Revelan cartas inéditas del arzobispo Romero
El religioso sabía que su vida corría peligro por defender a los pobres y perseguidos
CIUDAD DEL VATICANO, 25 de marzo.— El arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado hace 35 años por un comando de extrema derecha, sabía que su vida corría peligro por defender a los pobres y perseguidos en su país, según revelan cartas inéditas dadas a conocer.
El papa Francisco aprobó el 3 de febrero pasado el decreto para su beatificación en el que se reconoce el “martirio” del arzobispo in odium fidei, es decir, que fue asesinado por odio a la fe.
El libro Si me matan resucitaré en el pueblo. Inéditos 1977-1980 publicado por Editrice Missionaria recoge por primera vez esos escritos.
En el prefacio monseñor Vincenzo Paglia, postulador de su causa de beatificación, destaca que sus cartas definen “el verdadero rostro del obispo-mártir en que emerge con fuerza la conciencia de ser el blanco de los violentos por su fidelidad al Evangelio”.
En una carta a un coronel rechazó las acusaciones de ser un representante de la ideología marxista.
“Otra manera de acusar a la Iglesia de infidelidad es tratar de hacer pasar por marxista la acción de la Iglesia cuando ésta recuerda los más elementales derechos humanos y pone todo su poder institucional y profético al servicio de los pobres y los débiles”.
“La Iglesia está siempre interesada sólo en defender los derechos fundamentales de la persona en el ejercicio de los bienes materiales. La mueve el interés ético de la fe. A la Iglesia no le interesa ninguna ideología”, añade. “Ni siquiera el actual sistema capitalista y materialismo práctico”.
“Cuando la Iglesia trata de ser levadura, sal y luz en medio de tanta oscuridad y tanta podredumbre es atacado en la vida de sus sacerdotes”.
La Comisión de la Verdad para investigar los crímenes durante el conflicto armado en El Salvador señaló al mayor de inteligencia Roberto D’Aubuisson, fundador del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista, como el autor intelectual del crimen.
Poco antes de morir asesinado el arzobispo había proclamado: “Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, a unos 160 kilómetros al este de la capital en el departamento de San Miguel. Fue el segundo de ocho hermanos de una familia formada por Santos Romero, un telegrafista y empleado de correos y Guadalupe Galdámez.
La declaración del martirio es decisiva para su beatificación ya que no es necesario reconocer un milagro y después continuará la fase para la posible canonización.
En marzo de 1994 se abrió el proceso de beatificación y tras concluirse su fase diocesana en 1997 pasó a la Congregación de la Doctrina de la Fe para que diera su autorización.
El proceso vivió una fase de estancamiento y en 2005 la Congregación para la Causa de los Santos dio el visto bueno para que continuara, mientras que con la llegada del papa Francisco en marzo de 2013 se produjo una aceleración de su proceso de beatificación.
Romero será beatificado el próximo 23 de mayo en una ceremonia en San Salvador. Fue asesinado el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital en los días previos al estallido del conflicto armado salvadoreño.
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