El arzobispo anglicano Desmond Tutu, un símbolo de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, murió ayer a los 90 años.
Su funeral tendrá lugar el 1 de enero en la Catedral de San Jorge de Ciudad del Cabo, su antigua parroquia, y cerrará una semana de actos de duelo, dijo su fundación en un comunicado.
Hasta entonces, las campanas sonarán cada día diez minutos para recordarlo y las banderas del país ondearán a media asta, informó el presidente Cyril Ramaphosa, quien horas antes subrayó que Tutu sería recordado como “un hombre de extraordinaria inteligencia, integridad e invencibilidad contra las fuerzas del apartheid”.
Dirigentes y exdirigentes de todo el mundo rindieron tributo al arzobispo, entre ellos el presidente de Estados Unidos y la primera dama, Joe y Jill Biden; el expresidente de EU Barack Obama, otro premio Nobel de la Paz; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y el papa Francisco.
Revolución de paz
Tras la llegada de la democracia en 1994 y la elección de su amigo Nelson Mandela como presidente, Desmond Tutu, que dio a Sudáfrica el apelativo de “Nación del Arcoíris”, presidió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, creada con la esperanza de pasar la página del odio racial.
El Arch, diminutivo de arzobispo en inglés, estaba debilitado por un cáncer de próstata diagnosticado en 1997 y ya no hablaba en público.
Murió a las 07:00 de la mañana (hora de Sudáfrica), según varias personas cercanas.
Como líder religioso, encabezó marchas pacíficas contra la segregación y para abogar por sanciones contra el régimen de supremacía blanca de Pretoria.
A diferencia de otros militantes de su época, sus hábitos lo salvaron de ser encarcelado y su lucha pacífica fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1984.
Fue un duro crítico de los sucesivos gobiernos del Congreso Nacional Africano que combatieron el apartheid, y fustigó al expresidente Thabo Mbeki, pero también señaló la corrupción en la lucha contra el sida.
En todos los ámbitos criticó el statu quo en temas como la raza y los derechos de los homosexuales. Incluso dio su apoyo al movimiento en favor de la muerte asistida.
Me he preparado para mi muerte y he dejado claro que no quiero ser mantenido vivo a cualquier costo”, manifestó en una columna publicada en The Washington Post en 2016. “Espero que se me permita pasar a la siguiente etapa de la vida de la forma que yo elija”, concluyó.
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