El Circo Volador abre sus alas a la reinvención

CIUDAD DE MÉXICO.

A mediados de la década de los ochenta, Circo Volador nació como un proyecto universitario de investigación enfocado en ayudar a los jóvenes de las colonias más problemáticas de violencia en la Ciudad de México, basado en técnicas sociológicas con la finalidad de brindarles apoyo mediante la búsqueda de sus habilidades potenciales para ser explotadas dentro de la sociedad.

El grupo de investigación estaba conformado por casi diez personas identificadas por un sobrenombre de animal (pavo, gato, perro, piojo, pulga…), quienes se trasladaban en una combi entre barrios marginados. Pronto los jóvenes fueron conocidos como el ‘circo que volaba’ sobre las colonias populares de la ciudad a bordo de su vehículo.

El siguiente paso llevó al ya entonces conocido como Circo Volador a poner a disposición de los jóvenes una serie de talleres que les enseñaba las bases fundamentales de diversos oficios, todo orientado a la lucha contra las pandillas urbanas formadas en puntos rojos del entonces conocido como Distrito Federal.

Tras varios años de trabajo en las calles, en 1994 fueron otorgadas a través del Gobierno de la Ciudad, las instalaciones del antiguo cine Francisco Villa ubicado a un costado del mercado de Jamaica. Con ello, el proyecto tuvo al fin un espacio que le permitió desarrollar sus actividades de manera autónoma convirtiéndose en promotores culturales.

En entrevista para Excélsior, el sociólogo Héctor Castillo Berthier, director del Centro de Arte y Cultura Circo Volador, habló sobre lo que representó para ellos la obtención del espacio abandonado del cine Francisco Villa, “ese fue el punto de quiebre porque después de siete años de trabajo al fin teníamos un espacio para poder trabajar. Me dijeron ‘aquí están las llaves’, pero no teníamos recursos, por eso fue que nos tuvimos que convertir en promotores culturales para atraer recursos”:

No fue hasta 1997 que se inauguró oficialmente el Circo Volador. Bajo el mandato de Cuauhtémoc Cárdenas en la Ciudad de México, se pretendió convertir el proyecto en una política pública, sin embargo, la propuesta no prosperó y en su lugar se creó el proyecto FAROS (Fábricas de Artes y Oficios), como parte de las políticas públicas dirigidas a jóvenes de la ciudad.

Desde sus inicios, la organización cultural ha participado en diferentes programas de radio y realizado sus propios contenidos radiofónicos desde donde ha practicado la promoción cultural juvenil con lo que ha dado voz a los jóvenes marginados. Actualmente cuenta con su propia estación de radio en línea, donde transmite música y otros contenidos como programas culturales.

EL ROCK COMO BASE

Con capacidad de albergar hasta 3,000 asistentes, Circo Volador es también un foro donde se realizan conciertos nacionales e internacionales, así como todo tipo de eventos culturales y artísticos. El primer concierto que se ofreció ya en las actuales instalaciones estuvo a cargo de Javier Bátiz, Carlos Matta, Los Dug Dug's y Enigma.

A través del rock, empuja a las nuevas generaciones a la cultura de la música, por lo que cuenta con su propio estudio de grabación. Además, participa en programas de prevención de la violencia, lo que le ha llevado a desarrollar proyectos de manera conjunta con otros países de Latinoamérica.

La labor de Circo Volador se ve reflejada en los premios que ha logrado en sus más de treinta años de historia, entre los que destacan el reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una de las 12 mejores prácticas sociales del mundo en 2004, así como el premio “Jóvenes por un México sin Pobreza” en la categoría de proyectos innovadores, otorgado por el Banco Mundial en 2005, entre otras distinciones.

LLEGÓ EL COVID-19

Hasta antes de la emergencia sanitaria, ofrecía talleres de técnicas de dibujo y grabado, pole dance, violín, teatro, serigrafía, entre otras disciplinas. Después de darse a conocer el confinamiento por la pandemia de Covid-19 en marzo, el inmueble cerró sus puertas y se ha visto en la necesidad de replantear la forma de ofrecer su oferta cultural.

En ese sentido, se trata de fortalecer sus redes sociales con la creación de la ‘Comunidad Circo Volador’, con lo que busca difundir y realizar acciones que contribuyan a la salud, bienestar, igualdad de género, así como el consumo Responsable.

“En ese proceso arrancamos algo que llamamos ‘Comunidad Circo Volador. Queremos redimensionar el trabajo de redes sociales porque nos dimos cuenta que nuestras redes sociales se estaban centrando en la música y queremos llegar a más jóvenes”, enfatizó Castillo.

Otra estrategia para captar recursos es la venta de productos como playeras, discos y accesorios, entre otros artículos, en las puertas del recinto ubicado afuera de la estación del metro La Viga. Por otro lado, planean realizar talleres en línea, para lo que requieren echar mano de la infraestructura con la que cuentan.

“Los tiempos del Covid-19 nos demandan una nueva reflexión sobre las hipótesis iniciales y sobre las futuras respuestas que encontraremos con los jóvenes frente a la pandemia”. Héctor Castillo.

Respecto de lo que sigue para Circo Volador, el sociólogo concluyó, “estamos en espera de qué dicen las autoridades para saber si podemos abrir, y enfrentar el reto de la nueva realidad con una estrategia mucho más consolidada dentro de lo que es nuestro proyecto de investigación”.

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