¿Una princesa en el Ejército? Así transcurre la formación militar de Leonor

La heredera al trono culmina su fase de instrucción naval en la fragata Blas de Lezo, en una experiencia que refuerza su papel militar

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La Princesa Leonor, con uniforme de guardiamarina, observa el horizonte desde el puente de mando de la fragata Blas de Lezo durante una jornada de instrucción militar en Ceuta. La acompañan dos compañeros cadetes. Imagen captada en junio de 2025 como parte de su formación en la Armada Española.
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La Princesa Leonor, junto a dos guardiamarinas, participa en una clase de navegación nocturna con luz roja a bordo de la fragata Blas de Lezo. La luz roja se utiliza para preservar la visión nocturna durante la lectura de cartas náuticas. Imagen tomada como parte de su formación militar intensiva en la Armada Española.
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La Princesa Leonor, con uniforme de guardiamarina, participa en una jornada de vigilancia a bordo de la fragata Blas de Lezo. Se le ve de pie en la cubierta, mirando el horizonte junto a otros marinos y personal de infantería de marina. La imagen fue tomada durante su formación en aguas del sur de España, con el Peñón de Gibraltar al fondo.
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La Princesa Leonor, vestida con chaleco de seguridad y uniforme naval, participa en una sesión de coordinación en el puente de mando de la fragata Blas de Lezo. A su alrededor, varios guardiamarinas y oficiales se comunican por radio y revisan paneles de navegación. Imagen tomada durante su formación militar activa.
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La Princesa Leonor, vestida con uniforme de guardiamarina, señala una carta náutica proyectada en pantalla durante una exposición táctica en la fragata Blas de Lezo. Frente a varios compañeros y junto a otra guardiamarina, presenta una ruta de navegación en una sala de reuniones. Imagen tomada durante su formación militar.
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A 80 millas náuticas de la costa y con el viento de proa golpeando el casco metálico, la fragata Blas de Lezo sigue su rumbo sin pausa. Es una mañana cualquiera en alta mar, pero no para todos: entre los más de 200 tripulantes que conviven a bordo, una joven guardiamarina observa el horizonte con prismáticos y escucha con atención las instrucciones del oficial de guardia. Es la princesa Leonor, heredera al trono de España y futura capitana general de las Fuerzas Armadas.

Desde que zarpó el 14 de junio del puerto de Las Palmas de Gran Canaria, la nieta del rey Juan Carlos I ha completado casi tres semanas de inmersión castrense a bordo de uno de los buques más avanzados de la Armada. Su estancia —enmarcada en el Programa de Instrucción Naval que siguen los guardiamarinas de la Escuela Naval Militar de Marín— representa la fase más exigente y simbólica de su formación hasta la fecha. El jueves 3 de julio, regresará al Juan Sebastián de Elcano en Gijón, cerrando así una etapa que ha ido más allá del protocolo y los manuales.

Aprendizaje en marcha

Las imágenes difundidas por la Casa Real —algunas captadas durante maniobras reales y tareas cotidianas— muestran a Leonor integrada de lleno en la vida a bordo. Se la ve participando en simulacros de combate, colaborando en maniobras con helicópteros, vigilando el entorno desde el puente de mando o asistiendo a clases nocturnas de navegación con luz roja, diseñada para preservar la visión nocturna.

Pero no solo ha aprendido: también ha enseñado. Una fotografía la muestra en plena exposición táctica ante sus compañeros, señalando con determinación una carta náutica. La heredera no ha sido un elemento decorativo en este escenario militar: ha asumido responsabilidades y ha mostrado iniciativa. Oficiales consultados destacan su actitud de “una más”, su capacidad para adaptarse a los ritmos de navegación y su disposición para aprender lo que no se enseña en los libros: la convivencia, la confianza mutua y la cadena de mando.

