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Nacional

Llevan su silencio de protesta a Ciudad Universitaria

El hartazgo se mostró mediante el silencio. Hoy, la indignación se vivirá en el Zócalo de la Ciudad de México

Pedro Tonantzin | 08-05-2011

CIUDAD DE MÉXICO, 8 de mayo.- La marcha por La Paz, con Justicia y Dignidad llegó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la tarde de ayer, al “espacio de la universalidad y lugar de origen de muchos de los movimientos sociales más trascendentes del país”, afirmó el poeta y escritor Javier Sicilia.

El ingreso a esta “casa de la palabra, a la casa de la reflexión” fue en silencio, a pesar de que “el ruido de este país no permite escuchar a nadie”, y que sólo los ha hermanado ahora con el dolor.

Uno a uno recogió los símbolos de la unidad de este país, a su paso por los 80 kilómetros que avanzó de Cuernavaca a la Ciudad de México: una Bandera Nacional abrió la caminata en Cuernavaca, la que Julián Lebaron trajo desde Chihuahua.

Sicilia cargó, 24 kilómetros después, una flor de jilote que los pueblos indígenas de Morelos le dieron como símbolo de la resistencia; en Topilejo le entregaron un bastón de mando y en San Pedro Mártir un cirio para que lo guíe en la oscuridad que ha dejado la violencia.

El pintor Víctor Manuel Contreras le envió un estandarte de la Virgen de Guadalupe, que era una réplica del usado por Miguel Hidalgo y Costilla.

Por la mañana recogió las palabras del escritor Juan Villoro y advirtió que el silencio grita más que las palabras, y pidió a los sindicatos y organizaciones sumarse a la marcha, con respeto y responsabilidad.

De manera puntual le pidió al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) no agredir a los periodistas, pues él forma parte del gremio y los reporteros realizan una labor importante, que es “la amplificación del corazón ciudadano; si maltratamos a nuestra prensa nos maltratamos a nosotros mismos”.

Sobre el acto de hoy precisó que, al llegar al Zócalo de la Ciudad de México, dará lectura a un discurso y después se leerá el pacto ciudadano, al cual le darán lectura Olga Reyes y las madres de la guardería ABC; además, el poeta David Huerta dará lectura a una poesía que calificó como La palabra sagrada.

Durante la entrega del cirio, dijo que la pudrición al interior de las instituciones permite que “el crimen esté campeando como está campeando”, y precisó que ese no es el país que desean los ciudadanos.

Además pidió a todos que se construya un país donde no haya atentados contra los ciudadanos, porque estuvieron en la hora equivocada, “todos los lugares y todas las horas deben de ser como ahorita, el lugar adecuado, el lugar de la fraternidad, el lugar del amor”.

Y adelantó que el primer pacto humano que se debe establecer entre los hombres, “es cómo te ayudo, cómo me ayudas”, y rechazó que “el hombre sea el lobo del hombre”, como lo dijo el escritor Thomas Hobbes.

Al final pidió lo mismo que al principio, la unidad nacional para demostrarle a los delincuentes y a los malos gobernantes. “Juntos somos más fuertes que cualquiera de ellos que quieren destruirnos”.

Y remató, “que se vea que no nos amedrentaron, que vean que la rabia se ha vuelto dignidad, y la guerra y el dolor amor, unidad”.

Piden a políticos callar... y hacen caso omiso

No obstante que la petición del escritor Javier Sicilia a la oposición fue no lucrar con la marcha y a los políticos en general guardar silencio y escuchar, en el PRD hicieron caso omiso.

Marcelo Ebrard, jefe del GDF, dijo que esta marcha debe ser escuchada y tener consecuencias, pues el mensaje es para todos: partidos, gobernantes, ciudadanos y todos deben responder.

El líder de los senadores del PRD, Carlos Navarrete, exhortó al Ejecutivo federal a no hacer oídos sordos a las demandas de la marcha. También el dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, informó que no participará en la marcha  para evitar que se malinterprete su presencia.

En contraste, la secretaria general de ese partido, Dolores Padierna, llamó a los ciudadanos a participar. Incluso desde Facebook la perredista convocó a participar en la manifestación.

