Muerte sepulta Día de Muertos; 4,157 contagios por día

CIUDAD DE MÉXICO.

Por coronavirus, la guadaña de la muerte le ha segado la vida a 91 mil 289 personas, cifra equivalente a la capacidad que tienen 40 panteones de la Ciudad de México, sobre una extensión de 480 mil 915 metros cuadrados, equivalente a 67 y medio campos de futbol como el del Estadio Azteca.

Esa letalidad —al menos por este año—, mató a una de las tradiciones más acendradas en la cultura mexicana: el festejo de Día de Muertos.

Los 119 panteones de la Ciudad de México estarán cerrados mañana 1 y 2 de noviembre. El presidente Andrés Manuel López Obrador decretó luto nacional durante 3 días, en honor a los miles de muertos por covid-19, que inicia hoy sábado y hasta el próximo lunes. La Bandera Nacional se izará a media asta.

La relación de los mexicanos con la muerte es tan antigua como el pueblo teotihuacano —que tuvo su origen antes de la era cristiana—, y fue antecedente de los aztecas, que veían en la muerte una semilla de vida.

La llegada de los españoles en el siglo XVI a la tierra que se convertiría en México a partir de 1821, amarró para siempre el culto prehispánico a la muerte con el calendario católico y las costumbres europeas: 1 de noviembre, Día de todos los Santos y al día siguiente, el de los Fieles Difuntos.

PANTEÓN XOCO. Durante la fase tres, el sitio permaneció cerrado al público. Foto: Mateo Reyes

Así fue como la imagen de Mictecacihuatl, la señora de las personas muertas, para los aztecas, pasando por la Santa Muerte en la Colonia, hasta la popular Catrina de José Guadalupe Posada, evolucionó hasta convertirse en espectaculares disfraces y maquillajes de ocasión.

Después de siglo de este sincretismo irreversible, el Día de Muertos, fiesta sellada por el peculiar amarillo del cempasúchil y el papel picado; las ofrendas iluminadas por la llama de veladoras, repletas de guisos, alteros de tortillas, calaveritas de azúcar, chocolate y amaranto; pan de muerto, cafecito de olla, algún habano, una cajetilla de cigarros y algún caballito rebosante de tequila o ron, en honor de los que ya no están no podrá ser, como se estila regularmente, de exhibición pública; quedarán en ámbito de lo privado.

Paradojas de la vida: esos miles de muertos, saldo del covid-19 en los últimos ochos meses, impide que las honras anuales a la muerte no se cumplan como debe de ser. No vaya a ser el diablo.

PanteÓn de Xilotepec. Ubicado en Xochimilco, la gente pudo ir a arreglar sus tumbas. Foto: Quetzalli González

LA JUSTIFICACIÓN

Esta muerte momentánea del Día de Muertos y lo que gira en torno a este festejo pagano-religioso-ancestra-contemporáneo, tiene antecedentes y explicación. Empieza a partir del 23 de marzo de 2020, día oficial de la Jornada Nacional de Sana Distancia. La justificación: que los casos de contagios no se detienen. El promedio es de 4 mil 157 por día.

El confinamiento por la pandemia del covid-19 —decretada así por la Organización Mundial de la Salud, desde el 11 de marzo—, no excluyó a los muertos.

Los panteones fueron cerrados. Las acostumbradas visitas sabatinas o dominicales a los muertitos, fueron canceladas por las autoridades —igual que sucede para este 1 y 2 de noviembre—; el objetivo era evitar la concentración de personas en un reducido espacio. En ese caso, en torno a las tumbas de los seres queridos, que los mexicanos convierten en punto de reunión familiar, y no pocas veces en escenario de verdadera parranda.

No sólo eso, los entierros de los muertos —por coronavirus, infarto, cáncer o cualquier otra desgracia— y sus respectivos ritos religiosos y tributos fueron vedados. Se permitieron solamente cortejos fúnebres en petit comité.

Ese gusto por estar cerca de los muertos en los panteones genera que dentro de ellos se mueva una cadena de economía. Se trata de trabajadores informales, vendedores de todo tipo de golosinas, frituras, botanas y refrescos que se quedaron sin chamba tan pronto como se agudizaron las medidas para el confinamiento.