El valor simbólico del uniforme

La princesa viste el uniforme azul marino de guardiamarina, sin galones dorados ni privilegios visuales. Solo la bandera española en el hombro y la insignia que la identifica como aspirante a oficial. No hay escolta, ni trajes de gala, ni cortes protocolarios. En la fragata, lo que cuenta es la disciplina, la resistencia al cansancio, la precisión y la capacidad para integrarse en un colectivo donde cada decisión cuenta.

El hecho de que la futura reina se embarque en este tipo de formación tiene un valor institucional incuestionable. Por mandato constitucional, cuando acceda al trono será la jefa suprema de los tres ejércitos. Su paso por Tierra, Armada y Aire —en una instrucción trianual que comenzó en agosto de 2023 y terminará en 2026— responde a una lógica formativa, pero también simbólica: legitimar con hechos su futuro rol, demostrar compromiso y preparación. En resumen, entender el Ejército desde dentro.

El Blas de Lezo: una escuela flotante

La fragata Blas de Lezo (F-103) no es un simple buque de entrenamiento. Es una unidad de combate de primera línea, perteneciente a la clase Álvaro de Bazán, diseñada para misiones de defensa antiaérea y equipada con el sistema de combate Aegis. Ha participado en operaciones de escolta, ejercicios de la OTAN y misiones de vigilancia en el Mediterráneo y el Atlántico.

A bordo se integran una unidad aérea —con helicópteros SH-60B— y un destacamento de infantería de marina, elementos que permiten a los guardiamarinas conocer la operativa conjunta de diferentes ramas militares. Las jornadas combinan instrucción técnica, prácticas de navegación, ejercicios de seguridad, maniobras de reabastecimiento entre buques y turnos de guardia que comienzan antes del amanecer.

La Princesa Leonor, con casco blanco y chaleco táctico, observa una maniobra de reabastecimiento entre buques en alta mar desde la fragata Blas de Lezo, en Ceuta. La imagen muestra a varios marinos ejecutando una operación técnica en un entorno real de navegación como parte de su formación militar en la Armada Española.

Leonor observa una maniobra de reabastecimiento entre buques durante su formación naval. Fotografía: Casa Real 

En este entorno, Leonor ha compartido comedor, rutinas y formaciones con otros cadetes y oficiales. Lejos de los actos públicos o del rigor ceremonial, ha experimentado la vida real de los marinos: las horas de vigía, los mapas extendidos sobre la mesa del puente, el oleaje constante y la jerarquía férrea de a bordo.

Una travesía con sentido de Estado

Esta fase embarcada es parte de una travesía mayor. Desde el 11 de mayo, Leonor forma parte de la dotación del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, que ha recorrido América con escalas estratégicas en Perú, Colombia, México, Cuba, Puerto Rico, Brasil y Estados Unidos. Viajes que combinan la formación naval con una misión diplomática de largo alcance.

El itinerario ha tenido paradas cargadas de simbolismo. En Cartagena de Indias, Leonor visitó el Museo Naval del Caribe. En Nueva York, participó en encuentros diplomáticos. Y en Ceuta, protagonizó una visita histórica: el pasado 17 de junio, fue la primera vez en 18 años que un miembro de la Casa Real pisaba la ciudad autónoma. Una escala breve pero cargada de significado geopolítico, dada la postura oficial de Marruecos, que no reconoce la soberanía española sobre Ceuta y Melilla.

Rumbo a Gijón y más allá

El regreso al Juan Sebastián de Elcano está previsto para el 3 de julio, en el puerto de Gijón. Una ciudad con fuerte vinculación simbólica para la princesa, que ostenta el título de Princesa de Asturias. Allí retomará la navegación junto a sus compañeros, tras una etapa en solitario que ha consolidado su perfil como futura jefa de Estado y mando militar.

Quedan aún dos años para que complete su formación. Después vendrán nuevas etapas con el Ejército del Aire y el Ejército de Tierra. Pero el paso por la Blas de Lezo ha sido una prueba de fuego, superada no con discursos sino con práctica, discreción y disciplina.

