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Nacional

La Noche Triste; 500 años de polémica

Hernán Cortés se encontraba en una misión para combatir a Pánfilo de Narváez, quien tenía la orden de aprehenderlo por instrucción de Diego de Velázquez, entonces gobernador de Cuba

Roberto Rodríguez Rebollo | 30-06-2020
Fotografías: Archivo Excélsior
Fotografías: Archivo Excélsior

“Cuando Cortés llegó a Veracruz, los principales adversarios del imperio de Tenochtitlan, ven a un aliado para liberarse del yugo de los mexicas. Estos grupos se unen a los españoles en contra de Moctezuma y los mexicas.” Eduardo Matos Moctezuma.

CIUDAD DE MÉXICO. 

Durante la celebración de la fiesta de Tóxcatl, dedicada a los dioses Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, ocurrió una de las más grandes masacres perpetradas por los expedicionarios españoles, en ese momento al mando de Pedro de Alvarado. Lo que ocasionó la ira de los habitantes de Tenochtitlan en contra de las tropas españolas.

Hernán Cortés se encontraba en una misión para combatir a Pánfilo de Narváez, quien tenía la orden de aprehenderlo por instrucción de Diego de Velázquez, entonces gobernador de Cuba.

En entrevista para Excélsior, Enrique Ortiz, divulgador de la historia, compartió la versión de que el hidalgo Blas Botello pudo haber alertado a Cortés de regresar a Tenochtitlan de inmediato, “Existe un astrólogo llamado Blas Botello de Puerto Plata, y él le dice (a Cortés) que Pedro de Alvarado está en un grave peligro, le dice que matando a sus hombres. Evidentemente después Cortés corrobora la información de este astrólogo y no duda en salir rumbo a la ciudad”.

Ya para el 24 de junio de 1520, después de haber derrotado a Narváez, cuya presencia representaba una amenaza para la expedición, Cortés regresó a Tenochtitlan. Encontró una ciudad desolada al borde del abandono, casi en absoluto silencio. Al otro día se retomaron los combates que venían sufriendo las tropas de  Alvarado a consecuencia de la llamada “Matanza del Templo Mayor”.

Del 25 al 29 de junio se intensifican los combates en el centro de Tenochtitlan entre mexicas y españoles. En la que destaca la batalla por el Templo Mayor en la que los conquistadores buscaban recuperar la imagen de una virgen, muchos españoles murieron durante esos hechos. Finalmente, el recinto ceremonial es tomado por los hombres de Cortés.

Fotografías: Archivo Excélsior

 

Moctezuma

 

El gobernador Moctezuma permanecía en calidad prisionero por los invasores, quienes veían en él un elemento importante como figura de poder para sus planes de conquista.

“De acuerdo con lo que dice Bernal Díaz del Castillo y corroborándolo con las cartas de relación de Hernán Cortés, Motecuhzoma el 27 de junio es cuando sube a la azotea del palacio acompañado de Itzcuauhtzin, señor de Tlatelolco”, señaló Ortiz.

En ese sentido, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, platicó con Excélsior y explicó que “las crónicas españolas señalan que cuando Moctezuma se asomó para  le avientan piedras, una de ellas lo hiere, entra nuevamente y al poco tiempo va a morir, entonces se le atribuye a los mexicas la muerte de su gobernante, ahora, por otro lado, está la versión indígena que va a ser muerto por los españoles y en concreto por Alvarado. El hecho es que yo me inclino por esta última versión.”

“Se deshacen del cuerpo de Moctezuma y empiezan a escapar en la madrugada hasta que se les descubre son atacados y fue una derrota muy fuerte que van a sufrir, pierden mucha gente, caballos, armamento, etc.,” apuntó el arqueólogo, y Ortiz recalcó que “muere también junto con él Cacama, gobernante de Texcoco.”

Al darse cuenta los españoles que Moctezuma ya no tiene autoridad ante sus gobernados, puesto que ya no tenía el cargo de tlatoani, ya no les era de utilidad política ni militar. Acto seguido, se deshicieron de los cuerpos arrojándolos a la orilla del agua para preparar su salida de la ciudad.

 

Fotografías: Archivo Excélsior

 

La huida

 

Durante la serie de combates desencadenados por la matanza del Templo Mayor, y tras el descontento de los mexicas contra los conquistadores, los indígenas cortaron el suministro de agua y víveres a los españoles.

Sitiados en el templo de Axayácatl, los españoles, en compañía de sus aliados, emprendieron una desesperada huida la noche del 29 de junio de 1520, prepararon un puente portátil para cruzar entre los canales de la gran Tenochtitlan, así como grandes cantidades de oro y materiales preciosos.

“Los españoles son asediados por los mexicas mientras están huyendo hacia Tlaxcala, ellos van a querer refugiarse en los tlaxcaltecas quienes los habían apoyado,” indicó Matos.

