Viven en el olvido y desastre ambiental en Tula de Allende

Habitantes de Tula de Allende aseguran que a casi tres años de la tragedia temen que ocurra una nueva inundación ante la falta de protocolos y obras inconclusas

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Fotos: Ernesto Méndez
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Tula de Allende. Fotos: Ernesto Méndez
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La noche trágica del 6 de septiembre de 2021, las aguas contaminadas del río Tula se desbordaron sobre calles, viviendas y negocios en la ciudad de los Atlantes.

En el Hospital General de Zona, 17 pacientes de Covid, conectados a respiradores en la planta baja, murieron por los cortes de luz.

En cuestión de minutos, el centro de Tula de Allende quedó bajo las pestilentes aguas negras del drenaje profundo del Valle de México, dejando como saldo más de 30 mil damnificados como Manuel Olguín, propietario de la concurrida “Papelería Jardín”, donde todo el material escolar y de oficina se echó a perder.

El problema se suscitó en la Ciudad de México, en el Valle de México, ellos nos aventaron el agua”, señaló.

Por su parte, Uriel Hernández, dueño de la autoboutique “Autoestereo”, a espaldas del cauce del río Tula, explicó que la inundación alcanzó dos metros de altura en su local, arrasando con todos los equipos electrónicos y herramientas de trabajo.

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En tanto, Brenda Mata, habitante de la Unidad Habitacional Pemex, lamentó la pérdida de muebles y enseres domésticos, pero sobre todo de la tranquilidad de su familia.

Yo creo que más que las cosas materiales, lo que perdimos fue la seguridad, el sentirnos seguros; ahora cada vez que sube el nivel del río, sentimos mucho temor”, reconoció.

OBRAS QUE NO TERMINAN

Sin consulta previa a los vecinos, la solución de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), fue derribar más de 400 grandes árboles, que servían como muro y pulmón a la ciudad, para poder rectificar, ampliar y revestir con cemento 3.8 kilómetros del río Tula, entre los puentes Zaragoza y Metlac.

El objetivo era aumentar la capacidad de conducción en ese tramo del afluente, de 230 a 500 metros cúbicos de agua por segundo, en una obra que se ha prolongado más de la cuenta, comentó Alberto González, integrante de la Red de Conciencia Ambiental “Queremos Vivir”.

Estas obras empezaron en el 2022, curiosamente se hablaba de seis meses y todavía no terminan”, lamentó.

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El también habitante de Tula de Allende, acusó que la inversión federal de más de mil 160 millones de pesos contemplados en el Plan Hídrico en la Región de Tula, no garantiza nada, porque “no hay documento de Conagua, donde asegure que no nos volveremos a inundar”.

Al respecto, Uriel Hernández, dueño del negocio de autoestéreos, advirtió que el agua sigue subiendo como antes, con todo y la ampliación del cauce.

Brenda Mata, vecina de la Unidad Habitacional Pemex, dijo que no hay confianza en las obras, y que cada vez que llueve en la Ciudad de México, resurge el temor entre los habitantes de Tula de Allende.

En aquella ocasión, había aquí varios árboles, que fueron los que evitaron que se viniera todo el lodo y la basura hacia las casas, detuvieron muchas cosas, pero ahorita ya está todo pelón”, alertó.

La madrugada del domingo pasado, la creciente del caudal del río Tula, a la altura de la calle Leandro Valle, socavó los cimientos de una vivienda y el patio escolar de la primaria Teresa Martín.

La fuerza de la corriente arrasó también con maquinaria, material de construcción y los pilotes donde falta construir parte del muro a la altura del Puente Zaragoza.

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RIESGO LATENTE

A casi tres años de la tragedia, el Gobierno de Hidalgo permanece cruzado de brazos ante el inminente riesgo de una nueva inundación.

Nadie de la administración del gobernador Julio Menchaca se ha acercado a los vecinos para decirles qué hacer en caso de emergencia en el río Tula, además de que no existe un semáforo de alerta o una alarma que les advierta en tiempo real sobre la crecida del afluente.

Así tal cual, una alerta, una alarma o el uso de tecnología para avisarnos, no existe, no hay; tampoco el gobierno estatal verifica, no está muy al pendiente de nosotros que digamos”, señaló la señora Brenda Mata.

El pasado 17 de julio, Julio Menchaca escribió en sus redes sociales, que con el Plan Hídrico en la Región de Tula, “¡Cumplimos una deuda histórica con Tula de Allende! El bienestar y seguridad de la ciudadanía es nuestra prioridad. Primero el pueblo”.

En respuesta, usuarios de Facebook criticaron al mandatario estatal de extracción morenista al afirmar que “se cuelga de una obra federal que quedó bien federal, la obra y también Julio, porque este mes ya se fueron los contratistas de Conagua, dejando inconclusa la obra, para que se inunde otra vez”.

 

CÓCTEL TÓXICO

Tras librar la zona urbana, el río Tula serpentea entre las comunidades captando las descargas de la Refinería de Pemex “Miguel Hidalgo”, la Central Termoeléctrica de la CFE “Francisco Pérez Ríos” y las cementeras de la región, que aportan metales pesados a las aguas negras como arsénico, cadmio, cromo y cobre.

 Además de solventes y productos de origen industrial como el benceno y el hexano, así como plaguicidas que se utilizan en los cultivos del Valle del Mezquital.

El médico neurólogo, Américo de la Cruz, advirtió que Tula ya es un lugar insalubre, “aquí ya no hay manera de vivir normalmente, hay una gran cantidad de infecciones”.

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Lo que empieza como una simple ida al baño en la Ciudad de México, termina 19 kilómetros río abajo en la Presa Endhó, donde se deposita todo el cochinero que sale de las compuertas del Túnel Emisor Central y el Túnel Emisor Oriente.

Pero el problema no termina aquí, en la cloaca o la bacinica más grande de México, porque con esas aguas negras se riegan 94 mil hectáreas de tierras de cultivo de 60 mil productores, que venden sus cosechas a la capital del país.

Francisco Vilchis mejor conocido como Don Pancho, habitante de la localidad de Xijay de Cuauhtémoc, recordó que existe un dicho en la región: “De la Ciudad de México nos mandan toda la porquería y nosotros les regresamos la porquería en calabazas, ejotes y cilantro”.

Por muchas décadas, los habitantes de las comunidades a la ribera de la Presa Endhó han padecido de enfermedades y muerte por la grave contaminación en el aire, en el agua y en el suelo.

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La construcción de la presa inició en el 47, para el 52 comenzó a captar agua limpia y así duramos 23 años, aquí nadábamos y hacíamos de todo, pero ya para 1975 empezó a llegar el agua negra y se murió todo el pescado”, relató Don Pancho, también integrante del Movimiento Social por la Tierra (MST).

Hoy la esperanza está puesta en la firma de un decreto presidencial para la restauración ecológica del área de influencia de la Presa Endhó, tras la realización de un Estudio Técnico Justificativo por parte del sector ambiental federal, que confirmó que Tula es un “Infierno Ambiental”.

No tenemos para donde irnos, aquí tenemos que estar, confiamos en que el gobierno ya que le ponga voluntad, para que se haga la declaratoria que hemos estado buscando desde hace tiempo”, agregó Francisco Vilchis.

La exigencia de todas las comunidades afectadas es que haya justicia ambiental desde Atotonilco y hasta la presa Endhó.

cva