EPN-AMLO: demasiado pronto

"Tener razón demasiado pronto, es igual a equivocarse" Marguerite Yourcenar Se construyeron aulas, carreteras, consultorios, hospitales, guarderías, puentes; en fin, toneladas de infraestructura. Se firmaron tratados comerciales, hubo muchas exportaciones e ...

"Tener razón demasiado pronto, es igual a equivocarse"

Marguerite Yourcenar

Se construyeron aulas, carreteras, consultorios, hospitales, guarderías, puentes; en fin, toneladas de infraestructura. Se firmaron tratados comerciales, hubo muchas exportaciones e importantísimas inversiones que han generado un maravilloso número de empleos. Y las indudables reformas históricas (la educativa, la de comunicaciones, la energética, etc.) aprobadas al inicio de sexenio, y que ya comenzaron a ejecutarse... Ya sabíamos.

El entorno global adverso (los bajísimos precios del petróleo y el dólar súper fortalecido) de lo que el gobierno, claro, no es responsable; la pérdida de confianza por los temas de posible corrupción o conflictos de interés, el caso de Iguala, la fuga de El Chapo. Ejercicio breve pero necesario de autocrítica. Muy breve. Pero como en México no se estila que los presidentes (priistas o panistas) den acuse de recibo de los malestares de la población, resultó casi un acto de valentía que Peña Nieto dedicara unos párrafos a estas vicisitudes. Al Presidente le habría servido un ejercicio más profundo de autocrítica. Porque es mitad de sexenio, no el arranque... Y sí, efectivamente, la gente se siente “desanimada”. Y quizá por eso decidió anunciar un decálogo de acciones para la segunda mitad del sexenio. A ver si así nos animamos.

Para mí, sin embargo, la nota de ayer tiene su entraña en  una parte muy concreta de su discurso: “La intolerancia, la demagogia y el populismo no son verdaderas soluciones. Son una amenaza recurrente (...) No son soluciones fáciles; son soluciones falsas (...) Soluciones mágicas que terminan por empobrecer a las familias y restringir las libertades ciudadanas. La historia nos ha enseñado que la visión populista, demagógica e irresponsable destruye en unos días lo que llevó décadas construir”, dijo Peña Nieto, aludiendo a quien lleva quince años en campaña: Andrés Manuel López Obrador. El Presidente está en lo correcto. Pero más que un acierto discursivo, se está metiendo, como suele decirse, en la boca del lobo. AMLO ha demostrado que en ningún lugar se crece más que en la confrontación. Y esto es ponerle la mesa para que se dé un festín. El Peje, bien lo sabemos, convierte cada ataque en su contra en un “compló” de la “mafia en el poder”, luego en victimización y, finalmente, en fortaleza. Ya lo escucho con su trillado “nos tienen miedo, nos quieren destruir”. Y más ahora que se ha convertido en el depositario de los yerros u omisiones del gobierno. Y si ya encabeza las encuestas electorales, atacarlo es la mejor forma para que en 2018 se convierta en una profecía que se autocumple. Sobre todo si el emisario del mensaje es el Presidente de la República, en un momento en que sus niveles de aprobación no son su arma capital. Que EPN recuerde los tiempos de Vicente Fox. De los videoescándalos a las marchas contra el desafuero, cada embestida (así fuera legal, legítima y justificada) contra AMLO, sólo sirvió para nutrir su poderosa demagogia. Cada movimiento de sus adversarios, fue aprovechado por el líder de Morena para convertirlo en mediática consigna. Y aunque hoy el electorado está más consciente de quién es realmente López Obrador (y su inocultable ambición de poder), lo cierto es que un importante porcentaje de la población está tan “desanimada” que estaría dispuesta a apoyarlo si logra convertir, nuevamente, en sus activos electorales más potente los ataques en su contra. Talento para eso, le sobra al Peje. Y es demasiado pronto para atacarlo por su demagogia. Porque sí, ingenio demagógico le sobra, pero también talento para autodestruirse cuando su populismo no es alimentado. También de eso habría que acordarse...

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