¡Nada de Misión Cumplida!
Los mexicanos no podemos aceptar que se hable de “misión cumplida” al festejar la captura de un delincuente gracias a la honradez de dos policías que no se dejaron sobornar y lo entregaron al Ejército y la Marina, que desesperados lo perseguían.
No podemos aceptar ni menos festejar (cantando el Himno Nacional) por esa captura, que no añade nada a las acciones realizadas contra la delincuencia; el citado maleante se escapó dos veces, fue encontrado y ya; si yo pierdo mi llavero por torpeza o negligencia y luego por suerte lo encuentro, me da gusto, pero no tengo que festejar.
Cuando digo “nada de misión cumplida” es porque no se ha cumplido la misión para la que el pueblo ha elegido a sus gobernantes.
No es “misión cumplida” que después de haber reaprehendido a Guzmán Loera no se haga nada respecto a sus bienes, sus cuentas, sus coches, mansiones y demás; no es “misión cumplida” el decir que, como se evadió sin causar daños, no hay denuncias en su contra; no es “misión cumplida” que aún se ignoren los contactos que tiene y ha tenido con grupos de delincuentes, con funcionarios, alcaldes y altos funcionarios; no es “misión cumplida” que todo quede en chismes, averiguaciones, dimes y diretes con una artistita con delirio de grandeza y un actor con disfraz de reportero.
Y esta negligencia y lentitud de las autoridades mexicanas contrasta con la información de los decomisos que se han hecho a los bienes de Guzmán Loera en Colombia, Perú, Honduras y Estados Unidos: centenares de bienes raíces, miles de millones de dólares, cientos de automóviles, aviones, avionetas, etc., en tanto que aquí ni siquiera se puede conocer lo que ha hecho la PGR, porque cuando el Inai le ordenó que informara sobre los decomisos, la PGR sólo envió una lista de los bienes incautados en 2014; y la información al respecto que apareció en Excélsior el pasado jueves da grima; las autoridades de allá sí trabajan, las de aquí no.
Pero, sobre todo, los mexicanos no podemos aceptar que sea “misión cumplida” si ahora, con la detención en Europa de un importante político mexicano por diversos delitos, se pone en evidencia que hay funcionarios que defraudan a la nación, roban, dilapidan los bienes nacionales con grave daño al patrimonio y que ni siquiera son investigados aquí.
¡Qué bueno que apresaron a Humberto Moreira!, y no lo apresaron por dejar en la miseria a Coahuila con un desfalco imposible de cuantificar, sino simplemente por unos cuantos euros mal habidos; eso confirma que en México las autoridades no han cumplido su misión; porque aquí la PGR declaró que no podía investigarlo y, ya ven, allá sí.
No aceptamos que se diga “misión cumplida” si quedan en el tintero los casos de tantos y tantos saqueadores de la nación, sus nombres son legión: Carlos Romero Deschamps, Raúl Salinas de Gortari, Rubén Moreira, Arturo Montiel, Mario Marín, Armando Reynoso, Ulises Ruiz, Guillermo Padrés, Ángel Aguirre, Tomás Yarrington, Fidel Herrera, Jesús Reyna y tantos y tantos más; no habrá “misión cumplida” en tanto no se investiguen y se castiguen, como a Moreira, a éstos cuyas fortunas inocultables confirman el turbio origen de su riqueza.
Pero, además, los mexicanos no aceptamos que se hable de “misión cumplida” si vemos los desfalcos que han hecho tantos gobernadores que dejan las arcas vacías y con una deuda poco menos que impagable; el Senado informa que la deuda de los estados es mayor a 515 mil millones de pesos y que los gobernadores que saldrán este año dejan adeudos de más de 167 mil millones de pesos. Chihuahua, Veracruz, Quintana Roo, Zacatecas, Tamaulipas, Oaxaca, Puebla, Sonora y Nuevo León, etc., tuvieron en estos años a gobernadores que empobrecieron sus entidades, usaron el poder para su provecho, dañaron gravemente la ecología —como Roberto Borge en Quintana Roo— y salen tan campantes, porque están seguros de que no pasará nada… hasta que se vayan al extranjero y ahí sí los investiguen, como al expresidente del PRI.
No podremos aceptar que se hable de “misión cumplida” si todas esas trapacerías del gobierno y de los gobernantes, que parecen superar a las de los propios narcotraficantes, no son investigadas, y menos aceptaremos que las investigaciones sean como las que encargaron a Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública, que orondo dijo que en los casos que estudió no hubo ni sombra de delito ni nada.
Es urgente que todos los funcionarios del gobierno piensen en las consecuencias de la impunidad y la corrupción, porque es cada día más evidente —y más peligrosa— la brecha que separa a los que tienen todo e impunemente abusan de los dineros del país, y los que no tienen nada y no encuentran la manera de vivir dignamente; esta brecha puede llevar a algo más que insultos en el Facebook o pancartas en las calles.
