Tabaco mata carita
Bienvenida la campaña que deberá presentar las dos caras de la moneda: hombres criticando a mujeres fumadoras y mujeres criticando a hombres fumadores.
Papá, los amigos de Rafa están fumando, dijo mi hermano menor cuando íbamos camino a la escuela; a mis 13 años, sabiendo que fumar estaba terminantemente prohibido, esperé un regaño de mi padre; en lugar de eso, cuando dejamos al pequeño en su escuela mi papá dijo: -Rafa, sabes que tu madre fuma, yo fumo, así que cuando quieras fumar dime qué cigarros quieres y te los compro o te doy para que los compres. Como usted recordará, estimado lector, en aquel tiempo fumaban todos: artistas, intelectuales, deportistas, María Félix y Agustín Lara, Humphrey Bogart y Sarita Montiel, fumar era un placer.
La autorización era impensable, pero así era mi padre. Esa noche tuve mi primera experiencia nicotínica fumando un puro, con las consecuencias que usted puede imaginar, después de lo cual nunca he tocado el tabaco; vale decir que mi padre, después de un infarto a los 43 años, dejó el tabaco, cambió su estilo de vida y vivió 95 años.
Recordé esa anécdota ahora que nuevamente Conadic presenta su campaña “Tabaco mata carita”, que pretende dirigirse a los jóvenes, ya que se sabe que ahora hay millones de niños y adolescentes que fuman, las cifras de la Encuesta Nacional de Adicciones son contundentes: a pesar de las campañas, a pesar de la prohibición de fumar en edificios y espacios cerrados, a pesar de la prohibición de anuncio de tabaco en los medios y en los deportes, el tabaquismo sigue adelante y cada vez más niños y jóvenes fuman.
En aquellos años de adolescencia ignorábamos los daños que causa el tabaco,—las tabacaleras se encargaron de ocultarlo—, fumar nos hacía importantes y casi adultos, y esos tiempos vuelven a mi mente cuando me entero de uno más de mis compañeros de escuela, con quien iba yo a entrenar al deportivo Plan Sexenal porque queríamos ser campeones de velocidad, murió víctima de enfisema pulmonar después de estar atado a un tanque de oxígeno por más de 15 años; y como él, cerca de 50 de mis compañeros de estudio ya no están aquí, y muchos de ellos murieron de cáncer pulmonar, cáncer de laringe, enfisema o infarto, consecuencia de ese nefasto empeño en ser chimeneas andantes.
La campaña “Tabaco mata carita” está destinada a convencer a los jóvenes del daño del tabaco; las cifras son contundentes, y los argumentos claros, pero siempre los jóvenes nos hemos considerado inmortales; incluso la campaña para desalentar el uso del tabaco con fotografías horrendas de cáncer pulmonar, bocas destruidas y demás, sólo ha servido para que los jóvenes, con sorna, pidan la cajetilla más fea “deme la que tiene la rata muerta”, tal vez en oposición a la autoridad.
El tabaquismo es la primera causa evitable de muerte en el mundo por lo que debemos hacer todo lo posible para enfrentarlo, y sólo la educación desde la primaria podrá hacer que los niños y jóvenes aprendan qué es su salud, cómo se cuida y cómo se daña el cuerpo; al respecto sigue como asunto pendiente la instalación de la materia de salud, obligatoria en las escuelas, que puede ser la que detone el cambio en la mente de los escolares respecto a su salud y al peligro que se esconde detrás de un cigarrillo.
Bienvenida la campaña “Tabaco mata carita”, que deberá presentar las dos caras de la moneda: hombres criticando a mujeres fumadoras y mujeres criticando a hombres fumadores, para evitar ese dejo de machismo o misoginia que puede ser contraproducente. Todo lo que se haga es bienvenido, porque se debe evitar la muerte inútil y dolorosa de millones de mexicanos por causa del tabaco.
*Médico y escritor
