Un elefante se columpiaba

Por lo visto, Andrés Manuel no ha entendido que nuestro país necesita dirigentes que actúen, que se comprometan.

Andrés Manuel sube al templete, al pie del cual cada vez hay menos seguidores, y denuncia el engaño con el que la oligarquía rapaz pretende despojar al pueblo bueno. Hace una votación a mano alzada y, tras ver con una sonrisa que el resultado le favorece, asume tener la legitimidad para realizar más acciones de resistencia civil pacífica. Ofrece un discurso encendido, en el que insulta a sus adversarios y da órdenes a los dirigentes de alguno de los partidos que ha abandonado, y convoca a sus simpatizantes a otra manifestación en el Zócalo, misma que tendrá lugar en unos cuantos días. Llegada la fecha prevista, Andrés Manuel sube al templete, al pie del cual cada vez hay menos seguidores, y denuncia el engaño con el que la oligarquía rapaz pretende despojar al pueblo bueno. Hace una votación a mano alzada y, tras ver con una sonrisa que el resultado le favorece, asume tener la legitimidad para realizar más acciones de resistencia civil pacífica. Ofrece un discurso encendido, en el que insulta a sus adversarios y da órdenes a los dirigentes de alguno de los partidos que ha abandonado, y convoca a sus simpatizantes a otra manifestación en el Zócalo, misma que tendrá lugar en unos cuantos días. Llegada la fecha prevista, Andrés Manuel sube al templete, al pie del cuál cada vez hay menos seguidores, y denuncia el engaño con el que la oligarquía rapaz pretende despojar al pueblo bueno. Hace una votación a mano alzada y, tras ver con una sonrisa que el resultado le favorece, asume tener la legitimidad para realizar más acciones de resistencia civil pacífica. Ofrece un discurso encendido, en el que insulta a sus adversarios y da órdenes a los dirigentes de alguno de los partidos que ha abandonado, y convoca a sus simpatizantes a otra manifestación en el Zócalo, misma que tendrá lugar en unos cuantos días. Llegada la fecha prevista, Andrés Manuel sube al templete, al pie del cual cada vez hay menos seguidores, y denuncia el engaño con el que la oligarquía rapaz pretende despojar al pueblo bueno. Hace una votación a mano alzada y, tras ver con una sonrisa que el resultado le favorece, asume tener la legitimidad para realizar más acciones de resistencia civil pacífica. Ofrece un discurso encendido, en el que insulta a sus adversarios y da órdenes a los dirigentes de alguno de los partidos que ha abandonado, y convoca a sus simpatizantes a otra manifestación en el Zócalo, misma que tendrá lugar en unos cuantos días. Llegada la fecha prevista, Andrés Manuel sube al templete, al pie del cual cada vez hay menos seguidores, y denuncia el engaño con el que la oligarquía rapaz pretende despojar al pueblo bueno. Hace una votación a mano alzada y, tras ver con una sonrisa que el resultado le favorece, asume tener la legitimidad para realizar más acciones de resistencia civil pacífica. Ofrece un discurso encendido, en el que insulta a sus adversarios y da órdenes a los dirigentes de alguno de los partidos que ha abandonado, y convoca a sus simpatizantes a otra manifestación en el Zócalo, misma que tendrá lugar en unos cuantos días. Llegada la fecha prevista, Andrés Manuel sube al templete, al pie del cual cada vez hay menos seguidores, y denuncia el engaño con el que la oligarquía rapaz pretende despojar al pueblo bueno. Hace una votación a mano alzada y, tras ver con una sonrisa que el resultado le favorece, asume tener la legitimidad para realizar más acciones de resistencia civil pacífica. Ofrece un discurso encendido, en el que insulta a sus adversarios y da órdenes a los dirigentes de alguno de los partidos que ha abandonado, y convoca a sus simpatizantes a otra manifestación en el Zócalo, misma que tendrá lugar en unos cuantos días. Llegada la fecha prevista…

Si no se sabe todavía la canción, váyasela aprendiendo. Durará, al menos, hasta 2018. Porque, por lo visto, Andrés Manuel no ha entendido que nuestro país necesita dirigentes que actúen, que se comprometan, que respeten las instituciones. Líderes que defiendan las posturas de sus votantes a través de la razón, y no de la negación cotidiana. Hombres y mujeres que entiendan la realidad de nuestra situación económica y geopolítica, más allá de simplemente querer subir impuestos e implementar planes que ya fallaron hace 40 años. Políticos con más capacidad de diálogo que de mirarse en el espejo.

Esto es lo que México necesita, pero el problema no es sólo Andrés Manuel. Son los demás políticos, también, pero sobre todo la sociedad que no premia los resultados sino las palabras grandilocuentes y vacías. La sociedad que no elige a los mejores, sino a los más estridentes. La sociedad que lo mismo arropa tránsfugas políticos que coaliciones absurdas y coyunturales. La sociedad que terminará pagando, a través de impuestos, los errores de gestión y corruptelas acumulados a lo largo de varios sexenios. La sociedad que ha aguantado tanto, y tantas veces, que resistir se ha convertido en una forma de sobrevivencia. La sociedad a la que andresmanueles, vizentes, moreiras, elbaestheres o romerosdeschamps se asoman, ven aletargada y preocupada por nimiedades y de la cual, como veían que resistía, seguirán abusando en un juego de acumulación de poder y dinero que nadie está dispuesto a terminar. Hasta que nosotros mismos, como sociedad entera, nos decidamos a hacerlo.

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