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Adán y Delgado, mancuerna operadora de la 4T

Ivonne Melgar

Ivonne Melgar

Retrovisor


Como lo exige la veda, el pasado fin de semana, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el dirigente de Morena, Mario Delgado, hicieron una gira sin reflectores ni actos masivos.

Pero no faltó quien subiera a redes las fotos de reuniones que ambos sostuvieron con alcaldes, regidores, diputados y líderes partidistas en Campeche, Tabasco y Yucatán.

No se trató de una coincidencia ocasional de agendas, sino de las tareas que esta poderosa mancuerna de operadores de la autoproclamada Cuarta Transformación realiza para desplegar la agenda del Presidente de la República: movilizar a las bases de Morena para la ratificación de mandato, avanzar en la idea de que la reforma eléctrica sí va a pasar en la Cámara de Diputados y ganar las elecciones estatales del 5 de junio, al menos en tres de las seis entidades en disputa.

Así que, a diferencia de hace un año, cuando se renovó el Congreso, 11 gubernaturas y las alcaldías de la CDMX y el dirigente de Morena debió sortear el fuego interno y se mantuvo al margen de los terrenos de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sin interferir en la capital del país, hoy la operación político-electoral de la 4T se ha realineado por las definiciones del Presidente de la República y por la condición de amigos que existe entre Mario Delgado y el secretario tabasqueño.

Ambos llegaron al Senado como representantes del PRD en 2012 y renunciaron a éste para fortalecer el apuntalamiento de la candidatura de López Obrador como abanderado morenista.

Y si bien en la 4T ningún cargo o postulación partidista se da al margen del visto bueno de Palacio, en este caso cuenta la cercanía personal, cultivada en la coincidencia de los encargos que les hace el primer morenista de la nación. ¿O acaso es él quien deliberadamente los acerca? Cabe esa hipótesis.

Porque a la luz de esta mancuerna de operación política, vale recordar que, cuando era gobernador, fue Adán Augusto López quien destapó a Mario Delgado como prospecto para conducir el partido en julio de 2019, reiterando su apoyo públicamente en 2020, en contraste a una jefa Sheinbaum quien entonces buscó sumarse a la candidatura de Porfirio Muñoz Ledo, alentada por los llamados duros, puros, rudos de Morena, en esos tiempos representados por Bertha Luján y Alfonso Ramírez Cuéllar, con quienes jugó la ahora secretaria general del partido, Citlalli Hernández.

Y si como reza la premisa de López Obrador, de que amor con amor se paga, que no pase inadvertido el hecho de que fue el dirigente de Morena quien en noviembre pasado hizo declaraciones que fueron publicadas así: Mario Delgado destapa a Adán Augusto como presidenciable para 2024.

Es cierto que el grado de cercanía de estos operadores con el Presidente de la República no tiene comparación: Adán Augusto es su paisano y hermano, y el exsecretario de Finanzas de Marcelo Ebrard en la CDMX llegó por su recomendación a explicarle al candidato en qué consistían los algoritmos electorales.

También es sabido que fue gracias al canciller que Mario Delgado asumió la coordinación de los diputados de Morena en la primera parte del sexenio, logrando una mayoría calificada con experredistas y PVEM, que fue oro puro para concretar las reformas y abrirse camino hacia Palacio Nacional, donde ahora es visitante asiduo.

Y aunque esa cercanía con López Obrador hoy es vista como natural y lógica, después de 17 meses en la dirigencia del partido y buenos resultados electorales en 2021, todavía se escuchan voces como las del doctor John Ackerman y el escritor Paco Ignacio Taibo II que convocan a rescatar al partido, y escenas de huevazos que los radicales de Morena en el Senado buscan viralizar.

Diluidos, sin embargo, están los augurios de que Delgado iba a tronar entre las grillas de los cuadros históricos. Lejos quedaron los pleitos de la dirigencia de Yeidckol Polevnsky con el jefe de los senadores, Ricardo Monreal. Y no existe más la distancia entre la conducción partidista y Bucareli.

Y es que a diferencia de sus antecesores y malquerientes, el hoy dirigente partidista opera las definiciones presidenciales y punto: sea la candidatura de Salomón Jara para el gobierno de Oaxaca, enfrentarse al INE o concretar la devolución de prerrogativas de Morena, así tenga que diseñarse una reforma a modo, como la aprobada hace tres semanas.

Ya vendrán las alineaciones hacia 2024, con la suerte de Monreal incluida, y las versiones 4T del dedazo.

Pero, por ahora, tanto morenistas como opositores deben dimensionar que, en la operación de los deseos electorales de Palacio, Adán Augusto y Mario Delgado laboran coordinados para que la revocación, la reforma eléctrica y el 5 de junio le abran paso a la garantía de un segundo sexenio a la 4T.

Y el encargo incluye que Américo Villarreal gané en Tamaulipas; Salomón Jara y Mara Lezama apabullen en Oaxaca y Quintana Roo, y la reforma eléctrica ponga en aprietos a sus adversarios.

¿Alguien puede apostar si saldrán bien librados en todo?

 

 

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