Un modelo en construcción

En Europa, pocas casas reales han asumido una formación militar tan estructurada para sus herederos. En Noruega, el príncipe Haakon hizo el curso de oficial, pero no pasó por todas las ramas. En el Reino Unido, el príncipe William se formó como piloto de helicóptero de búsqueda y rescate, pero su hermana, la princesa Charlotte, no tiene previsto un entrenamiento similar. Leonor, en cambio, está construyendo un modelo propio: no exento de simbolismo, pero también muy concreto en cuanto a exigencia.

Las imágenes difundidas hasta ahora no buscan impresionar, sino mostrar una normalidad construida con esfuerzo. Una joven de 18 años que estudia maniobras, que se pone el chaleco táctico, que aprende a mandar y también a obedecer. Que habla en la sala de reuniones, pero también escucha en cubierta. Que pisa la cubierta de vuelo mientras despega un helicóptero, como una más.

En tiempos en que la monarquía busca legitimarse desde la acción más que desde el linaje, este tipo de formación no solo prepara a una reina: construye un relato.

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¿Una princesa en el Ejército? Así es la formación militar de Leonor

Por Pedro Díaz Gutiérrez

A 80 millas náuticas de la costa y con el viento de proa golpeando el casco metálico, la fragata Blas de Lezo sigue su rumbo sin pausa. Es una mañana cualquiera en alta mar, pero no para todos: entre los más de 200 tripulantes que conviven a bordo, una joven guardiamarina observa el horizonte con prismáticos y escucha con atención las instrucciones del oficial de guardia. Es la princesa Leonor, heredera al trono de España y futura capitana general de las Fuerzas Armadas.

Desde que zarpó el 14 de junio del puerto de Las Palmas de Gran Canaria, la nieta del rey Juan Carlos I ha completado casi tres semanas de inmersión castrense a bordo de uno de los buques más avanzados de la Armada. Su estancia —enmarcada en el Programa de Instrucción Naval que siguen los guardiamarinas de la Escuela Naval Militar de Marín— representa la fase más exigente y simbólica de su formación hasta la fecha. El jueves 3 de julio, regresará al Juan Sebastián de Elcano en Gijón, cerrando así una etapa que ha ido más allá del protocolo y los manuales.

Aprendizaje en marcha

Las imágenes difundidas por la Casa Real —algunas captadas durante maniobras reales y tareas cotidianas— muestran a Leonor integrada de lleno en la vida a bordo. Se la ve participando en simulacros de combate, colaborando en maniobras con helicópteros, vigilando el entorno desde el puente de mando o asistiendo a clases nocturnas de navegación con luz roja, diseñada para preservar la visión nocturna.

Pero no solo ha aprendido: también ha enseñado. Una fotografía la muestra en plena exposición táctica ante sus compañeros, señalando con determinación una carta náutica. La heredera no ha sido un elemento decorativo en este escenario militar: ha asumido responsabilidades y ha mostrado iniciativa. Oficiales consultados destacan su actitud de “una más”, su capacidad para adaptarse a los ritmos de navegación y su disposición para aprender lo que no se enseña en los libros: la convivencia, la confianza mutua y la cadena de mando.

El valor simbólico del uniforme

La princesa viste el uniforme azul marino de guardiamarina, sin galones dorados ni privilegios visuales. Solo la bandera española en el hombro y la insignia que la identifica como aspirante a oficial. No hay escolta, ni trajes de gala, ni cortes protocolarios. En la fragata, lo que cuenta es la disciplina, la resistencia al cansancio, la precisión y la capacidad para integrarse en un colectivo donde cada decisión cuenta.

El hecho de que la futura reina se embarque en este tipo de formación tiene un valor institucional incuestionable. Por mandato constitucional, cuando acceda al trono será la jefa suprema de los tres ejércitos. Su paso por Tierra, Armada y Aire —en una instrucción trianual que comenzó en agosto de 2023 y terminará en 2026— responde a una lógica formativa, pero también simbólica: legitimar con hechos su futuro rol, demostrar compromiso y preparación. En resumen, entender el Ejército desde dentro.

