Socavones en CDMX detonarían por sobreexplotación del acuífero, advierten expertos

Detener la sobreexplotación del acuífero de la Cuenca de México es la solución a la generación de socavones en la Ciudad de México y su zona metropolitana.

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Así lo consideró Carlos Vargas Cabrera, codirector académico del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa (Centli) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“¿Qué se debe hacer entonces? Desacelerar, dejar de extraer agua del subsuelo. Pero entonces, ¿de qué vamos a vivir?, ¿qué vamos a tomar? Hay opciones, y afortunadamente los organismos que se dedican al agua están prestando atención a varios trabajos de la UAM”, dijo.

Alrededor del 70 por ciento del abasto de agua potable en la Ciudad de México proviene del subsuelo y se extrae a través de pozos; el resto proviene de fuentes externas como el Sistema Cutzamala.

Vargas Cabrera señaló que una de las opciones para que la ciudad ya no dependa tanto del agua subterránea es rehabilitar y ampliar cuerpos de agua ya existentes, como los lagos Tláhuac-Xico, De los Reyes Aztecas, Texcoco y Zumpango.

“Hay otras fuentes: el agua de lluvia, el reciclaje… Ya no debemos expandir la zona urbana. Hay varios cuerpos de agua que se están desaprovechando y que pueden servir para capturar esta agua de lluvia que hoy estamos enviando a otras cuencas como agua residual, ya mezclada. Pero podemos capturarla, limpiarla y utilizarla”, explicó.

No obstante, subrayó que se requieren autoridades comprometidas, que no permitan más invasiones ni tiraderos clandestinos de cascajo.

“Hay varios sitios en los que ya no se debería permitir que se esté tirando cascajo. Esos lugares deben adaptarse para acumular más agua, poderla limpiar y dejar de depender del agua subterránea. Sí hay opciones”, afirmó.

Excélsior publicó este domingo que los socavones representan un peligro latente en la capital y su zona metropolitana, pues pueden aparecer de forma repentina y causar estragos. Además, provocan lo que especialistas llaman un “impacto silencioso”, es decir, daños lentos pero constantes en las estructuras de los inmuebles.

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“De terror… son fenómenos bastante catastróficos. Sí, generan alerta, pero también está ese impacto silencioso: que tu casa o edificio se ladee, que escuches cómo se rompe, que de pronto ya no abran las puertas o las ventanas. Eso es la deformación que sufre debido al hundimiento o al desplazamiento del terreno”, detalló Vargas Cabrera.

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