senado, De la Peña, coincidió con la profesora universitaria y aseguró que la principal problemática es que México no ha aprobado, por ejemplo, el convenio 156 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual pretende que haya una equidad de las responsabilidades en los trabajos del hogar.

A partir de esto, explicó, se podrían trabajar políticas públicas en favor de los trabajadores domésticos no remunerados, así como de quienes sí reciben un sueldo, para que se les reconozcan sus derechos.

Tenemos que trabajar en las políticas públicas para tener una concepción distinta del espacio y tiempo, así como de la legitimidad en muchos derechos como la cultura y el descanso, que no son tomados en consideración como parte inalienable de una persona, y los cuales la fortalece y la tienden a desarrollarse más; así como para la búsqueda de la felicidad”, afirmó.

Agregó: “Se debe democratizar el trabajo no remunerado y en el caso de quienes trabajan, responsabilizarse, como dice la OIT; además, las actividades en el hogar no son sólo de las mujeres, sino también de los hombres. Se deben reconocer los derechos”.

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*jci

 

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