El Blas de Lezo: una escuela flotante

La fragata Blas de Lezo (F-103) no es un simple buque de entrenamiento. Es una unidad de combate de primera línea, perteneciente a la clase Álvaro de Bazán, diseñada para misiones de defensa antiaérea y equipada con el sistema de combate Aegis. Ha participado en operaciones de escolta, ejercicios de la OTAN y misiones de vigilancia en el Mediterráneo y el Atlántico.

A bordo se integran una unidad aérea —con helicópteros SH-60B— y un destacamento de infantería de marina, elementos que permiten a los guardiamarinas conocer la operativa conjunta de diferentes ramas militares. Las jornadas combinan instrucción técnica, prácticas de navegación, ejercicios de seguridad, maniobras de reabastecimiento entre buques y turnos de guardia que comienzan antes del amanecer.

En este entorno, Leonor ha compartido comedor, rutinas y formaciones con otros cadetes y oficiales. Lejos de los actos públicos o del rigor ceremonial, ha experimentado la vida real de los marinos: las horas de vigía, los mapas extendidos sobre la mesa del puente, el oleaje constante y la jerarquía férrea de a bordo.

Una travesía con sentido de Estado

Esta fase embarcada es parte de una travesía mayor. Desde el 11 de mayo, Leonor forma parte de la dotación del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, que ha recorrido América con escalas estratégicas en Perú, Colombia, México, Cuba, Puerto Rico, Brasil y Estados Unidos. Viajes que combinan la formación naval con una misión diplomática de largo alcance.

El itinerario ha tenido paradas cargadas de simbolismo. En Cartagena de Indias, Leonor visitó el Museo Naval del Caribe. En Nueva York, participó en encuentros diplomáticos. Y en Ceuta, protagonizó una visita histórica: el pasado 17 de junio, fue la primera vez en 18 años que un miembro de la Casa Real pisaba la ciudad autónoma. Una escala breve pero cargada de significado geopolítico, dada la postura oficial de Marruecos, que no reconoce la soberanía española sobre Ceuta y Melilla.

Rumbo a Gijón y más allá

El regreso al Juan Sebastián de Elcano está previsto para el 3 de julio, en el puerto de Gijón. Una ciudad con fuerte vinculación simbólica para la princesa, que ostenta el título de Princesa de Asturias. Allí retomará la navegación junto a sus compañeros, tras una etapa en solitario que ha consolidado su perfil como futura jefa de Estado y mando militar.

Quedan aún dos años para que complete su formación. Después vendrán nuevas etapas con el Ejército del Aire y el Ejército de Tierra. Pero el paso por la Blas de Lezo ha sido una prueba de fuego, superada no con discursos sino con práctica, discreción y disciplina.

Un modelo en construcción

En Europa, pocas casas reales han asumido una formación militar tan estructurada para sus herederos. En Noruega, el príncipe Haakon hizo el curso de oficial, pero no pasó por todas las ramas. En el Reino Unido, el príncipe William se formó como piloto de helicóptero de búsqueda y rescate, pero su hermana, la princesa Charlotte, no tiene previsto un entrenamiento similar. Leonor, en cambio, está construyendo un modelo propio: no exento de simbolismo, pero también muy concreto en cuanto a exigencia.

Las imágenes difundidas hasta ahora no buscan impresionar, sino mostrar una normalidad construida con esfuerzo. Una joven de 18 años que estudia maniobras, que se pone el chaleco táctico, que aprende a mandar y también a obedecer. Que habla en la sala de reuniones, pero también escucha en cubierta. Que pisa la cubierta de vuelo mientras despega un helicóptero, como una más.

En tiempos en que la monarquía busca legitimarse desde la acción más que desde el linaje, este tipo de formación no solo prepara a una reina: construye un relato.

¿Crees que este tipo de formación militar refuerza la legitimidad de la monarquía?

¿Cómo compararías la preparación de Leonor con la de otros herederos europeos?

Si fueras parte de la Armada, ¿qué destacarías de convivir con una futura reina?