Hortensia Aragón, recién nombrada dirigente de la corriente Foro Nuevo Sol, también llamó a participar en la manifestación este domingo en el Zócalo.

Gritan ¡Ya basta! 5 veces desde 97

El leitmotiv de las cinco manifestaciones ciudadanas contra la violencia y por la paz realizadas en México en los últimos 14 años —entre 1997 y 2011— ha sido un sonoro “¡Ya basta!”

Hoy, como en las cuatro ocasiones anteriores, la Ciudad de México será sede de la protesta ciudadana. En estos 14 años, aquel ya “¡Ya basta!” original pasó por el “¡Si no pueden, renuncien!”, de Alejandro Martí, al “¡No tienen madre!”, de Nelson Vargas, y al “¡Estamos hasta la madre!”, de Javier Sicilia.

Fue el 13 de noviembre de 1997 cuando un grupo de la Asociación de Mujeres por la Defensa de los Derechos Civiles (AMDEC) se reunió en el parque Rosario Castellanos, cerca de Los Pinos, para mostrarle al gobierno su hartazgo por la inseguridad en las calles y la violencia.

En 1997, aquel grupo de mujeres de la AMDEC, que hoy podrían ser consideradas madres de la inconformidad ciudadana de estas manifestaciones, le dejaron una carta al presidente Ernesto Zedillo, donde decían:

“Que no se olvide que es una función esencial del Estado garantizar el orden y proteger a los ciudadanos.

“Que no se olvide que los ciudadanos pagamos impuestos. Su responsabilidad es la de rescatar la garantía constitucional que tenemos todos los mexicanos para transitar y vivir sin temor.”

Dieciséis días después de ese acto público, aunque poco difundido, de la AMDEC, el 29 de noviembre de 1997, decenas de miles de personas recorrieron las calles de la Ciudad de México, para gritar el primer ¡Ya basta! masivo a los gobernantes.

Casi 14 años después la demanda sigue siendo la misma. Fue igual en la marcha de 2008, que se llamó Iluminemos México, y el mismo en la marcha de 2004.

Diferencias sociales

Una marcada diferencia entre las primeras cuatro manifestaciones contra la violencia y la actual Marcha por la Paz con Dignidad y Justicia se evidencia en los núcleos sociales que se unieron para protestar.

La inicial, la de las señoras del 97, fue un mitin dentro de un cierto círculo de confort, de mujeres sentadas y con las cabezas cubiertas con sombreros, que protestaban porque a algún familiar o amigo le robaron un Rólex o porque el Mochaorejas había secuestrado a alguien cercano.

Las otras tres, ya en las calles de la Ciudad de México, tenían un perfil parecido: gente de cierto estrato social, quizá de clase media alta hacia arriba, que había sido víctima de algún acto delictivo.

Tal fue la escala que alcanzaron esas marchas, que en 2004, cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe del GDF, surgió la polémica de si había calificado a quienes salieron a la calle vestidos de blanco de “pirruris”. Ese 30 de junio de 2004 se reunieron entre 350 mil y 500 mil personas.

Sin embargo, en la de hoy convergen grupos de personas de la clase trabajadora que han perdido a algún familiar que se embarcó hacia Estados Unidos y en el trayecto desapareció sin dejar rastro. O familiares de alguien que, sin deberla ni temerla, cayó abatido en el fuego cruzado entre grupos antagonistas.

Ahora, a diferencia de las de 1997, 2004 y 2008, la marcha de 2011 es apoyada por grupos guerrilleros. Primero fue el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y luego el Ejército Popular Revolucionario (EPR).

El 28 de abril, desde las montañas del sureste mexicano, el subcomandante Marcos anunció que llamaba a todos sus simpatizantes en México y el mundo, grupos, colectivos, organizaciones, movimientos y pueblos originarios para que, en la medida de sus posibilidades y en sus condiciones, se sumaran a la justa demanda de esta marcha.

Días después, el 3 de mayo, lo hizo el EPR, reiterando que ellos callaron la razón de sus armas para “dar paso una vez más a la razón de la palabra, sin resultado alguno hasta el momento”, y pidieron aclarar la desaparición de sus compañeros y de más de cinco mil mexicanos.

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