La gasolina y el veneno

El incremento a los precios del dólar y las gasolinas impactará directamente en la inflación, dijo la junta de gobierno de Banxico, que estima que estaremos situados arriba de 3%. Esta es una de las consecuencias más inmediatas y previsibles respecto del tema del precio ...

El incremento a los precios del dólar y las gasolinas impactará directamente en la inflación, dijo la junta de gobierno de Banxico, que estima que estaremos situados arriba de 3%. Esta es una de las consecuencias más inmediatas y previsibles respecto del tema del precio de las gasolinas. ¿Usted ya ubicó cuánto estará pagando según la zona del país en la que viva? Además, en redes sociales se replica el descontento por las alzas al precio de la gasolina previstas para 2017, y ya hace un par de días comenzaron en Tamaulipas las manifestaciones. En internet, en Change.org existe una petición para detener el aumento de tarifas al combustible, ya supera los 20 mil firmantes. En Facebook, grupos, eventos y páginas se organizan para oponerse a los nuevos precios. El descontento ciudadano es evidente y no hay forma de tapar el sol con un dedo: “Y a nosotros nos duele, Si hubiéramos decidido mantener el precio de las gasolinas artificialmente bajo, entonces tendríamos que ver la forma de cobrar más impuestos, entonces en este momento estaríamos hablando de dónde y a quién le cobraríamos esos impuestos adicionales o incluso tendríamos que recortar programas…”, me dijo ayer en entrevista José Antonio Meade, titular de la SHCP, en Imagen Noticias, cuando le pregunté sobre el enojo de millones de mexicanos que se han sentido engañados después de que hace dos años Enrique Peña Nieto prometió que no habría más gasolinazos. “Aquí no hay un gasolinazo, eso era cuando el gobierno decidía en cuánto vender, no importaba cuál era el precio del petróleo; eso se determinaba por un burócrata que decidía en cuánto venderlo, sin importar si era caro o barato…”, me contestó el secretario de Hacienda.

Desde luego que la irritación ciudadana se enciende más cuando leemos que, por ejemplo, los legisladores ya se aseguraron una partida del presupuesto para asignárselas como vales de gasolina. Ellos, que sí pueden, no la pagarán, se las invitaremos nosotros con nuestros impuestos. Ciertamente, nada resolvería que les retiren a ellos dicha prestación, como tampoco nada resolvería si echaran para atrás la Reforma Energética (en efecto, el tema del alza en los precios tiene que ver con que el petróleo en el mundo ha subido sus precios a últimas fechas y no con ésta). Y, sobre todo, con el hecho de que México ya no puede seguir subsidiando la gasolina como lo hizo durante décadas, justamente porque nuestro excedente petrolero ya pasó a mejor vida: ya no producimos como antes, simplemente porque ya no tenemos la cantidad de crudo que teníamos antes. Pero también es cierto que esta reforma y esta liberación, que debieron hacerse hace una década, hoy se realizan en el peor de los escenarios posibles: con el dólar a 21 pesos (cuando importamos el 50% de las gasolinas) y en un momento en que los mexicanos sienten que todo lo que aportan en impuestos va a dar a las arcas de la corrupción.

Entonces, ¿no habría sido mejor idea dejarlo todo como estaba antes de la Reforma Energética? “En años recientes, gastamos casi siete puntos del PIB en mantener el precio de la gasolina bajo. Eso quiere decir que estos siete puntos no se ven en menos deuda, no se ven en más infraestructura, no se ven en más programas sociales; por lo que cualquiera que abogue en favor de que el precio lo mantengamos artificialmente bajo, está hablando en favor de que la riqueza petrolera la usemos para un subsidio en gasto corriente por la vía de tratar de mantener un precio que no controlamos”, me agregó Meade para explicar los por qués del incremento que, dijo, “no tiene nada que ver con la Reforma Energética. ¿En qué se ve esta reforma? Se ve en inversión, se ve en empleo, se ve en tecnología, se ve en el capital que traemos del resto del mundo (…) si el precio del petróleo en el mundo sube, y el precio del petróleo explica más de la mitad del precio de la gasolina, no hay manera de que nosotros, sin subir impuestos o sin hacer recortes importantes en el gasto, artificialmente mantengamos el precio de la gasolina bajo”, también me dijo Meade.

Vendemos menos petróleo de lo que gastamos en gasolina. Punto. Así de cruel la realidad. Pero lo que es inevitable, es que nuestro ánimo esté encendido, comprensible, porque por encima de todas las explicaciones, quedamos nosotros con menos dinero en nuestros bolsillos. Así los costos de mantener durante tantas décadas un subsidio que, tarde o temprano, se iba a convertir en veneno para el Estado y la propia sociedad. Literal y figurado. Ahora, esperemos, el Estado y los particulares en México tendrán que invertir como nunca antes en transporte público, nuevas tecnologías e investigación de energías limpias. Para que el petróleo no nos siga envenenando durante las décadas por venir.

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