Tras ser descubiertos, trataron de alejarse de manera desesperada. Perseguidos por la turba de mexicas enardecidos, muchos europeos y tlaxcaltecas cayeron al agua en parte también por el exceso de peso del botín que llevaban consigo. La peor masacre se dio en lo que hoy es la iglesia de San Hipólito a la altura de la avenida Hidalgo, por lo que gran parte de la fuerza española y sus aliados murieron durante la persecución.

Para Ortiz, “Lo que realmente causa la salida de la Noche Triste el 30 de junio por la noche es el nigromante astrólogo Blas Botello, personaje respetado entre la tropa porque también sabía latín, tenía caballo que era algo reservado exclusivamente para los capitanes, él es quien en algún momento le dice a Alonso de Ávila que si no salen ese día de Tenochtitlan todos van a morir”.

“Cortés dice que lo van a sacar muerto de Tenochtitlan, pero antes muerto que salir de Tenochtitlan, ignorando con ello las advertencias del astrólogo. El rumor continúa a través de los capitanes españoles quienes convencen a Cortés de salir de la ciudad. Cortés accede”, agregó.

Blas Botello murió durante el ataque de los mexicas. Tras su muerte, se encontraron entre sus pertenencias diversos objetos de astrología y hechicería. Murieron también dos hijos de Moctezuma.

El árbol y la leyenda

Muchos sobrevivientes de la tropa castellana se retiraron sobre la calzada México-Tacuba hacia Popotla donde se daría uno de los eventos más enigmáticos de la conquista. El supuesto llanto que derramó Cortés sentado junto a un árbol sabino.

Al respecto, Matos menciono: “Según lo que relata Bernal Díaz, sí derramó algunas lágrimas sobre todo al enterarse de las pérdidas que había sufrido en hombres, ahí muere uno de sus capitanes, Juan Velázquez de León. Hay un descontrol total de su ejército, entonces dicen que lloró, aunque no es trascendente en la historia, seguramente sintió un gran pesar”, enfatizó Matos”.

Durante mucho tiempo se ha puesto en el centro del debate la denominación de “noche triste” o “noche victoriosa”, para Matos “la noche triste es para los españoles y así lo marca la tradición.”

El árbol representa actualmente un vestigio importante para la historia de la lucha de nuestros antepasados.

Ortiz considera que, “Este árbol ha sido un símbolo por siglos, principalmente durante el siglo XX después de la Revolución con lo que buscan darle una gran importancia a los pueblos indígenas, ahí es donde toma este simbolismo tan fuerte de la resistencia de los mexicas frente a los invasores y de la victoria que se obtuvo.”

“No es necesario cambiarle el nombre porque son hechos históricos. Ahí estuvieron los ancestros de los mexicanos en ambos bandos peleando.” Enrique Ortiz.

El antiguo sabino, genera una nueva identidad en general para los mexicanos en la actualidad. Ha estado ahí por cinco siglos y ha sufrido desde incendios, vandalismo, así como restauraciones e intentos de salvar o revivir lo que queda de una de las más grandes leyendas que forman parte de la historia de nuestro país.

Después de su escape, los españoles se refugiaron en territorio tlaxcalteca para preparar el golpe final al imperio de Tenochtitlan en agosto de 1521. Con el paso del tiempo, la llamada Noche Triste, se ha convertido en uno de los hechos más polémicos en el proceso de conquista de toda América.

Reflexión 500 años después

Han transcurrido ya cinco siglos desde los acontecimientos de la Noche Triste y es necesario reflexionar sobre lo que ocurrió antes y después. Las repercusiones, incluso psicológicas, son evidentes hasta nuestros días.

“En general se ha manejado erróneamente estos aspectos de triunfos y derrotas, es decir, son hechos históricos que acontecieron de tal o cual manera y así se han dado. No falta quien ha dicho que somos un pueblo de perdedores, pues no, porque ya después en la independencia vimos que no somos eso”, concluyó Matos.

Por su parte, Ortiz consideró que “Hay una fijación del mexicano que le encanta identificarse con los vencedores; nos han repetido por muchas generaciones que nosotros somos los perdedores, y las cosas no son así, tenemos una carga genética indígena y europea. Me parece que es momento de que nos quitemos eso de la mente. Hay que conocer nuestro pasado, conocer el contexto de los hombres y mujeres que combatieron en esas batallas y que formaron parte de la conquista”.

Como en todo proceso de conquista, la de Tenochtitlan transcurrió de la mano de dos versiones: la de los vencidos y la de los vencedores, por ello vale la pena echar un vistazo al pasado y conocer la riqueza de nuestras raíces. Lo sucedido durante la Noche Triste forma parte de nuestro presente.

“No fuimos conquistados por un país de comerciantes y agricultores, sino por uno de militares y sacerdotes. No solo nos conquistaron, sino que, además, nos dejaron irreconocibles.” Jorge Ibargüengoitia, Excélsior, octubre 31, 1969.

 

 

 

 

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