¡Ah, cómo gastan!

Una de mis principales lecciones de vida me la dio, hace años, un entrañable amigo: “Si ganas cuatro pesos, gasta tres y ahorra uno; no gastes cinco”. Siempre he creído que uno debe vivir de acuerdo con sus propios medios. Lo mismo aplica para una persona que para ...

Una de mis principales lecciones de vida me la dio, hace años, un entrañable amigo: “Si ganas cuatro pesos, gasta tres y ahorra uno; no gastes cinco”.

Siempre he creído que uno debe vivir de acuerdo con sus propios medios. Lo mismo aplica para una persona que para una familia y para un país.

Por supuesto que hay objetivos por los que vale la pena endeudarse. Como comprar una casa, por ejemplo. Muchos no podríamos hacernos de una vivienda si no fuera por el crédito que otorga la banca privada o una institución estatal. Pero incluso en esos casos, el pago de la deuda –el capital más los intereses– debe estar al alcance de los ingresos de quien la contrata.

En el mundo de la política mexicana ese criterio debe ser visto como excéntrico porque el país lleva muchos años gastando más de lo que ingresa. Y endeudándose alegremente para seguir la fiesta.

A mí, igual que a muchos otros mexicanos, me preocupó escuchar que el Ejecutivo proponía, como parte del paquete fiscal que puso a consideración del Congreso, elevar el techo del déficit.

Me identifiqué de inmediato con la visión de quienes percibían esta idea como una reminiscencia de los años de irresponsabilidad fiscal en el gobierno; de cuando supuestamente debíamos prepararnos para administrar la abundancia y terminamos pagando los platos rotos del despilfarro.

Sin embargo, el tema me ha llegado a preocupar más, pues quizá no estemos ante el peligro de endeudarnos para financiar programas gubernamentales que supuestamente van a cerrar la brecha social o para construir la infraestructura que nos urge… sino de endeudarnos para pagar algo que ya nos gastamos.

Me dicen que hace unos días el subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda, Miguel Messmacher, buscó al senador panista Ernesto Cordero, quien entre 2006 y 2008 fue subsecretario de Egresos en Hacienda, y titular de esa dependencia entre 2009 y 2011.

En la conversación, Messmacher habría expresado extrañeza por la insistencia de Cordero de torpedear el paquete fiscal del gobierno federal, particularmente la propuesta de elevar a 1.5% del Producto Interno Bruto el déficit presupuestal (que, en realidad, es de 3.5% del PIB, considerando todos los renglones del gasto).

El 25 de septiembre, durante la comparecencia del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ante el pleno del Senado, Cordero aseveró que “financiar un mayor gasto con déficit equivale a endeudar a nuestras familias” y agregó que el déficit y el endeudamiento son “puertas falsas al crecimiento”.

El subsecretario Messmacher le habría recordado a Cordero que el gobierno de Felipe Calderón, del que el hoy senador panista fue protagonista de primera línea, incurrió en un sobreejercicio presupuestal que ha hecho necesario contemplar hoy un mayor endeudamiento.

La conversación y su contenido fue mencionada por el propio Cordero en una reunión de legisladores.

Tras de conocer esta información, revisé, con la ayuda del equipo de Excélsior, las cifras del sobreendeudamiento del gasto público durante el sexenio pasado. Entre los años fiscales 2007 y 2012, suma un billón 281 mil millones de pesos, de acuerdo con los informes trimestrales de finanzas públicas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Un ejemplo es el año fiscal 2011. El presupuesto programado fue de tres billones 411 mil millones, mientras el observado fue superior en casi 218 mil millones de pesos. Y no es que los ingresos fiscales expliquen por sí mismos el sobreejercicio, pues por concepto de ISR, IVA e IEPS sólo se obtuvieron 58 mil millones de pesos adicionales a lo que se había estimado en la Ley de Ingresos de aquel año.

Es verdad que el nivel de la deuda pública bruta total de México se mantiene en niveles que se comparan favorablemente, a nivel internacional, con países de igual o mayor nivel de desarrollo, y que es una de las más bajas entre las naciones de la OCDE.

Sin embargo, también lo es que –de acuerdo con los mismos datos de Hacienda– la deuda neta del gobierno federal pasó de representar 18.8% del PIB en diciembre de 2007 a 27.2% en diciembre de 2012, mientras que la deuda neta del sector público avanzó de 17.3% del PIB a 33.4% en el mismo lapso.

¿Dónde están los beneficios del sobreejercicio de los últimos seis años y la justificación del crecimiento de la deuda? ¿Dónde está el equivalente de la casa que una familia responsable adquiere mediante un crédito? ¿Será que se nos fue ese dinero sin saber en qué se gastó?

Investigar el espionaje... aquí

Ayer escribí en este espacio que el Ejecutivo no podía responder a las revelaciones sobre el espionaje de Estados Unidos en México simplemente con una condena y la promesa de que éste sería investigado en aquel país. Por la tarde, el secretario de Gobernación anunció que el gobierno de México emprenderá su propia pesquisa al respecto.

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