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La sociedad de la nieve: una reconciliación de la vivencia

El director Juan Antonio Bayona, el actor Enzo Vogrincic y el sobreviviente Gustavo Zerbino comparten cómo fue la experiencia de llevar la historia al cine

Fabián W. Waintal | 02-03-2024
el actor Matías Recalt interpreta a Roberto Canessa.
En la cinta, el actor Matías Recalt interpreta a Roberto Canessa. Foto: Cortesía Netflix

Representando a España para el próximo Oscar como Mejor Película Internacional, La sociedad de la nieve figura en la perfecta categoría por contar con un español dirigiendo la verdadera historia de los sobrevivientes uruguayos del famoso accidente de avión en el sur de Argentina, que fueron rescatados desde Chile. Así que hablamos con Juan Antonio Bayona, el protagonista uruguayo Enzo Vogrincic, además del guionista y uno de los verdaderos sobrevivientes.

¿Cómo recuerdan aquel momento en que se enteraron que España había elegido La sociedad de la nieve para representar al país en el Oscar?

Juan Antonio Bayona (JAB): Pues estábamos juntos con Enzo en un hotel, en Madrid, cerca de la Academia. Enzo estaba tranquilísimo porque los uruguayos se lo toman todo con una calma espectacular. Él estaba ahí, leyendo un libro, mientras nosotros estábamos esperando a ver qué decía la Academia.

¿Cómo reaccionaste con la nominación al Oscar como Mejor Película Internacional?

JAB: Mucha alegría. Y me hizo mucha ilusión que los compañeros de la Academia española hayan apostado por nosotros. Y aquí estamos, para ver si conseguimos que a los académicos (del Oscar) les guste.

¿Se siente el orgullo español de llevar la bandera al mundo del cine como si fuera un mundial de futbol?

JAB: - Es una historia muy particular, no está contada por un español. Es una historia uruguaya interpretada por uruguayos y argentinos. Es muy especial el proyecto. Fíjate que es una película española, pero con la participación de gente de todo el mundo. La mayoría del equipo es español pero el fotógrafo es uruguayo, el encargado de vestuario es argentino, el diseñador de producción es francés, el músico es americano-italiano. Fue un esfuerzo global para llevar al público hispano hasta un lugar donde no ha estado nunca.

¿No te gustaría levantar el Oscar como la Copa del Mundo?

JAB: El hecho de que esta película exista es un milagro. Una película de un presupuesto medio americano, donde no es posible financiar en español. Que exista, de hecho ya es para nosotros un milagro, ya es un premio, y ahora lo que intentamos es que realmente la película rompa ese techo de cristal, rompa esa última barrera.

¿Y a nivel personal, qué significa estar tan cerca de un premio como el Oscar?

JAB: Ay, es que no pienso mucho en eso. ¿Enzo? ¿Tú piensas mucho en el Oscar?

 

 

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Enzo Vogrincic (EV): Para mí es impensable. Todo el proceso de la película para mí fue un regalo. Lo vivo desde ese lugar, lo vivo desde cada etapa. Haber quedado en el casting ha sido un regalo, viajar a España para filmar, otro regalo, filmar en una montaña, otro. Y así sucesivamente. Todo esto sigue siendo una suerte de regalos.

En el cine, Enzo interpreta al verdadero sobreviviente Numa Turcatti, el estudiante de abogacía de 24 años, que había subido al avión para viajar a Chile por invitación del mejor amigo, Pancho Delgado. Ni siquiera jugaba al rugby como el resto del grupo y tampoco conocía a ninguno de los otros pasajeros. Pero como cuenta la historia, se ganó el aprecio de todos por brindar su ayuda, como si fuera uno más del equipo. La historia tan humana, como real, la había descubierto por casualidad el director Juan Antonio Bayona cuando estaba filmando con Naomi Watts y Ewan McGregor, otra (Lo) Imposible tragedia del tsunami, de 2012. Y después de entrevistar durante más de 100 horas a los verdaderos sobrevivientes de Los Andes, terminó filmando la producción en Uruguay, Argentina, Chile y España, para ganar incluso el premio a la Mejor Película del Festival de San Sebastián. Claro que habrá que esperar al próximo 10 de marzo para saber si gana ahora el Oscar a la Mejor Película Internacional, frente a las otras favoritas Zona de Interés de Inglaterra, y Yo capitán, de Italia.

Imaginemos ese momento. Soñemos que en la noche del 10 de marzo anuncian que el Oscar es para La sociedad de la nieve. ¿A quién se lo agradecerían hoy?

JAB: ¿Sabes lo que pasa?, que no queremos pensar mucho en ello. Estamos obsesionados ahora para que el máximo de gente vea la película. Ésa es la más grande ilusión sin  ponerse en el lugar del Oscar como director. Yo nunca pienso el momento en el que la película se proyecta en público porque si pensara eso, me bloquearía en el set. Imagínate ahora pensar en el Oscar...

EV: Yo todavía me acuerdo del momento del casting, donde tuve una sensación similar de haber sentido un esfuerzo durante mucho tiempo. Y de repente sentir que ese esfuerzo fue valorado desde el otro lugar, las sensaciones de felicidad son enormes.

JAB: Lo que sí es cierto es que aquí hay un esfuerzo extraordinario del cast, que es maravilloso, los jefes de departamento que han hecho un trabajo increíble, todos, absolutamente todos. Así que supongo que si llegara esa ocasión estarían sobre todo presente ese orgullo de lo que hemos hecho, ¿no? Por el trabajo que yo considero que está bien hecho.