La época de coronavirus provocó también que en los panteones se perdiera la alegría de visitar y enterrar a los muertos. Los músicos con sus guitaras, acordeones, requintos y sus engoladas voces que acostumbraban caminar casi a hurtadillas entre las tumbas detrás de los muertitos para ofrecerle a sus deudos alguna canción que le hubiese gustado al difunto, fueron desterrados de los camposantos. Esos artistas anónimos, los que aligeran la pena de los que se quedan y encaminan al más allá con algunos acordes a los que ya no están, pasaron también a las filas del desempleo para este 1 y 2 de noviembre.

En este contrasentido, donde la muerte aniquila a la muerte, no solamente hay estampas de una fiesta de muertos cancela por exceso de muertos. Hay datos duros.

XOCHIMILCO. El panteón de San José Aculco, en la Ciudad de México, recibió advertencia de alto contagio. Foto: Mateo Reyes

32.77% DE LOS PANTEONES

Los muertos reportados oficialmente por la Secretaria de Salud en México por causas del covid-19, son tantos que llenan la capacidad de 40 de los 119 panteones que existen en la Ciudad de México.

La capital del país es la que mayor número de contagios y muertes acumula en esta pandemia: 160 mil 749 y 15 mil 115, respectivamente

Los 91 mil 289 muertos por la pandemia podrían llenar los 6 panteones de Coyoacán con una capacidad para 7 mil 690 muertos: Los Reyes, La Candelaria, San Pablo Tepetlapa, Santa Úrsula Coapa, San Francisco Culhuacán y Mausoleos del Ángel. También los 5 de Cuajimalpa, con aforo de 14 mil 690: El Calvario, San Lorenzo Acopilco; San Pablo Chimalpa, San Mateo Tlaltenango y Jardines de Santa Elena.

Los 10 de Gustavo A. Madero, en donde caben 46 mil 728: Tepeyac, Guadalupe e Hidalgo, Cuautepec, San Pedro Zacatenco, San Juan de Aragón, Ticomán, San Bartolo Atepehuacan, Atzacoalco Viejo, Santa Isabel.

Los 12 de Milpa Alta, con capacidad para 14 mil 638: Milpa alta, San Salvador Cuauhtenco, San Pablo Oxtotepec Zebadatla, Cuilotepec, San Bartolomé Xicomulco, San Pedro Atocpan, San Lorenzo Tlacoyucan, San Antonio Tecomitl, San Francisco Tecoxpa, San Jerónimo Miacatlán, San Juan Tepenehuac y Santa Ana Tlacotenco.

El único que opera en la alcaldía Benito Juárez, el de Xoco, con capacidad de 5 mil tumbas. El de San Fernando, en la alcaldía de Cuauhtémoc, con capacidad para 600 muertos. Y tres de Tlalpan, Magdalena Petlacalco, 460, San Miguel Xicalco, 540 y San Miguel Ajusco, para 690 muertos. El Santa Cruz Xochitepec, de Xochimilco, con capacidad para 357 muertos. Y el Ticomán de la Gustavo A.Madero, con capacidad para 625 difuntos.

Los muertos en estos ocho meses de pandemia aquí, representan la capacidad total de 33.61% de los camposantos de la capital mexicana.

CONTRASTE. El panteón de La Leona, en Cuernavaca, hace un año permanecía lleno de familias enteras. Foto: Cuartoscuro

De los 119 cementerios que operan en la capital del país y que estarán cerrados este domingo y lunes, 10 son generales, 11 delegacionales, 14 concesionados y el resto, 84 son vecinales.

Los 10 panteones catalogados como generales para toda la ciudad son los que tienen mayor capacidad. Entre éstos, el Sanctorum, con 90 mil y el de Dolores en la alcaldía Miguel Hidalgo al poniente de la ciudad, con capacidad para 600 mil muertos y el San Nicolás Tolentino, con aforo para 201 mil 452 fallecidos y el San Lorenzo Tezonco, para 55 mil 168, los dos en Iztapalapa.

