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A 45 años de 'el día que se cayó la Ibero' ¿lo recuerdas o no habías nacido?

El terremoto del 14 de marzo de 1979 provocó daños considerables en cinco edificios de la universidad, llevando al colapso parcial o total de estas estructuras

Peter D. | 14-03-2024
En la Ciudad de México, un sismo con magnitud 7.6° en la escala de Richter y epicentro en Petatlán (Guerrero) causa el derrumbe de la Universidad Iberoamericana afortunadamente sin causar víctimas. Fotografías: Archivo Histórico Ibero.

Hoy se conmemoran 45 años de uno de los temblores más impactantes en la historia de la Ciudad de México y de la educación superior en el país: el sismo que en 1979, con una magnitud estimada entre 7.4 y 7.6, sacudió la capital mexicana, con epicentro en Petatlán, Guerrero. Este terremoto, conocido popularmente como el "sismo de la Ibero", dejó una huella imborrable en la Universidad Iberoamericana (IBERO).

A las 5:07 de la mañana del 14 de marzo de 1979, este terremoto afectó diversas zonas del país, pero fue en la Ciudad de México donde causó uno de sus impactos más significativos al derrumbar parte de las instalaciones de la IBERO, localizadas entonces en Campestre Churubusco, Coyoacán. A pesar de la magnitud del desastre, no se registraron víctimas dentro de la comunidad universitaria, gracias a que los edificios afectados estaban vacíos en el momento del sismo.

El terremoto provocó daños considerables en cinco edificios de la universidad, llevando al colapso parcial o total de estas estructuras. A raíz de este desastre, se suspendieron las actividades académicas y se trasladaron las clases a diferentes ubicaciones, entre ellas instalaciones prestadas por el Instituto Politécnico Nacional.

El evento marcó un antes y un después para la institución, que tras el sismo se vio obligada a reconstruir y repensar su futuro. Este difícil momento, sin embargo, fue también un ejemplo de resiliencia y solidaridad, con la comunidad educativa trabajando unida para superar la adversidad.

El "sismo de la Ibero" no solo quedó registrado como un evento traumático, sino también como un punto de inflexión que eventualmente llevaría a la universidad a mudarse a su actual campus en Santa Fe. Este cambio representó una nueva etapa de crecimiento y consolidación para la IBERO.

Los testimonios de la época relatan el impacto devastador en la infraestructura de la universidad, con varios edificios administrativos y escolares colapsados o gravemente dañados. La situación llevó a la suspensión de las actividades académicas y a un esfuerzo considerable para recuperar y reconstruir las instalaciones afectadas.

Después del sismo, las clases se trasladaron temporalmente a instalaciones alternativas, como las proporcionadas por el Instituto Politécnico Nacional, hasta que la universidad pudo reconstruir y establecerse en un nuevo campus.

El sismo de hace 45 años dejó huellas profundas en quienes formaban parte de la comunidad universitaria. Las instalaciones sufrieron daños significativos. Pero, a pesar de la fuerza, ningún integrante de la comunidad universitaria de la IBERO resultó herido, aunque cabe resaltar que a nivel nacional se reportó el fallecimiento de cuatro personas, 500 lesionados y más de 70 edificaciones dañadas.

El edificio de Arquitectura y otros módulos más de la Universidad Iberoamericana se derrumbaron, no hubo víctimas, pero los daños fueron calculados en varios millones de pesos. Cinco edificios que ocupaban la rectoría, las direcciones de las facultades, las oficinas administrativas, talleres de arquitectura y aulas, fueron destruidos y las labores docentes suspendidas.

El entonces Rector de la IBERO, Enrique Portilla Osio, y los directores de los Departamentos de la Universidad Iberoamericana decidieron suspender por una semana las labores docentes para hacer frente a la crisis y examinar los ofrecimientos que diferentes instituciones hicieron para continuar con la cátedra habitual.

“Cinco días hábiles después (del sismo), el 22 de marzo, se iniciaron las clases de licenciatura en las instalaciones de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) Culhuacán, generosamente prestadas por el Instituto Politécnico Nacional. Otros cursos se impartieron en el Colegio de Ingenieros Civiles de México y de posgrado fueron albergados por el Instituto Cultural”, recordó la directora de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero, la maestra Teresa Matabuena, en un escrito. Ella misma rememeró lo siguiente: 

"El 14 de marzo, a las 5 horas 9 minutos de la mañana un fuerte sismo se sintió en la ciudad de México, la población espantada en su mayoría se despertó y salió de sus casas, minutos después el sismo había pasado y se regresaba a las actividades normales, los que trabajaban o estudiaban a las 7 de la mañana se dispusieron a ir a sus trabajos.

"En las noticias empezaron a hacer el recuento de los daños, entre ellos decían que la Universidad Iberoamericana se había caído.

"Esa mañana el 60% de los edificios de la Ibero se habían caído o quedado muy dañados. A Dios gracias sólo habían sido daños materiales, ningún trabajador o alumno de la Universidad había sufrido daños físicos.

"Horas después se llevaron a cabo reuniones de las autoridades universitarias, para tomar decisiones y atender a los reporteros de prensa, radio y televisión tanto nacionales como extranjeros.

"La principal preocupación de las autoridades de la Universidad fue reanudar las clases lo antes posible.

"Gracias a las autoridades de la Universidad encabezadas por el rector Enrique Portilla Osio, a las autoridades del gobierno del Distrito Federal, así como instituciones amigas, amigos de la Universidad y los alumnos y maestros de la UIA, cinco días hábiles después el 22 de marzo se iniciaron las clases de licenciatura en las instalaciones de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) Culhuacán instalaciones generosamente prestadas por el Instituto Politécnico Nacional otros cursos se impartieron en el Colegio de Ingenieros Civiles de México. Los estudios de posgrado fueron albergados por el Instituto Cultural.

 

Los gallineros, aulas improvisadas despuès del sismo

 

"Dos meses después el 31 de mayo de ese año se inauguraron las instalaciones prefabricadas (conocidos coloquialmente como gallineros). Y ahí se impartieron las clases del periodo de verano. En estos gallineros, la biblioteca y otras instalaciones que no habían sufrido daños, albergaron a la Universidad hasta 1988, año en que la Ibero se trasladó a Santa Fe.

"Cabe destacar que, al día siguiente, 15 de marzo, el pago a todo el personal de la Universidad se efectuó puntualmente y se hizo en efectivo, como entonces se acostumbraba, ya que una de las prioridades del Rector era que todos conservaran su empleo y recibieran su salario".
 

 

 

 

 

 

 

 

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