En Hollywood ya habían filmado la misma historia con Ethan Hawke y el título Viven o Alive, exactamente 30 años atrás. Y las comparaciones son inevitables. En aquel entonces, el factor hollywoodense de la acción y los efectos especiales se mantuvieron a la par del debate de haber podido sobrevivir alimentándose de los cadáveres de los mismos compañeros que habían fallecido, aunque en aquella producción de cine utilizaron nombres falsos. Pero esta vez, la historia tiene un tono mucho más personal, más humano, con nombres verdaderos y sin la falta de efectos especiales.

Filmada en Sierra Nevada, España, agregaron digitalmente verdaderas imágenes de la cordillera argentina donde todavía hoy está el mismo avión del vuelo 571 que se estrelló en 1972 aunque en el rodaje utilizaron tres réplicas exactas de los mismos restos del fuselaje. Y mientras la nueva producción está basada en el libro del mismo Pablo Vierci que realmente se encargó de entrevistar a todos y cada uno de los sobrevivientes. Esta vez, nosotros lo entrevistamos a él, junto a uno de los auténticos sobrevivientes, Gustavo Zerbino.

Pasó casi medio siglo de aquel accidente de avión que sigue tan vigente como si hubiera pasado hoy. ¿Cómo fue el proceso para escribir el libro original, que ahora llega al Oscar?

Pablo Vierci (PV): El desarrollo del libro tuvo un proceso lentísimo. Yo era compañero de los sobrevivientes desde la infancia y me gustaba escribir, siempre. Por eso, tuve el honor y la suerte de esta misión, cuando lo había empezado a escribir en el año ‘73. Lo  cuento en el propio libro, cuando Nando Parrado, como sobreviviente, me pidió que lo ayudara porque yo era el que mejor escribía en el colegio. Y de verdad, el proceso fue lento. El libro no se concretó hasta que me incliné por varios abordajes desde el punto de vista periodístico, hablando con uno, hablando con otro.

¿Todos estuvieron disponibles a hablar desde el primer día?

PV: Fue difícil que los 16 quisieran contar en primera persona. Muchos estuvieron en silencio hasta que se cumplieron 30 años y escribí un ensayo en un diario que se llama El País. Aquello resultó interesante para los sobrevivientes y para los familiares de los muertos porque me lo agradecieron especialmente. Se titulaba Nosotros, los otros, con historias desde el punto de vista de los que no volvieron, porque yo también los conocía, éramos muy poquitos los que los conocíamos. Y cuando llega la oportunidad de que los 16 estuvieran dispuestos, cuando estuvieron de acuerdo a contar todo, sin ningún tabú, fue la gran clave. La única condición que yo ponía era que podíamos hablar de cualquier cosa desde cualquier punto de vista. Y tuvimos esa confianza de sugerirles o pedirles que no hubiera agendas encubiertas. Creo que eso fue clave para que este libro se haya procesado de la forma en que se logró. Y creo que eso mismo se reprodujo luego cuando (el director) Bayona tomó la antorcha, como en una carrera de postas que comenzó en el año ‘72. Ellos mismos fueron haciendo la carrera de postas, uno le entregó la posta al otro, cuando antes de morir alguien dijo “Vive en representación mía”. Recién después vine yo con un librito y después vino Bayona con esta genial película.

Y Gustavo Zerbino, como un verdadero sobreviviente. ¿Cómo fue revivir momentos tan trágicos en el cine? ¿Se vuelve una normalidad después de tanto tiempo?

Gustavo Zerbino (GZ): Es bastante molesto, pero tampoco es una decisión que tomo hoy, es una decisión que tomamos el día que decidimos vivir. Al vivir teníamos que contarle al mundo como habíamos vivido.

¿Es inevitable tocar el tema de la forma en que sobrevivieron, alimentándose con los restos de otros cuerpos?

GZ: Por un morbo sensacionalista siempre llamó la atención la manera en que sobrevivimos, pero para nosotros es lo menos importante. Se escribieron otros libros antes. Ya habían salido como cinco libros y también estrenaron Alive, la película Viven.

¿Es inevitable comparar Viven con La sociedad de la nieve?

GZ:  Todos estaban bien, pero supongo que faltaban cosas. Cuando cumplimos 30 años y fuimos a Chile, yo incluso le pedí a un director de cine que nos filmara. Con Pablo también fuimos a la cordillera cuando tuvimos la idea embrionaria de que él escribiera ese libro maravilloso La sociedad de la nieve. Y le puso al blanco y al negro lo que le faltaba a Alive, las emociones, los sentimientos, la importancia de ser uruguayo, en la manera que es el uruguayo, solidario, amigo, compañero. Ese libro fue un cambio total para la invención del relato. Y con esta película de Bayona, la gente vive desde la primera butaca y siente exactamente lo que nosotros sentimos.

¿Cómo vivieron ustedes, aquel día que vieron en el cine La sociedad de la nieve?

GZ: Todos lo volvimos a sentir. Fue muy fuerte, porque también logramos verla en un mismo día 350 personas, familiares de los que murieron con el resto de los sobrevivientes y nuestros familiares. Todos vimos la película juntos y cuando terminó, en los créditos nos paramos  todos a aplaudir y agradecer. Esta película sirvió para la reconciliación de la vivencia, en la misma sala. Fue como estar de nuevo en el mismo avión, los vivos y los muertos. Salimos abrazados. Y a partir de ahora, esa expansión colectiva en el mundo es mucho más fuerte y más intenta gracias a Netflix. Es un gran aporte a la humanidad, más allá de cualquier Oscar, es obvio que ya ganamos.

 

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