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Expresiones

Galería Kurimanzutto revive taller de los viernes

Abraham Cruzvillegas, Damián Ortega, Dr. Lakra y Gabriel Kuri se reúnen para retomar, sin nostalgia, el diálogo creativo que iniciaron hace tres décadas, a iniciativa de Gabriel Orozco, en su casa de Tlalpan

Sandra Sánchez | 18-01-2016

CIUDAD DE MÉXICO.

De 1987 a 1992 el artista Gabriel Orozco organizó el Taller de los Viernes en su casa de Tlalpan, reuniones en las que artistas jóvenes presentaban su trabajo, escuchaban música y hablaban de otros artistas que les interesaban, como Joseph Beuys. Entre los asistentes se encontraban Abraham Cruzvillegas, Damián Ortega, Dr. Lakra y Gabriel Kuri, quienes, junto con Orozco, inauguran el 6 de febrero la exposición XYLAÑYNU en la galería Kurimanzutto, bajo la curaduría de Guillermo Santamarina.

El curador, quien asistió algunas veces al taller, comenta que las reuniones buscaban una base de conocimiento compartido: “Gabriel los invitaba a su casa a enseñar lo que hacían, sobre todo lo que dibujaban y pintaban durante la semana. Cada uno tenía intereses más allá de la pintura. Damián estaba muy interesado en el tema del cómic político. Abraham buscaba la integración de la pedagogía con el arte y la relación del arte con el diseño artesanal. Lakra estaba interesado por la pintura, pero sin duda también se veía su fascinación y su inclinación por el tatuaje. En el caso de Gabriel Kuri pintaba y experimentaba pero también era músico, era el baterista de Fobia cuando estaba naciendo”, recuerda.

Santamarina añade que las reuniones eran un espacio de diversión, enfocadas en lo que podía ser una alternativa de educación distinta a lo que ofrecían las escuelas, que en ese momento se encontraban en esquemas muy conservadores y cerrados. “Ellos se formaron a partir de compartir en un club de amigos. Se conocieron desde muy chicos, de alguna manera todos estaban conectados con una sociedad muy cercana a la izquierda mexicana, muchos son hijos de artistas que mantuvieron una postura contraria a un pensamiento burgués cerrado”, cuenta.

Hay dos características que el curador destaca del taller: la experimentación con la materia para buscar sus propios lenguajes y una actitud individualista, cínica, irónica y sarcástica que permitía ejercicios de crítica. También añade que todos se encontraban en una ávida búsqueda por conocer lo que estaba sucediendo fuera del país. “En ese momento la oferta en la Ciudad de México era muy pequeña, estaba muy acotada a la cultura oficial, enfocada en la certificación de las conquistas de los neomexicanistas o de los abstractos relacionados con la Ruptura y con la enorme carga del muralismo. En las reuniones se hablaba de las opciones, de la necesidad de encontrar otros rumbos en una dimensión internacional, la cual concuerda con un desarrollo tecnológico que permite la globalización. Estos artistas son los primeros protagonistas mexicanos en una escena global”, dice.

Sobre sus referentes artísticos, Santamarina comenta que el conceptualismo fue un eje constante en el taller, también la experimentación con otros medios como la fotografía. “Gabriel (Orozco) venía de España, donde conoció formas de educación alterna en el arte y a artistas más grandes que estaban relacionados con el conceptualismo, tema que fue muy importante”, explica.

Contra la nostalgia

XYLAÑYNU es una exposición en donde no se presentará obra del pasado. “No queremos nostalgia, la muestra recuerda a los precedentes del taller y a un desarrollo en sus modelos personales que han sido muy coherentes. Se puede ver de dónde partían en 1987 y qué hacen en 2016. El taller no se trató de un trabajo colectivo, ni de un grupo, quizá la coincidencia es el individualismo mezclado con un ánimo de colaboración fraterna y de amistad muy entrañable, lo cual implicaba el poderse influenciar. Había muchos vasos comunicantes, pero cada quien desarrolló su trabajo”, detalla.

El ejercicio curatorial de Santamarina consiste en un juego en el que pidió a cada uno de los cinco expositores diez imágenes de obras recientes para hacer una baraja. Todos se reunieron durante tres viernes a jugar. Las imágenes que quedaron al final y su disposición sobre la mesa es el modelo bajo el cual se presentará la exhibición. El título proviene también de un ejercicio colectivo, cada artista donó letras para conformar el nombre.

Para el curador esta exposición “es la oportunidad de distinguir los orígenes estéticos que siguen insertados en su producción y sus pronunciamientos hoy, basados en la experimentación de la materia y las capacidades de integración de situaciones. El taller no tenía miedo para hacer lo que se les antojara”.

Como parte de la muestra estará a la venta la baraja, también se llevarán a cabo una serie de discusiones.

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