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El mensaje del #CasoCienfuegos

José Buendía Hegewisch

José Buendía Hegewisch

Número cero

El efecto sorpresa del caso Cienfuegos ha dejado un ambiente de perplejidad entre las Fuerzas Armadas que se observa en la circulación de hipótesis de cualquier calado para explicar el revés. Pero el golpe, bajo cualquier supuesto, presenta al país más vulnerable hacia Estados Unidos de lo que se ha visto en décadas, aunque, paradójicamente, en el momento de mayor concentración de poder del Ejército, por su papel estratégico en el gobierno de López Obrador.

Más allá de conjeturas, la acción judicial unilateral y aparentemente fuera de la comunicación de la diplomacia apunta a la construcción de un discurso peligroso para el país de que EU no puede confiar en nadie en México por la corrupción. Si las máximas esferas del Ejército son susceptibles de ceder al soborno y cooperación con el narcotráfico, el resto de la estructura también puede ser permeable. Una narrativa que le ofrece ventajas para un escenario de mayor participación directa de sus agencias en el país contra el narcotráfico, sin conocerse realmente la dimensión de la corrupción a su interior. La desconfianza prendió “focos rojos” en la colaboración antinarcóticos que, hasta hace poco, se consideraba buena, como indicaría el premio que recibió Cienfuegos del Departamento de Estado en 2018, cuando, al parecer, ya había iniciado la llamada operación Padrino que hoy lo tiene en prisión sin fianza.

La respuesta de López Obrador fue cerrar filas con las FA y se erigió en vocero único del caso. Éste —dice— no debe debilitar al Ejército, pero acusa el daño al recuperar el reclamo a la soberanía y el derecho a no permitir la actuación de agencias extranjeras como la DEA, en un discurso que en los últimos años estuvo opacado por su decisión de no confrontar con el gobierno de Trump en asuntos como la política migratoria o el muro en la frontera.

También rectificó su primera reacción de investigar y pedir información a EU sobre posibles cómplices de Cienfuegos, tras considerar sus repercusiones en el Ejército y, particularmente, en el círculo de colaboradores cercanos en la cúpula castrense. Se decantó por la postura que defiende el Ejército de no especular hasta conocer las pruebas de la investigación, no obstante que las fracturas pueden desatar un desplazamiento de cuadros en los altos mandos en línea con el relevo de grupos que representó su decisión de nombrar al general Cresencio Sandoval, fuera del círculo cercano de Cienfuegos.

La rectificación exhibe la herida ante el riesgo de un movimiento injerencista de EU por el apuro de agencias de seguridad, como la DEA, de aumentar su intervención en el combate a las drogas, porque —como dijo Trump recientemente— México no ha hecho lo suficiente. No obstante, queda por esclarecerse la participación del Departamento de Estado, la Casa Blanca y otras agencias de seguridad para poder dimensionar su significado en las definiciones de seguridad nacional de EU. La circulación de rumores sobre el motivo de no compartir información con el gobierno mexicano y haber estado al margen del caso, hablan de las interrogantes de la investigación, aunque es difícil pensar que la detención se diera sin valorar el impacto en la cooperación bilateral al más alto nivel.

Pero, más allá de conjeturas sobre la oportunidad electoral del caso —aunque en EU no parece ser un tema relevante—, tampoco están claros los movimientos que desatará dentro del Ejército y hasta dónde la denuncia compromete el protagonismo de los militares en el gobierno o da pie a una depuración. Por lo pronto, ha visibilizado la existencia de diferencias internas sobre el protagonismo del Ejército en tareas de seguridad y en el desarrollo, así como la presión de renovación en una institución lenta y poco permeable a la movilidad. Cabe recordar la defensa del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, en las obras civiles prioritarias del gobierno, como el Aeropuerto de Santa Lucía o el Tren Maya, porque “no son ajenas a nuestras visiones, éstas se encuentran comprendidas en el artículo primero de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Área mexicanos”, dijo recientemente en Yucatán. Se trata de una postura que, desde el inicio del gobierno, no ha sido compartida por grupos dentro del Ejército que consideran que el protagonismo excede su mandato constitucional.

Como dejan ver las interrogantes, la historia está por comenzar…

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