En este recuento hecho por Ethel Herrera Moreno, doctora en arquitectura por la UNAM, con posgrado en restauración de Monumentos por el ENCRYM del Instituto nacional de Antropología e Historia (INAH) se desprende que de las 16 alcaldías de la Ciudad de México, que tiene mayor número de cementerios es la de Xochimilco con 15; seguida de Tlalpan con 12 y después Milpa Alta y Gustavo A. Madero con once.

La mayoría de los panteones están ubicados en el sur de la ciudad.

Y las alcaldías con menor número de cementerios están en la parte central de la capital de país, ello debido al origen de lo que fue la Ciudad de México.

De acuerdo con la arquitecta Herrera Moreno, las alcaldías con el mayor número de cementerios construidos en el último tercio del siglo XX son Milpa Alta y Tláhuac. Los cementerios más modernos son: Nuevo Panteón Jardín (Álvaro Obregón), Mausoleos del Ángel (Coyoacán), Jardines de Santa Elena (Cuajimalpa), Militar (Tlalpan) y El Cedral (Xochimilco), todos estos concesionados.

CELEBRACIÓN. Anoche, en Iztapalapa, con música, velas y flores se rindió un homenaje a los muertos. Foto: AP

IMÁGENES DE MUERTE

En esta coyuntura sanitaria, el asunto con los muertos no para la cancelación de la fiesta o las estadísticas de fallecimientos. Están las imágenes de los hechos recientes, que estrujan.

Personas que llegan a los hospitales prácticamente agónicas. Que, si logran entrar, mucha veces es para salir directo al crematorio. El 88.98 por ciento de las personas que han muerto, perdieron la vida en los hospitales; el resto, 11.02 por ciento, en sus domicilios.

Como el caso publicado en 9 de junio en la primera página de Excélsior. Una mujer de la tercera edad fue llevada por su nieto al Hospital General de la Ciudad de México y en el estacionamiento murió.

El drama del momento fue fotografiado por Moisés Pablo de la Agencia Cuartoscuro: el nieto de la mujer, llorando de impotencia, dándole respiración de boca a boca para tratar de reanimar a su abuela, que muerta fue ingresada al hospital, solamente para convertirse en un número más, en una estadística.

Familiares de pacientes en terapia intensiva, intubados y respirando a través de un ventilador mecánico, pidiendo saber cómo está su esposa, su padre, su hermano. Implorando solamente poder estar un momento junto a ese ser querido que dejó de ver desde hace días.

Una de estas escenas ocurrió el 28 de julio.

Por Twitter, la usuaria Dr. Ilse @ilseirene, posteó que su colega, el médico Néstor Caudillo Mora. “Fui incapaz de intubarlo yo, mi corazón no podía tanto. Le dije mucho, guardando todas las ganas de llorar. Es difícil ser médico y saber que te deben intubar y lo que te espera”, posteo la médica. “cuando le avisé al doctor y colega que lo tenía que intubar, vio sus gases, me vio y dijo ‘tráeme a mi esposa para despedirme de ella’. Ella alcanzó a verlos”.

Los miles de personas que han muerto en estos 221 días de crisis sanitaria en los hospitales por covid-19, lo hicieron aislados de sus afectos, en absoluta soledad. Ya no pudieron decirle “te quiero”, mirando a los ojos a esa persona; tampoco “échale ganas”, aquel achicopalado; ni poder poner en orden el tambache de papeles siempre postergados: testamento, escrituras, cuentas de banco, actas de nacimiento. Si acaso, antes de la fase final, algunos tuvieron la suerte de alguna videollamada empañada por lágrimas de un lado y del otro, antes de que la guadaña de la muerte por coronavirus le segue la vida…

CAPACIDAD EN PANTEONES

En estos ocho meses de pandemia a causa del coronavirus en la Ciudad de México, los muertos representan la capacidad total del 33.61 por ciento de los camposantos de la capital mexicana.
De los 119 cementerios que operan en la capital del país y que estarán cerrados este domingo y lunes, 10 son generales, 11 delegacionales, 14 concesionados y 84 son vecinales.
90 mil espacios para inhumación de cadáveres es la capacidad del panteón Sanctorum en la Ciudad de México.