Exploración de la ausencia; escritores comparten sus razones para evocar a sus progenitores

CIUDAD DE MÉXICO. El padre, su figura, su legado, sigue inspirando a los poetas y narradores mexicanos hoy en día. Ya sea a través de los versos o la prosa, el género literario no les preocupa, la evocación del progenitor está presente en las letras, sobre todo su ausencia.

Así lo comprueban los textos que han dedicado a su padre Alberto Ruy Sánchez (1951), Hernán Bravo Varela (1979) y Aniela Rodríguez (1992), escritores de distintas generaciones que comparten la decisión de expresar sus sentimientos más íntimos a través de la literatura.

No creo que se trate de un tópico de modas. La figura del padre es un tema del que nunca dejaremos de teorizar y crear, pues sigue en constante evolución. Y eso es lo mejor; cada momento, las paternidades cambian y nos permiten reaprehender nuevas formas de relacionarnos con ellas. No sólo seguirá sucediendo: es necesario que se siga hablando y discutiendo del padre”, afirma Aniela Rodríguez en entrevista.

El poeta Alberto Ruy escribió, tras la muerte de su padre Joaquín Ruy Sánchez, El reclamo del colibrí. “Su jardín de pronto se volvió irascible. Todo creció en un par de días como si hubiera pasado un mes. Y los colibríes que alimentaba rechazaron agitados el alimento, y después de un par de días desaparecieron.

Su ausencia fue abrupta y todo lo que dejó nos hablaba de él, de su manera plena de estar en el mundo, en nosotros y en todo lo que tocó. El poema es una exploración de su ausencia, comenzando por la manera en que lo vimos ausente de su cuerpo inerme,”, cuenta.

El también narrador y editor comenta que, cuando crea, lo hace sin pensar en el género literario. “Escribo lo que necesito y toma formas que el tema o lo que voy diciendo necesita para existir, para ser compartido. Los géneros son convenciones culturales. No todo en el mundo se expresa con los géneros que hoy son comunes. Muchos escritores somos anfibios, multigéneros o más bien transgéneros. Pero transgéneros en movimiento continuo”.

Aclara que nada de lo que escribe es una sola cosa. “Pero en cada texto, me doy cuenta luego, hay una vertiente de asombro e imágenes, otra narrativa y otra reflexiva, siempre las tres en dosis distintas y articulaciones variadas”.

Hernán Bravo, poeta, ensayista y traductor, prefirió la prosa para evocar hace un año el momento de la partida de su padre José Antonio Bravo González, un año atrás. “MI papá falleció el 12 de mayo de 2019. La madrugada del domingo me llamó mi mamá. ‘No está respirando. Pídeme una ambulancia’. Mientras lo hacía, volvió a llamarme: no había nada que hacer. ‘Voy para allá’, le dije antes de colgar el teléfono”, escribió en la estampa número 50 de su libro Modelo centinela, recién publicado por La Castalia y Línea Imagen Ediciones.

Y Aniela Rodríguez confiesa que ya perdió la cuenta de lo que ha escrito para su padre. “Hablar de él me ha ayudado a sanar y reconciliar distintas partes de nuestra relación, y ha tendido puentes de diálogo que no pudimos tener mientras él estaba acá”.

La poeta y narradora destaca que escribe sobre su padre Héctor Rodríguez porque lo extraña. Me hubiera gustado conocerlo mejor en los años que estuvimos juntos. Escribir sobre él es una forma de acercar a mis ojos su figura, entenderlo mejor, dar respuesta a mis dudas... o salir con más preguntas de las que entré. En la página en blanco me siento cómoda para hablar de él; siento que es un espacio donde puedo encontrarme con él de forma genuina”.

Detalla que empezó escribiendo poemas sobre él. “Y he decidido trabajar en un ensayo literario que también está lleno de la imagen de papá y su pérdida. Esa es mi forma de comunicarme con él, por más bobo que suene.

Trabajo en un libro de poemas sobre su figura, y en uno de ensayos, que están relacionados con el tema del duelo y de lo que él representó para mí. Son proyectos personales, dolorosos; pero que me han ayudado a reconocerme en sus ojos y a proponer una nueva relación”.

ALBERTO RUY SÁNCHEZ

El reclamo del colibrí (fragmento)

Dejaste que el sueño te invadiera

como un río metiéndose en tus venas.

El sueño del silencio,

el de la noche larga.

Y al despertar

te fuiste con el sueño.

Vamos a enterrar lo que olvidaste:

tu rostro sin llanto ni sonrisas,

tus manos sin fuerza ni ternura,

tus pies sin pasos,

tus ojos hacia adentro,

tu boca sin hambre,

el frío que te cubre como un velo invisible,

el dolor que ya no sientes y nos dejas.

ANIELA RODRÍGUEZ

Transfusión (fragmento)

Dejé una fotocopia de mi tristeza escondida en la guantera, padre

de haber sabido que la vida era un descanso intermitente

un cierto vértigo a la altura, una náusea al fondo
del pecho

si me hubieran dicho mujer,

no pierdas los ojos todavía

no caigas al abismo de la inocencia

yo le dije a mi padre que no podrían quererme entera

pero él ya no me escuchaba

se había quedado sin ojos

Papá me ha visto quedarme sin sangre

y ha abierto mis párpados para que los niños jueguen con ellos

HERNÁN BRAVO VARELA

50 (fragmento)

MI papá falleció el 12 de mayo de 2019... Tomé un taxi, atravesé media ciudad en quince minutos, abracé de otra manera a mi mamá, a mi hermano y a mis tíos, vi el cadáver antes de que se lo llevaran. Los vivos nos sentamos a esperar que saliera el sol.
Al día siguiente fuimos a Celaya a dejar las cenizas. Mi papá, confinado junto a mis abuelos en esa ciudad de balaceras y jamoncillos de leche, aguarda burocráticamente la resurrección que nos prometieron.